El próximo miércoles 26 de julio, Alina Viales Salas habría cumplido sus 26 años, pero lamentablemente fue víctima de un asesino que le arrebató su vida y la dejó tirada en una construcción abandonada.
Pese a que la joven ya no está físicamente, su mamá, doña Cynthia Salas, le celebrará su vida con un queque y en compañía de su familia, quienes han sido su principal fortaleza ante la dolorosa ausencia de su hija.
“Pensamos comprar un queque y reunirnos como cuando ella estaba viva, nos reuníamos para conversar”, dijo la mamá.
Alina fue hallada sin vida el lunes 20 de febrero anterior, a las 2:12 de la tarde; sin embargo, la autopsia determinó que su homicidio ocurrió un día antes. Un golpe en la cabeza fue el que le quitó su vida, a ella la dejaron desnuda y fue hallada por un grupo de hombres que se acercaron a las ruinas de una construcción en Liberia, Guanacaste.
Esta madre dice que deja todo en manos de las autoridades y confía que haya justicia por su hija, pero nada los hará olvidarla y cada vez que pueden hacen las actividades que a ella le encantaban, como una manera de honrar su vida.
“Hace dos meses anduvimos en la playa, a ella le gustaba mucho el mar y la naturaleza, solo los de la familia nos fuimos para la playa y recordamos todos los momentos con ella.
“También un día soñé con ella, en el sueño la vi viva y hablándome, aunque mi mente sí sabía que ella ya no estaba con nosotros, quería que siguiera el sueño para seguir viéndola”, manifestó doña Cynthia.
La última vez que madre e hija compartieron fue 15 días antes de su muerte, cuando se vieron en la casa de la abuelita materna de Alina.
“La última vez que la vi fue cuando llegó a casa de mi mamá, le llevó una hamburguesa a mi sobrino, nosotras estuvimos compartiendo mucho rato, ese era su día libre y al siguiente tenía que trabajar en un bar-restaurante”.
Alina vivía sola en barrio La Gallera de Liberia, pese a su libertad siempre estaba pendiente de su mamá y frecuentemente le mandaba mensajes o la llamaba para ver cómo estaba.
“A mi hija le gustaba ser independiente, tenía tres años de vivir sola, siempre nos hablábamos por mensajes y no tuve sospechas que ella estuviera en peligro.
“Ella me escribía: ‘Te amo madre’, entonces yo la llamaba”, recordó doña Cynthia.
La peor llamada que recibió
La última vez que mamá e hija conversaron fue el 17 de febrero anterior, la señora supo que su hija estuvo hablando con otros familiares por lo que pensó que todo estaba bien.
“Estuvo hablando con una sobrina y una hermana, a quien incluso le dijo que iba para Liberia que la había dejado el bus, pero que estaba esperando otro, hubo comunicación con la familia, no hubo una sospecha que se desapareció.
“Eran los últimos días que iba a trabajar porque ya iba a entrar a la universidad, ya había matriculado”, mencionó la mamá.
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Ella se enteró de la tragedia por medio de una llamada del OIJ y de una vecina.
Doña Cyntia guarda como un tesoro parte de la bisutería que su hija realizaba como parte de un emprendimiento que tenía.
“Le encantaba hacer bisutería, también guardo sus diplomas”, manifestó está mamá.
Alina estudiaba Turismo y tenía la ilusión de graduarse de esa carrera para tener un mejor futuro.