Pioja llegó a tener el máximo respeto de poderosos narcos como el Indio, el Pollo, el Gringo y en la actualidad de hasta Los Lara.
Este nivel de respeto es muy interesante para las autoridades, quienes lo capturaron este martes en medio de 32 allanamientos.
Además de este respeto, se conoció que Pioja prefería manejar un perfil bajo y no ser ostentoso, aunque por día -en apariencia- ganaba ¢10 millones con la venta de drogas.
Sus apellidos son Rodríguez Chaves y tras su captura luce avejentado y descuidado en su aspecto físico. Es de estatura pequeña, es panzoncillo y hasta mal encarado; sin embargo, los que lo rodean le tienen aprecio y respeto.
Las autoridades señalan que Pioja no es un hombre pacífico, pero tampoco usaba una violencia desmedida como otros narcos.
Descubrieron que él prefería negociar con las demás bandas y que incluso podía perder (ventas, territorio) con tal de evitar conflictos y así ganar alianzas.
Este tipo de perfil no levantaba en un principio sospecha policial, además que siempre se describió como comerciante; sin embargo, nunca se le conoció un trabajo formal.
Desde el 2000 su nombre comenzó a sonar, cuando vendía drogas en Hatillo y alrededores, pero los años pasaron y fue escalando puestos hasta convertirse en el dueño de los búnkers. El OIJ le seguía los pasos a profundidad desde hacía dos años.
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Alquilaba casas y negocios
Las autoridades señalan que Pioja es un supuesto narcotraficante de barriada, pero ganaba mucho dinero, siempre mantuvo su “negocio” en barrio María Reina de los Ángeles, en Sagrada Familia, San José.
Pese a tener un perfil bajo, se daba sus gustos y también se los daba a sus seres más cercanos, como una gran cantidad de joyas, todas en oro, dinero hasta para tirar para arriba, carros de lujo, vivir en el condominio Brisas del Oeste, en Sabana suroeste, entre otros.
Trascendió que maneja testaferros y por medio de ellos alquila casas, apartamentos, un supermercado, verdulerías, licoreras y hasta una tienda de ropa de mujer; al parecer, era la forma de lavar el dinero que obtenía de la supuesta venta de drogas para hacerlo pasar como lícito. Durante 20 años esa fue la manera de fortalecer su imperio, sin hacer tanto ruido.
“Rodríguez Chaves era una figura icónica en el crimen organizado de la zona y que ha regentado este sector de María Reina de los Ángeles por muchos años”, dijo Wálter Espinoza, director del OIJ.
Este miércoles Rodríguez seguía a la espera de que le dictaran medidas cautelares junto con los miembros de la banda a los que también detuvieron, entre ellos su única esposa, una mujer de apellidos Matamoros Alfaro.
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Poderosos cayeron primero
Irving Alejandro Guido Torruño, alias el Gringo, fue asesinado el 16 de diciembre del 2017, su cuerpo recibió 139 puñaladas, principalmente en cara y cuello, y luego fue tirado en el bajo Los Ledezma, en La Uruca.
Marco Antonio Zamora Solórzano, alias el Indio, fue condenado por el Tribunal Penal de Pavas en febrero del 2015 a 70 años de cárcel.
Luis Ángel Martínez Fajardo, alias el Pollo está recluido en la cárcel La Modelo, en Managua, descuenta desde el 2015 una pena de 18 años por el delito de tráfico internacional de drogas y 12 años por crimen organizado.
Los Lara son una organización narco que le sigue dando problemas a las autoridades.
Más neuronas, que musculos
Gerardo Castaing, criminólogo y exagente del OIJ, dijo que lo hecho por el grupo de Pioja podría tratarse de una tendencia que se está empezando a ver en grupos criminales que prefieren la visión empresarial por encima de la violencia.
“Históricamente los traficantes han luchado por ganar territorios y eso lo han hecho de manera violenta, también para enviar un mensaje de miedo a los grupos que están en esos mercados.
“Pero conforme pasa el tiempo y cambia la sociedad los delincuentes van a tender más a usar las neuronas que los músculos, entonces es muy posible que esa gente haya apostado por el funcionamiento estructural y gerencial”, destacó.
Castaing dijo que esa movida no solo les permitió mantener un perfil bajo, sino que también se ahorraron en otros “gastos”.
“Eso posiblemente les permitió manejar mejor calidad de drogas a un menor precio, lo que de cierta manera hizo que los adictos prefirieran a ese grupo.
“También evitaban la reacción policial relacionada con asesinatos, así como evitaban la utilización de sicarios y trabajaban desde el punto de vista empresarial”.