El expolicía de Tránsito Manuel Camacho sabe perfectamente lo que es verse en riesgo al tratar de hacer cumplir la ley.
Durante los 36 años que trabajó como tráfico tuvo un montón de enfrentamientos con choferes chichosos y malcriados. Uno de los más graves ocurrió el sábado 21 de febrero del 2015 en Desamparados, cerca del cementerio.
Ese día el oficial se enfrentó a tres sujetos que iban en un carro haciendo loco y cuando trató de pararlos, ellos se bajaron, lo golpearon y luego de dejarlo como un caimito huyeron.
El episodio hizo que el oficial saliera en varios medios de comunicación hablando sobre los riesgos de hacer respetar la ley.
Pero, ¿qué pasó con don Manuel?
En los últimos tres años la vida de Camacho ha cambiado muchísimo, hace once meses se pensionó y ahora se dedica a chinearse cada vez que puede y a cuidar a la mamá.
“Mi mamá tiene alzheimer y esa fue una de las razones por las que me pensioné, para cuidarla. Ella vive en una casita a la par de la mía y de mis otros hermanos y entre todos la chineamos y vemos por ella”, expresó.
“Además, hace unos meses mi suegra tuvo un accidente y se quebró la cadera, entonces, le he estado ayudando a mi esposa con eso también, por dicha ahora tengo más tiempo para esas cosas”, agregó.
LEA MÁS: ¿Qué pasó con?: Accidente le quitó las piernas pero no las ganas de vivir
Extraña cuidar las calles
El expolicía dice que aunque le gusta tener tiempo para hacer lo que él quiera, extraña mucho el trabajo.
“Me hace mucha falta salir a las calles a salvar vidas porque aunque mucha gente no lo vea así, cada vez que hacemos una multa podríamos estar salvando a una persona de morir en un accidente de tránsito.
“Nunca debemos olvidar que somos de carne y hueso y tampoco debemos buscar el peligro en las carreteras. Cuando se está al volante hay que tener cortesía y mucha paciencia, además, nunca se debe usar el celular, eso es fundamental”, argumentó.
Manuel asegura que aunque ya no trabaja, aún tiene el gusanito de hacer cumplir la ley.
“A veces voy en la calle manejando y veo a algún chofer hacer alguna estupidez y me dan ganas de bajarme y pegarle una regañada, pero ya ahí entra mi esposa, ella me vuelve a ver y me dice: ¡ya! ¡quédese quieto que usted ya salió de eso!”, contó entre risas Camacho.
“Para mí ser trafico era una pasión, me encantaba trabajar en las calles, ni la lluvia me quitaba las ganas de laborar y lo mejor de todo era que me pagaban por hacer lo que me gustaba”, aseguró.
LEA MÁS: ¿Qué pasó con?: Zoe, un regalo divino que alivió el dolor de la muerte
El exoficial dice que en estos últimos meses se ha pegado varias escapaditas con la esposa dentro del país y ya hasta sacó el pasaporte para viajar pronto al extranjero.
“Quiero ir a Nicaragua, pero con todo eso que está pasando allá tengo que esperar a que las cosas se tranquilicen para luego ir”, contó.