Héctor Blanco es uno de los rescatistas que ayudó a buscar a Allison Bonilla y dice que en lo único que piensa es en doña Yendry Vásquez, mamá de la joven.
Blanco, quien es un paramédico integrante de la organización Rescate Urbano, que le da apoyo al OIJ, asegura que los rastreos que hicieron en el botadero en San Jerónimo de Cachí, a cuatro kilómetros de la represa, lo marcaron por todo lo que representa la búsqueda para las autoridades, para los colaboradores y sobretodo para la familia de Allison.
Él en una ocasión habló con doña Yendry y dice que las palabras que ella le dijo nunca las olvidará.
¿Esta búsqueda lo marcó?
Sí, por todo lo que representa, especialmente porque cuando uno está en una labor de búsqueda lo que quiere es encontrar a esa persona o bien darle un alivio a la familia, por ejemplo, cuando uno hace una búsqueda en el mar, uno desea encontrar a esa persona que se perdió porque la familia quiere tener el cuerpo y darle sepultura, o cuando se estrella una avioneta uno va con la fe de hallar a las personas vivas.
En este caso han sido seis meses de ver a la mamá sufriendo y se le nota que quiere tener a su hija, uno desearía darle esa tranquilidad a esa mamá, aunque sea de darle sus restos.
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¿Qué tiene de diferente este rastreo?
Las condiciones han sido muy difíciles, la búsqueda ha sido diferente porque es encontrar a alguien que la depositaron en ese lugar, pero hay un sinsabor porque se ha hecho un gran esfuerzo, pero no damos con algo que nos lleve hacia a ella.
Hay que recordar que no solo hemos estado en el precipicio del botadero, la Cruz Roja realizó desde marzo rastreos en la represa de Cachí, en la laguna de Charrara, en la de Cachí, también en áreas boscosas, fincas. Toda la gente de la comunidad (ha ayudado), además de que el OIJ no ha parado de ver detalles para ampliar (las zonas de búsqueda).
¿Qué es lo que más lo impactó de estos rastreos?
Han sido únicos, porque nunca en mi vida había estado tres días seguidos haciendo un trabajo vertical, a una profundidad de más de trescientos metros con tanta gente trabajando al mismo tiempo, también con mucho equipo.
Por día movíamos casi una tonelada de equipo, llevamos herramientas para evitar que los implementos rocen con la pared. Se utilizaron más de mil metros de cuerda, también fue necesario llevar lámparas, extensiones y plantas eléctricas, porque las operaciones comenzaban desde las seis de la mañana y terminaban a las nueve de la noche.
Los investigadores judiciales tuvieron que ponerse arnés y también la antropóloga tuvo que descender y trabajar dependiendo de cuerdas, creo que es de las pocas veces o la primera vez que tuvo que bajar a doscientos metros de profundidad para que hiciera análisis de algunos huesos (resultaron ser de perro).
¿Qué impide dar con los restos de Allison?
Han pasado muchos meses y hay que entender que ahí vamos a encontrar un bulto (restos), probablemente lo que queda es el esqueleto y estos restos óseos pueden estar esparcidos por todo lado, inclusive puede haber animales como coyotes o felinos que tienden a llevarse parte de las presas a sus madrigueras, no se las comen ahí, porque ese lugar es parte del corredor biológico del río Reventazón.
Hay toneladas de basura, además en seis meses pudieron darse corrientes de agua que arrastran basura, sedimentos y llegar al río Reventazón. Es muy difícil localizar los restos.
¿Ha hablado con doña Yendry?
Un día llorando me decía: ‘quiero que me ayuden a encontrarla’. Aquí es donde a uno se le parte el alma de ver a una mamá dolida, casi se me salen las lágrimas de ver el sufrimiento de la mamá, uno es humano y no quiere ver a un familiar desaparecido.
¿Qué sentimiento les queda luego de días de búsqueda y no tener respuestas?
Hay un sinsabor, porque fueron tantos días de operación, la Fuerza Pública aportó mucho personal, la Cruz Roja con equipo, gente... realmente se ha buscado y se ha hecho un esfuerzo grande.