Lucía Mata Durán, quien murió atropellada cuando andaba en bicicleta el 29 de enero del 2017, acostumbraba regalarle a su papá, don Jenaro Mata, unos zapatos cada Navidad.
El último par que ella le dio fue para las fiesta navideñas del 2016 y fueron precisamente esos zapaticos los que se puso este viernes para asistir a los Tribunales de Goicoechea, donde declaró en el juicio en contra de un hombre de apellido Mora, quien es sospechoso de provocar el fatal accidente que acabó con la vida de su hija y de otros tres ciclistas.
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“Estos zapatos se ven así (aún buenos) porque los tenía guardados”, expresó el papá, quien quiere que le duren mucho porque los conserva con cariño por el gran significado que tienen.
Este papá, de 83 años, le contó a los jueces que Lucía aprendió andar en bici desde que tenía 8 años.
“Ella practicaba siempre los sábados y los domingos, en algunas ocasiones entre semana cuando podía”, recordó.
Los abogados le preguntaron que cuánto le había costado la bicicleta que ella andaba y él dijo que más de un millón de colones, que la había comprado con mucho esfuerzo.
Los papás de Lucía conservan lo que quedó de esa bici. Doña Clara Durán, la mamá, asegura que no la quiere botar porque no desea deshacerse de lo que a su hija tanto le gustó y costó comprar. Pero don Jenaro dice que quiere entregarla para que alguien aproveche las piezas como repuestos, porque cada vez que la ve le provoca mucho dolor y tristeza.
Pero esos nos son los únicos recuerdos que tienen de Lucía, ya que el señor también tiene un mechón de cabello de su hija bien guardado, el cual conserva dentro de una cajita que, según contó, llevará hasta la tumba pues que lo entierren con él.
No guarda rencor
En las afueras de la sala de juicio, don Jenaro dijo que perdonaba al acusado, a pesar de que le había robado a su “tesoro”, como él llamaba a su hija.
“Nosotros buscamos justicia y yo lo perdono, pero ahora tiene que buscar que Dios lo perdone. No tengo nada contra él, ni quiera Dios ni la Virgen, no quiero hacerle ningún daño”, expresó este valiente padre.
Don Jenaro dijo que Lucía era todo para ellos. “Era la consentida de la casa, nos hacía todas las vueltas, nos traía las medicinas, porque a uno viejo le cuesta todo eso”, dijo.
También aseguró que guarda todas las pertenecías de su hija.
“Las fotos y todo lo que ella dejó está bien guardadito, mientras nosotros vivamos todo estará guardado”, mencionó.
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El señor todavía tiene presente la última vez que vio a su hija con vida, el domingo 29 de enero del 2017.
“Se fue faltando veinte minutos para las cuatro de la mañana, ese día hizo café y le llevó a la mamá, luego se despidió de mí y me pidió la bendición”, recordó.
Luego recibió una llamada en la que le decían que su hija había tenido un accidente de tránsito, le pedían que fuera a recoger las pertenencias de Lucía, pero él de inmediato se fue para el hospital Calderón Guardia a buscar a su hija.
“A las siete y media de la mañana me llamaron, no sé de dónde, solo me avisaron del accidente, llegué al hospital y me descompuse al ver cómo estaba ella... muerta mejor dicho”, mencionó.
En el hospital le tuvieron que dar un calmante que lo mandó a dormir hasta el siguiente día, apenas se despertó volvió a buscar a su hija, allí recibió otro duro golpe por parte de los médicos.
“Me dijeron: ‘Ella no va a despertar nunca’, mi hija estaba toda golpeada", dijo el hombre.
Como consecuencia de esto perdió el apetito, sus vecinos en San Jerónimo de Moravia se preocuparon por su condición y en varias ocasiones le tuvieron que dar comida. “Una vecina me daba de comer como si fuera un chiquito”, dijo.
Don Jenaro recuerda que su hija le decía de cariño ‘Ñoñito’ y siempre le agarraba los cachetes, asegura que un padre daría la vida por su hijo porque es lo más especial que se llega a tener, afirma que es un amor puro y aunque la ha visto en sueños desearía recibir un abrazo de Lucía.