Las dos razones por las que algunos pandilleros de El Salvador que han integrado la Mara Salvatrucha y la Barrio 18 viajan a Costa Rica, es porque fueron amenazados de muerte o desean salir de esos grupos delictivos (algo prohibido en esas organizaciones).
Pero al llegar a suelo tico no los dejan entrar o su estancia no dura mucho porque la Policía Judicial y Migración rápido los deporta.
Así lo explicó Graciela Ramírez, especialista en maras y pandillas del OIJ.
Ramírez nos recuerda que estas organizaciones tuvieron origen en los 80 y 90 en Los Ángeles, California. Las conformaron migrantes salvadoreños, hondureños y guatemaltecos y el gobierno estadounidense, al ver el incremento de delitos, los envió a sus países de origen.
“Estando en sus países cometen bastantes delitos y la incidencia criminal comienza a aumentar, porque comenzaron a rivalizar entre las mismas pandillas”, dijo Ramírez.
Agregó que en Costa Rica se ha detectado a estos pandilleros, pero asegura que los tienen controlados: 10 están en las cárceles, algunos sentenciados y otros a la espera de sus condenas para luego ser deportados.
Hay cinco pandilleros ticos, dos están en prisión y tres bajo vigilancia. Estos costarricenses vivieron en Estados Unidos y fue allá donde se unieron a las maras.
10 años de investigaciones
La Unidad de Recolección de Información Policial (URIP) inició labores en el 2011, para controlar a estos sujetos que entran en el país.
Lo hace mediante operativos en fronteras y en la Gran Área Metropolitana, además tiene una oficina en el aeropuerto Juan Santamaría, allí realiza perfilamientos, les pregunta qué vienen a hacer al país y si tienen dónde quedarse, parientes y demás.
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Lo más conocido de esta gente es que se tatúa con símbolos propios de las pandillas a la que pertenece.
Cada tatuaje tiene un significado, por ejemplo, si han matado a un sujeto de otra organización se hacen uno. Estas marcas son un sentimiento de lealtad, muerte y amor a El Salvador.
Lo bueno es que estos tatuajes le facilitan al OIJ identificar y determinar si son posibles criminales.
La URIP forma parte de la Comisión Técnica Antipandillas, conformada por los países de América Latina con sus representantes policiales. Quienes la integran se reúnen una vez al mes y establecen medidas para combatirlas y evitar que surjan en otros lugares.
“Tenemos un control de respuesta inmediata con este centro antipandillas y de esta forma podemos acreditar si esa persona es o no pandillera, realizamos un informe y Migración se encarga de la condición migratoria de los sujetos”, dijo Ramírez.
Hace un mes, en el aeropuerto detectaron a un salvadoreño que entró legal, pero por el perfilamiento se enteraron de que era un marero y lo mandaron de vuelta.
“A pesar de que hemos detectado pandilleros en Costa Rica, no tenemos pandillas conformadas como tales gracias al control y a la rápida intervención entre otras policías”, dijo la experta.
Las autoridades judiciales afirman que ha disminuido el ingreso de pandilleros extranjeros al país ya que les cuesta establecerse.