Como la crónica de una muerte anunciada, literalmente, así fue el hecho de que Costa Rica, apenas en setiembre, haya superado el récord de asesinatos del año pasado.
Y es que el dato se vuelve mucho más preocupante cuando tomamos conciencia de que el 2022 no fue un año cualquiera, fue el más violento de nuestra historia y este 2023 lo superó, ¡en solo 9 meses!
¿Cómo un país que saca pecho diciendo que una de sus cualidades es la paz pudo permitir que llegáramos a esto? Ya son 655 personas que han perdido su vida de manera violenta, 655 familias que lloran a un ser querido, pero hoy parece que para la mayoría del país, y especialmente para nuestros gobernantes, es un día más. ¡No señores, el país se está desagrando!
Y es que esto no es nuevo, en esta columna y en este periódico desde enero venimos escibiendo regularmente cómo las cifras suben de forma preocupante, primero eran unos cuantos fallecidos más que en 2022, luego eran 100 más que el año pasado y ahora lo superamos y se dice podríamos llegar a 900 asesinatos.
En este tiempo se aprobó la Ley de crimen organizado (que costó que pasara, por cierto), que seguro ayudó, pero falta hacer más cuando el problema es tan grande. En estos meses también a algún genio se le ocurrió la brillante idea de proponer que los policías tengan menos días de descanso, sí esos que están en la primera línea de defensa de nuestro país en épocas tan violentas, esos que viven en delegaciones que parecen tugurios o viajan en patrullas que son bombas de tiempo.
Señor presidente, ya basta de sus peleas sin sentido contra la prensa, use esa energía para luchar contra los asesinos. Señores diputados, los hemos visto mostrar todo su enojo contra un trol, una exministra o en un pleito entre un empresario y el presidente, ¿para cuándo contra quienes nos matan? ¡Por favor, hagan algo!