Una pijama, una almohada y un celular al que le suena la alarma todos los días a las 8:30 a. m. son los principales tesoros para una madre que sufre por el asesinato de su hijo.
Estos objetos eran los que usaba Carlos Francisco Pérez Miranda y ahora están en manos de su mamá, doña Kattia Miranda.
Para ella hay un poquito de paz porque las juezas Laura Chinchilla Rojas, Siany Mata Sánchez y Karla Campos Rodríguez, del Tribunal Penal de Heredia, condenaron al responsable de quitarle la vida a su hijo, a quien de cariño le decían Coquito.
El sentenciado se llama José Luis Arguedas Lépiz, de 24 años, quien es señalado como un hombre violento, quien no sabe manejar sus emociones.
La jueza Chinchilla, incluso, le manifestó al condenado que tuvo un pésimo manejo de la ira y la masculinidad, así como un gran desprecio por la vida.
Estas palabras se las dijo el 18 de abril anterior cuando a Arguedas le impusieron una pena de 22 años de cárcel.
Arguedas vigiló, discutió, persiguió en su carro y mató a Coquito luego de enterarse que el joven había conquistado el corazón de su exnovia, llamada Katherine Lépiz.
Lépiz declaró en contra de Arguedas y le llevó justicia a Coquito. Ella también señaló ser víctima de violencia doméstica por parte del sentenciado.
La mamá de Pérez asegura estar tranquila, porque sabe que crió buenos hijos y que ellos son el reflejo de los valores que siempre les dio, afirma que quisiera volver a ver y abrazar a su Coquito, pero al no poder hacerlo se refugia en recuerdos y los objetos que él dejó.
“Uno queda con un poquito de tranquilidad y paz, pero lo que nunca va a desaparecer es el vacío de mi hijo, han pasado once meses y no hay día que no lo extrañe, que no lo llore y no hay día que no desee que mi celular suene y que sea él.
“Tengo el teléfono que era de él y suena todos los días a las ocho y media de la mañana, la música que él le dejó, era su alarma para alistarse para ir a su trabajo en una tienda, pero a esa hora siempre me llamaba”, manifestó esta mamá.
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Esta madre además usa la pijama de su hijo para buscar su olor y hasta sentir que la abraza.
“Duermo con la pijama y la almohada de él, hay cosas personales de él que no he podido sacar, el dolor no me deja, tal vez en algún momento de la vida.
“Sé que él descansa y que ya no me lo van a maltratar, pero cuando yo lo quiera ver es solo por sus fotos, videos o ir a la bóveda”.
Sin arrepentimiento
Durante el juicio la mamá y varios familiares tuvieron que soportar ver los últimos minutos de vida de su ser querido, pues como parte de las pruebas hubo videos, audios y testigos que vieron el actuar de Arguedas.
En estos se reflejó cuando la víctima intentó salvar su vida al irse en su moto, pero Arguedas lo persiguió con su carro en el que además llevaba un machete.
La persecución inició desde San Bartolomé, en Barva de Heredia y terminó en San Josecito de San Rafael, también en Heredia, donde lo atropelló. La víctima cayó en la cuneta, pero el sujeto lo habría movido hasta la calle y antes de huir le dijo que no se le iba a escapar.
Coquito fue llevado al hospital San Vicente de Paúl, en Heredia, donde murió. Esta salvajada ocurrió el domingo 22 de mayo del 2022.
“Bendito a Dios hubo testigos cuando pasó todo y le llevaron justicia a mi hijo, fue muy duro escuchar todo eso”, señaló doña Kattia.
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La señora agradece que hubo justicia terrenal y asegura que en algún momento la justicia divina también va a obrar, porque afirma que de esa nadie tiene escapatoria.
“Como madre le pregunté a los fiscales si veían a ese hombre (Arguedas) arrepentido, pero me dijeron que no lo veían arrepentido y lo comprobé durante los cuatro días de juicio y ese sujeto se declaró inocente y dijo que no había hecho nada, la prepotencia me dejó bien claro que definitivamente lo que criaron fue un monstruo, porque los hijos son el reflejo de los papás”, expresó.
Coquito fue sepultado en Sarapiquí, de donde era oriundo.
Doña Kattia agradece que este hombre no esté libre, porque considera que es un peligro para la sociedad e incluso para la expareja de él y los dos niños que tuvieron.
“Sé que las mamás siempre defendemos a los hijos, pero hay actos que no se pueden defender, uno como mamá debe entender que los hijos deben de aprender y responder por lo que hacen, todo acto tiene sus consecuencias”.