Con solo ¢5 mil en la billetera, una maleta e ignorando quién los recogería y donde los llevarían, fue como Norman Solano Quesada y su pareja, Rosa Nelly Barquero Aguilar llegaron a Israel en marzo del 2013.
Ellos hicieron este largo viaje con la intención de vender uno de sus riñones y así ganarse unos ¢10 millones, según ellos esta plata les resolvería la terrible condición económica en la que se estaban ahogando por los préstamos.
Sin embargo, al poner los pies en el país del Medio Oriente vivieron una pesadilla de la que aún no han podido salir.
Esta pareja de Turrialba declaró este miércoles mediante una videoconferencia en los Tribunales de San José, por el caso de tráfico de órganos que se lleva a cabo contra cuatro médicos ticos y un comerciante griego.
Ambos confirmaron que ese paseo fue de terror, los trataron de delincuentes, los tocaron buscándoles drogas, los dejaron pasar frío y hambre.
Mencionaron que todo comenzó desde el 2012, por medio de una prima de Norman, de nombre Maureen Cordero, quien los convenció de vender el órgano, esta mujer (también víctima e investigada) fue quien los llevó donde el médico Francisco Mora Palma, entonces jefe de Nefrología del Hospital Calderón Guardia y quien figura como líder de la supuesta red.
Norman, sería quien donaría el riñón, pero cuando le hicieron los exámenes se dieron cuenta que no era compatible para donar, por lo que su compañera se ofreció con tal de mejorar la economía en la casa.
A finales de febrero del 2013, el doctor Mora fue quien les dijo que debían viajar a Israel, la pareja no tenía pasaporte, por lo que afirman que el mismo médico fue quien les dio la plata para estos trámites, e incluso, incapacitó a Norman por dos meses para que él pudiera viajar y acompañar a su amada.
Ambos salieron el sábado 16 de marzo del 2013 a las 11 de la noche del aeropuerto Juan Santamaría, la primera escala que hicieron fue en España y finalmente llegaron a Israel, donde la Policía de migración les preguntó las razones de la visita, dónde estarían, cuántos días y cuánta plata llevaban.
La pareja fue sincera y dijo que solo llevaban unos ¢5 mil, es decir para ese momento unos $10, que estarían unos dos meses de paseo donde unos conocidos, pero que no sabían sus nombres ni donde los tendrían. De inmediato las autoridades de ese país les preguntaron si eran exclavos, los interrogaron y no los dejaron salir de una sala.
“Nos trataron como delincuentes. Nos tocaron, no nos dieron comida. Es algo que no se lo deseo a nadie”, relató.
Norman y su esposa no sabían que hacer, para esos días en Israel hacía mucho frío, estaba en 4 grados y los dos se estaban muriendo de frío porque pensaron que hacía calor.
Cónsul fue como un ángel
Norman tuvo derecho hacer una llamada y así se comunicó con el cónsul identificado como Esteban, quien los visitó y les dijo que ya sabía las razones del viaje, por lo que debían colaborar o de lo contrario podrían descontar de 15 a 20 años cárcel en Israel.
La única forma para liberarse de esa situación era firmando una declaración jurada y luego ser deportados.
El cónsul les tomó la declaración, luego pidió que les dieran, comida, abrigo y hasta que les calentaran el agua para la pareja, pues en la sala estaban sin nada.
La pareja dio los detalles del porqué del viaje y luego los deportaron. El cónsul al ver que andaban sin plata les regaló $100, barras energéticas y chocolates para que pudieran hacer el viaje. Pero al subir al avión les quitaron la comida y los mandaron solo con los pasaportes y la única plata que les habían regalado.
Al día siguiente la pareja estaba de nuevo en el país. Sin plata, con más jaranas y con el recuerdo de un viaje de pesadilla. La pareja son papás de dos menores, pero después de toda esta situación se dejaron.
Este debate inició el 11 de setiembre y está previsto que finalice el 30 de noviembre.
Los acusados son los médicos de apellidos Mora Palma, los urólogos Maximiliano Mauro Stamati y Fabián Fonseca Guzmán, y el especialista en Vascular Periférico, Víctor Hugo Monge Monge, según la acusación del Ministerio Público.
El quinto implicado es el comerciante griego Dimóstenes Katsigiannis Karkasi, quien al parecer ejerció de intermediario entre Mora Palma y las personas a quienes se les quitó un riñón.