La plaga de pulgas que le cayó a la cárcel de mujeres Vilma Curling Rivera, más conocida como el Buen Pastor, tiene desesperados a los funcionarios y a las reas.
Desde hace meses La Teja había dado a conocer el problema que existe en ese centro penitenciario, pero con los aguaceros de las últimas semanas los molestos bichos se multiplicaron.
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“Nos reportaron que los hijos de las privadas de libertad que viven en el centro estaban mostrando picaduras de pulgas por lo que tuvimos que tomar medidas inmediatas”, explicó Kennly Garza, subdirectora de la prisión.
“Nosotros en el centro tenemos fumigaciones programadas cada tres meses, pero debido a la situación que se estaba dando en los últimos días de agosto tuvimos que hacer una intervención extra.
“Sacamos a las mamás y a los bebés durante todo un día del módulo de maternidad y fumigamos los dormitorios, las zonas verdes, la clínica y hasta quitamos las láminas del cielorraso para fumigar en el techo”, explicó Garza.
La funcionaria dice que con la fumigación se redujo el pulguero, pero la gran cantidad de gatos y mapaches que hay en la prisión podría provocar que las pulgas vuelvan a la carga.
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“Hemos tenido reuniones con la gente del MINAE, pero ellos lo que hicieron fue recomendarnos hacer un proyecto para mejorar el tratamiento de residuos y así evitar que los mapaches sigan llegando a buscar comida al centro.
“Unos trabajadores del Senasa llegaron a hacer una visita, pero no llegamos a nada en concreto, fue la visita y nada más”, agregó la mujer.
Por su parte, Allan Sánchez, director regional del Área Metropolitana del Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa), dijo que ellos no tienen vela en ese entierro y que son los encargados de Adaptación Social los que deben buscar una solución al problema.
Buscan soluciones.
La subdirectora del centro dice que entre ellos han tratado de buscar a familias que adopten los mininos.
“Nosotros y las privadas de libertad estamos anuentes a perseguir a los gatos, atraparlos y ponerlos en jaulas para darlos en adopción, pero necesitamos a personas y organizaciones que nos ayuden a buscarles un hogar o al menos castrarlos para que no se reproduzcan más”, argumentó.
Garza contó que hace unos días le encontró casa a tres gatitos bebés, pero les ha costado mucho que la gente adopte los gatos adultos, los cuales son mayoría en la prisión.