El oficial Alexánder Arias Cordero le llevó tranquilidad a una humilde familia de Buenos Aires de Puntarenas, ellos recibieron un diario que les permitirá alimentarse durante varios días ante la difícil situación que viven y que se ha complicado por el COVID-19 en un montón de hogares.
Arias estaba haciendo un patrullaje por la zona indígena, cerca del río General en la carretera Interamericana Sur, cuando vio a un muchachito de 13 años vendiendo aguacates.
Me cautivó su valentía y esfuerzo por vender. Me detuve y parqueé la moto, le compré unos ricos aguacates y le dejé unas botellas de agua, unos jugos que andaba y unas galletas que recién había comprado. Conversé con él. Le pregunté su nombre. Jeremy, me respondió con sus ojos cafés y su mirada profunda.
“A la distancia estaba su madre, Jineth, cuidando a sus hijos menores, en una sencilla casa que había construido doña Jineth con sus propias manos. Unas latas oxidadas y unos pedazos de madera eran la base, más unas bolsas negras y sábanas rotas para protegerla, el piso es el suelo de tierra y la cama unos colchones viejos”, describió el oficial de la delegación de Río Claro de Golfito.
El policía asegura que su corazón se llenó de recuerdos, pues asegura que también tuvo una infancia muy dura.
“Recordé que yo también pasé necesidad y hacíamos de todo por salir adelante, todo lo bueno, aclaro. Pero, este caso era más complicado que el mío. Agradecí a Dios haberles dado las fuerzas a mis padres para sacarme adelante y enseñarme a luchar por lo que quería.
"Hice una publicación en mi perfil de Facebook para ver si alguien se unía a apoyar a la familia, para mi sorpresa una persona me contactó y donó dinero para comprarles comida”, dijo el oficial, quien bretea desde hace siete años para el Ministerio de Seguridad Pública.
Con la ayuda que un joven limonense le dio al policía, le pidió permiso a su jefe y se fue a comprar al súper algunos de los productos más necesarios, la administradora del súper conversó con el oficial y él le contó de Jeremy y su familia, por lo que la mujer le regalo leche y cereal para los chiquitos.
El oficial y sus compañeros fueron a la casa de la familia para entregarles los víveres.
“Casi no podíamos hablarnos, ella lloraba y agradecía, yo tenía un nudo en la garganta y solamente tenía ganas de abrazarlos, pero no podía por el COVID-19. Me despedí de ellos con el corazón hinchado de alegría, agradeciendo a Dios por esta bella profesión que me permite conocer muchas personas y por tener ahora nuevos amigos”, dijo Arias.
Este policía espera más adelante poder ayudar a la familia para que tengan una casa digna y no se tengan que bañar en el río, pues no cuentan con electricidad ni agua potable.