Don Freddy Cardoza Sánchez les dio una lección de humildad a los cuerpos de socorro que buscaron el carro en el que viajaban Mileidy Alpízar Venegas y Marcel Gustavo Espinoza Morales, quienes fallecieron al caer con el auto en las aguas del río Grande de Térraba.
Cardoza, de 60 años, es un pescador aficionado y amigo de la familia del papá de Mileidy, por lo que fue uno de los primeros en llegar, el pasado lunes 16 de agosto, a la comunidad de Disciplina, en Buenos Aires de Puntarenas, para apoyar cuando trascendió la noticia que el vehículo había caído al río.
El matrimonio sufrió el fatal accidente la noche del domingo 15 de agosto cuando regresaban a su casa de Ciudad Neily luego de visitar a la mamá de Marcel.
Cardoza les dijo a los socorristas que el carro lo hallarían más rápido si lo buscaban con imanes, ya que el agua estaba muy sucia y no se podía ver nada, pero su consejo les entró por un oído y les salió por el otro.
También les comentó que ese vehículo tenía que estar muy cerca de donde cayó, porque el metal, el hierro y otros materiales del chuzo son pesados, pero era como hablar con una pared.
“Uno conoce el caudal que hay en esta época del año, uno puede decir cómo es la corriente y sobre las posibilidades de que arrastrara el vehículo. Les pregunté a los socorristas qué pensaban y me dijeron que el auto había sido llevado uno o dos kilómetros río abajo, por lo que les comenté que no era posible.
“Tenía que estar entre unos setenta y cinco metros o unos cien metros de donde cayó, lo sabía porque vi la marca que me indicaba que el agua había subido unos tres metros y en ese lugar hay muchos troncos y rocas grandes, por lo que algo tenía que haber detenido el vehículo. Tampoco les creí la teoría de que las bolsas de aire habían explotado y eso permitió que el carro fuera arrastrado, porque estas sirven solo para el momento y luego se desinflan”, recordó Cardoza.
Al día siguiente, el martes 17 de agosto, Cardoza llegó de nuevo y se percató que los rescatistas estaban bajando las balsas y comenzó a ayudar, pero se desilusionó al escucharlos hablar.
“Ellos decían: ‘uno, dos paso adelante; tres, cuatro, paso atrás, ¿entendieron?, vamos a practicar’. En ese momento pensé: ‘¿practicar?, ¿pero cuánto tiempo llevan de estar juntos?, ¿cuántas capacitaciones?”, pensó.
Cardoza se agüevó más cuando se percató que había olvidado los imanes, pero llamó a un amigo y le pidió que le llevara unos.
Antes de que llegara su amigo vio a un empleado de la empresa piñera Pindeco que tenía unos imanes, por lo que se los pidió, pero este le dijo que solo se los daría a los cruzrojistas.
“Como uno es un pobre campesino, no creen en uno. Le dije a un socorrista que me prestara el imán que les llevaron y me respondió: ‘No, el imán no lo vamos a usar, porque tenemos nuestros instrumentos’. Seguí creyendo en mi teoría y esperé a que me llevaran los imanes que había pedido”, comentó.
Los socorristas utilizaron equipos especializados de búsqueda y rescate avanzado, buzos y drones.
A los minutos le llegó su amigo con un parlante, que Cardozo destruyó para sacar tres imanes, los cuales amarró a una cuerda de nylon.
“Antes de bajar al playón, aunque no soy muy católico ni muy cristiano, creo en Dios, por lo que en ese momento recé y les dije a los muchachos (Marcel y Mileidy) que me dieran la oportunidad de encontrar respuestas”, recordó.
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Luego Cardoza comenzó a lanzar el cable como si estuviera pescando.
“Jalaba el cable despacito y sentí que pegó, pero pensé que podía ser en una piedra, pero al tirarlo nuevamente volvió a pegar. Me corrí unos cuatro metros y no pegó, entonces me devolví y volvió pegar, vi al padrastro de Marcel, lo llamé y le conté, por lo que él tiró y también le pegó.
“Un amigo de nombre Adrián también lo tiró y creyó lo mismo, que ahí estaba el carro y me dijo: ‘vaya llame a la gente’, pero no quise buscar a la Cruz Roja, a los Bomberos ni a la Fuerza Pública porque sabía que no iban a creer porque habían dicho que ellos tenían su tecnología y habían barrido el área, pero ellos no pasaron por ahí, ni siquiera con las balsas”.
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“Me quedé viendo a don William, el papá de Mileidy y le dije lo que había pasado, desde la oración hasta que lancé los imanes, por lo que le dije que quería hacer una prueba de descarte”, recordó.
El papá de la muchacha lo terminó de confirmar al tirar el imán y ver que este se quedaba pegado, por lo que quería meterse, pero no lo dejaron, así que se metió un muchacho y llegó hasta el automóvil, le tocó el techo, el agua solo lo tapaba un metro aproximadamente y estaba sobre un banco de arena, justo donde Cardoza dijo desde un principio.
Los allegados se lanzaron al agua y gritaron que habían encontrado el carro, por lo que don William le agradeció a Cardoza, ya que en ese momento creían que la pareja seguía atrapada dentro del auto.
Poco después los rescatistas llegaron donde Cardoza hizo el hallazgo.
“Si hubiesen hecho una buena revisión o usado la tecnología que llevaban desde el primer día dan con el carro. Les faltó creer en las personas que somos de la zona, les falta humildad y les dimos una lección de humildad. Me disgustó tanto protocolo y creer que lo saben todo”, aseguró el humilde pescador.
Uno de los imanes se lo dejó el papá de Mileidy, mientras que los otros dos quedaron pegados al carro. Cuando lo sacaron los muchachos no estaban adentro, pero fue la primer pista que permitió encontrar sus cuerpos.
En apariencia trataron de salvarse, pero murieron en el intento. Sus cuerpos fueron arrastrados 34 kilómetros río abajo.