Piloto que falleció en accidente aéreo era muy querido y ahora entendemos porqué

El principal recuerdo que dejó el piloto Carlos Noguera Escalante en sus colegas se resume en una frase: era un gran tipazo.

Así lo recuerda Carlos Eduardo Vargas, un piloto pensionado, quien coincidió con Noguera en varias ocasiones en los aeropuertos.

Recordó que a don Carlos, de cariño él le decía Frutini, como los confites. Ese apodo viene porque el papá de él también era piloto y le decían Caramelazo.

“Noguerita, como también le llamaban, era un tipo con un corazón inmensamente grande, un tipo con unos sentimientos buenísimos. Por ejemplo, digamos él iba por un avión y lo veía a uno por ahí y prefería devolverse para saludarlo a uno y después se montaba en el avión.

“Tenía mucha cultura, nunca lo escuché decir malas palabras, ni hablar mal de ningún otro colega; como le digo, tenía un corazón grande, era la humildad caminando”, señaló Vargas.

Sostuvo que además de esa parte personal, también tiene grandes recuerdos en su área profesional.

“Él como piloto siempre fue supercuidadoso, tanto antes de empezar un vuelo, como después de terminarlo; revisaba bien el avión, pasaba la lista de chequeo.

“Nunca andaba corriendo en nada; o sea, era demasiado cuidadoso con su forma de operar los aviones y su trabajo; nunca le encontré algo en lo que yo tuviera que decir, mirá está haciendo tal cosa mala o algo así. Para mí fue más bien demasiado minucioso en su trabajo diario, era excelente, claro”, manifestó el colega de Noguera.

Vargas señaló que tenía más de veinte años de conocer a don Carlos y sabe que era una persona muy esforzada.

“Estuvimos en una época muy conflictiva en la que nos despidieron a un montón de pilotos y después nos contrataban, luego nos volvían a despedir. Recuerdo que volé avionetas, taxis aéreos y más de una vez coincidimos en los vuelos, así como en algún destino que nos encontramos por ahí”, señaló.

La última vez que se vieron fue en el 2017, cuando fueron compañeros en un curso que dio la compañía Volaris Costa Rica, en la que, incluso, le tomó fotos y ahora las guarda como un gran recuerdo.

“Desgraciadamente, él no continuó, no sé por cuál motivo sería, pero él sí hizo el curso inicial, luego fuimos a México a hacer la parte de simulador de vuelo, se devolvió a Costa Rica y siguió volando los aviones monomotores”, señaló.

Noguera murió junto con el joven piloto Ismael Alvarado Garita, de 23 años, el 16 de julio anterior, cuando salían de la pista de Carate de Puerto Jiménez, zona sur del país. Por razones que aún no están claras se estrellaron y la aeronave alzó en llamas provocando la muerte de los aviadores.

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Impactado por accidente aéreo que cobró dos vidas

Vargas recuerda que el avión Piper Séneca, en el que volaban los pilotos, era un avión muy bueno. Nunca lo voló, pero otros colegas lo hicieron y, además, él conocía las características.

“Contaba con dos motores de 210 caballos, cada uno turbocargados y, aparte de eso, el avión tenía una conversión en la cual le modifican los flaps (especie de aleta en el ala) para que la nave pueda despegar en distancias mucho más cortas y esa pista era de juguete para ese avión, realmente, y más que venían vacíos.

“Me sorprendió muchísimo que haya pegado un ala y que un pedazo de esa ala se encontrara en una rama quebrada antes de que el avión tuviera un impacto en la tierra; o sea, que efectivamente pegó, pero ¿por qué pegó? Eso es lo que no se sabe hasta que termine la investigación”, expresó el piloto Vargas.