Mauricio Soto es un joven bombero de 26 años que está completamente enamorado de su profesión.
El 28 de julio del 2015 varios medios de comunicación lo entrevistaron porque, pese a lo irónico que suena, un incendio destruyó gran parte de la casa en la que vivía con su mamá. El recalentamiento de un sistema eléctrico en una cuartería, que estaba a la par de la vivienda, desató un infierno que pronto llegó hasta la casa del rescatista.
Soto vivió en carne propia el dolor y la desesperación que causa el fuego y eso lo hizo entender mejor su trabajo.
Pero, ¿qué pasó con Mauricio?
La vida del joven ha cambiado mucho. Ya no vive en la casa en la que se dio la emergencia, en Barrio México, porque decidió formar su propia familia y desde hace año y nueve meses se convirtió en el feliz papá de un bebé llamado Saúl. Ahora el joven vive en Moravia con su chiquito y su compañera de vida Lucía Monge.
"Todos estamos expuestos a sufrir un accidente o una emergencia y a mí, siendo bombero, me tocó ver como mi casa se quemaba. La experiencia que viví ese día fue terrible, pero eso me hizo más fuerte y me ayuda a entender el dolor de la gente cuando atiendo un incendio.
"Pero esa experiencia no solo me dejó malos recuerdos, me permitió darme cuenta de la generosidad de muchas personas y de la hermandad que hay en el Cuerpo de Bomberos, porque mis compañeros me ayudaron a reconstruir mi casa", relató Soto.
El fuego consumió por completo tres cuartos de la casa de Mauricio, pero el agua y el humo dañaron también las camas, la ropa y otras pertenencias que estaban en los lugares que el fuego no devoró.
Pese a las pérdidas económicas, Mauricio y sus seres queridos siempre tuvieron muy claro que lo realmente importante fue que ninguno resultó herido.
Agradecido para siempre
Al día siguiente del incendio Mauricio estaba alistándose para ir a trabajar cuando llegaron varios de sus superiores y le dijeron que se tomara el día para que empezara a remover escombros.
"Fue increíble porque mis compañeros hicieron recolectas para ayudarme a mí y a mi familia. Hasta camas sobraron porque nos dieron de todo. Por si fuera poco los bomberos que tenían conocimiento en construcción se pusieron de una vez a ayudarme a levantar la parte de la casa que se había quemado", recordó Soto.
En cuestión de dos meses ya la vivienda estaba completamente arreglada y el corazón de Mauricio y de su familia más lleno de agradecimiento que nunca.
"Esa fue una lección de vida muy grande y ahora cuando yo atiendo un incendio comparto mi anécdota, sobre todo cuando es una cuartería para que la gente vea a lo que se expone.
"Muchas veces los dueños de esos lugares no cuidan las instalaciones eléctricas y las sobrecargan sin pensar en los riesgos que corre la gente a la que le alquilan un cuarto, es una irresponsabilidad", añadió.
Otro susto
Mauricio dice que en noviembre pasado recibió un reporte mientras estaba trabajando en la que avisaron de un incendio en la dirección de la casa de la mamá. De inmediato llamó a una hermana y ella con voz desesperada le dijo que otra vez se estaba quemando la cuartería, por lo que pidió permiso y salió corriendo a su casa.
"Fue terrible yo iba de camino y reviví toda la desesperación de la vez que se nos quemó la casa, uno hasta llora de la angustia de saber que los seres queridos están en peligro.
"Esa segunda vez cuando llegué a la casa vi que la parte de la cuartería que se estaba quemando era la que estaba más alejada de mi casa y por dicha esa vez no nos afectó", contó.
Soto detalló que él y otras personas han interpuesto denuncias en el Ministerio de Salud para que cierren la cuartería, pero hasta el momento no han tenido respuesta.
"Espero en Dios que no nos llevemos más malas experiencias de ese tipo, porque es muy duro ver como la vida se le pone a uno cuesta arriba, sin embargo, con la ayuda de Dios y de los amigos, todo se puede superar", reflexionó.