A eso de las 9.00 de la mañana de este 18 de setiembre, Yosselyn Bejarano Villegas de 26 años y Jonathan Rojas Murillo de 40, desayunaron en su casa, en Pavas Centro, cafecito, gallo pinto, natilla y un buen pedazo de pan. Tenían menos de 5 horas de haber llegado a su hogar después de haber vuelto a nacer. El café les supo a milagro. Lloraron. Le dieron gracias a Dios y entendieron que para siempre van a recordar el 17 de setiembre como el día en que volvieron a nacer.
Esta pareja fue la primera que salió caminando del bus de la empresa Alfaro luego de que éste se fue al fondo de un barranco en Cambronero, el sábado 17 de setiembre. El bus salió de San José e iba para Bolsón de Santa Cruz, Guanacaste.
Desde su casa en Pavas nos atendieron muy amablemente. Todos golpeados, raspados, cosidos, pero agradecidos porque ahora saben que son milagros vivientes.
“Vieras que nosotros sentimos algo desde que el bus salió. Algo extraño. Uno siente en el pecho algo que no lo deja estar en paz. Nosotros vamos mucho a donde nuestra familia, yo soy de Quebrada Honda de Nicoya, entonces íbamos para donde la familia”.
“Mi novio me dijo cuando empezó a llover y al ver por la ventana el río al fondo, ‘amor, vea qué feo se ve el cauce del río’. Casi de inmediato sentimos el gran golpe en el bus y de inmediato me acordé que yo estaba presintiendo algo malo”, nos explicó doña Yosselyn.
“No voy a olvidar que cuando íbamos para el fondo nos entregamos a Dios, porque entendimos que íbamos a morir. Estamos vivos porque Dios es muy grande y porque la virgencita de Los Ángeles nos protegió. Somos un milagro de Dios”, agregó la vecina de Pavas.
De Cambronero se los llevaron en ambulancia a la clínica de Esparza, de ahí los pasaron al hospital de Puntarenas para que les hicieran varias placas y en la madrugada de este 18 de setiembre los pasaron al Hospital San Juan de Dios en San José. A eso de las 5:00 de la mañana les dieron la salida.
“Tenemos demasiados golpes y raspones. Yo tengo varios golpes en la cabeza, mi novio tiene un golpe muy duro en la rodilla, la cara y el hombro, además de raspones en el brazo derecho. Pero eso no es nada, estamos vivos y agradecidos con la vida”, asegura doña Yosselyn.
Después del golpe y de caer al guindo, para ella pasaron segundos que se le hicieron eternos mientras el bus caía y caía, ¡sintió que nunca iba a parar! “Mi novio fue mi ángel, él me sacó, de no ser por él no sé qué me habría pasado”, recordó.
Al salir del barranco, lo primero que hizo fue buscar un celular para llamar a su mamá y confirmarle que estaba bien. Ya en la casa de su familia había tremenda desesperación porque estaban seguros que era el bus en que iban ellos.
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Al ir subiendo del fondo, increíblemente, estos novios se toparon con dos bolsos, justo los de ellos y cuando pidieron el teléfono el muchacho les dijo, este celular no es de ustedes, y sí, era el de doña Yosselyn. De la única forma que ella explica lo que vivió menos de 24 horas antes fue: “nosotros somos muy cercanos a Dios, siempre vamos a misa. Dios nos protegió, estoy completamente segura”.
En el caso de don Jonathan, él nos dice que la tragedia la vivió así: “se escucha el estruendo primero, después los árboles donde se van quebrando. Uno no escucha a la gente mientras va cayendo en el guindo. Cuando paró el bus al fondo del barranco se empezaron a oír quejidos, llantos, gente gritando los nombres de sus familiares”.
“Fue tanto lo que pasó en segundos, me golpeó tanta gente que iba cayendo encima, que realmente creí que me faltaba una pierna o un brazo. ‘Algo me tiene que faltar’, fue lo que pensé. Después de unos segundos, me revisé, intenté ponerme de pie y cuando pude, me desesperé por ayudar a mi novia y salir rápido. ¡No ve que uno piensa que se va a ir al río y el agua comenzaría a entrar!”.
A don Jonathan le costó dormir este 18 de setiembre y siente que por un buen tiempo así será, porque no se le borran de la mente dos imágenes que presiente lo acompañarán un buen tiempo de su vida. “Escuchar a la gente pidiendo auxilio y buscando a sus seres amados me marcará para toda la vida”, aseguró.
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“Vi a un muchacho muerto dentro del bus, con una pierna muy doblada, casi en la cabeza y cuando iba subiendo con mi novia vi al muchacho de la moto con el hermano agonizante en brazos, de hecho, me pidió ayuda, pero yo iba subiendo con mi novia, ni podía casi con ella ni con mi dolor, eso me marcó demasiado”, recordó.
Él explica que por más que suene trillada la frase de “volví a nacer”, cuando ya le toca a la persona vivir una tragedia, esa frase se vuelve la más querida. “Es un hecho que este milagro que Dios nos hizo lo vamos a recordar siempre y cada 17 de setiembre en especial”, concluyó don Jonathan.