Lisbeth Rivera Espinoza cree que sobrevivió a un aparatoso accidente de tránsito en moto para ser testigo del gran cariño que le tienen sus compañeros y muchas personas de la zona sur del país.
Ella es una policía del grupo especializado Lince y, además, es cruzrojista voluntaria.
Su vida estuvo en peligro la madrugada del viernes 29 de mayo anterior, mientras colaboraba como escolta en un convoy de traileros que iba cruzando de frontera a frontera, una medida que se tomó con los transportistas por el COVID-19.
La moto que manejaba derrapó y se estrelló contra unas islas que están en la carretera en el cruce de Río Claro, en la zona sur. La oficial estuvo inconsciente por dos días y el pronóstico fue reservado, ya que los doctores pensaban lo peor por los fuertes golpes que se llevó en la cabeza.
Sin embargo, ella reaccionó luego de que le hicieron un TAC en el que se reflejó que no tenía nada.
“Es un milagro de Dios que los exámenes salieran bien, a pesar de la forma en que ocurrió el accidente. Estoy en casa, recuperada y fuera de peligro, ha sido una bendición”, expresó la valiente uniformada.
Lisbeth cuenta que cuando recuperó la consciencia se sorprendió por el montón de mensajes que tenía en redes sociales y WhatsApp de personas preocupadas por su salud.
“Es increíble las cosas que a uno le pasan para darse cuenta de la cantidad de gente que se preocupa, la verdad no me lo esperaba, tenía mensajes, comentarios en redes sociales y muchas muestras de cariño de personas que dijeron que rezaron por mí”, contó.
Del momento del accidente, lo único que recuerda es cuando iba cayendo.
“Sé que iba rápido, tampoco sentía sueño, pero la calle sí estaba muy mojada porque estuvo lloviendo toda la noche. Recuerdo que había un ceda por un cruce, entonces bajé un poco la velocidad y la moto derrapó.
“Lo último que recuerdo fue que la llanta pegó en algo y luego cuando ya iba para el suelo. Mis compañeros dicen que cuando la moto derrapó, esta se fue rastrillada y pegó contra un muro de una isla de canalización. Pero yo no sé nada, me perdí por dos días, me perdí del mundo”, recordó.
Uniforme y casco fue un gran escudo
Rivera considera que el equipo que andaba la protegió bastante, tanto el chaleco policial como el casco.
“Cuando reaccioné el doctor me dijo: ‘Esto que usted vivió no es algo que se ve’. Para ellos y para mí esto es un milagro de la vida”, mencionó.
Aunque asegura que para ella las oportunidades de vivir son de todos los días.
"Mi pensar es que las oportunidades son del día a día. Usted se acuesta a dormir y al otro día, cuando abre los ojos, es una oportunidad de vida, así lo veo yo. Pero después de pasar por un accidente como este, que los pronósticos de los doctores del hospital de Golfito no eran alentadores, pero que los TAC que me hicieron salieran sin nada, es un milagro”, insistió.
Ella regresa a trabajar este lunes 8 de junio.
“Espero seguir haciendo lo que me a mí me gusta, ser policía Lince (policías expertos en hacer maniobras y utilizar armas en moto). Hice este curso que es muy duro y estoy capacitada para seguir siéndolo, dependo de mis jefes y ellos son los que van a decidir dónde me van a poner, pero si el día que me integro me dicen: ‘aquí está esta moto’, por supuesto que la voy agarrar, no lo voy a pensar dos veces”, dijo.
A esta valiente mujer la admiran porque ha pasado por momentos fuertes, como la perdida de su único hijo de tres años.
“Creo que toda persona luchadora va a seguir siendo lo que es, siempre y cuando uno esté agarrado de Dios y de la familia, ellos son un soporte muy importante para mí, solo hay que vivir”, concluyó.
Rivera maneja moto desde hace más de 15 años y este es el primer accidente que sufre.
En la zona sur solo hay cinco policías linces y en toda la región solo ella es mujer.