“Llamé a la patrulla y todavía no llega. Ya avisé al 911 y nada que aparecen los policías”. Esta frustrante situación la hemos los ticos de cualquier parte del país y en cualquier momento.
Debido a la angustia nunca nos detenemos a reflexionar en qué condiciones se movilizan los oficiales, esos ángeles azules que llegan a ayudar.
Por ello es válido reflexionar acerca del lamentable fallecimiento del oficial Michael López Cruz, de 31 años, en el accidente ocasionado por el estallonazo de una llanta de la patrulla en la que iba junto a cuatro compañeros.
El vehículo policial se volcó violentamente y se salió de la vía la tarde del pasado lunes a un kilómetro del antiguo hotel Colón Caribe, dirección a Cahuita, Limón.
Un accidente ocurre en cualquier momento, pero hay lamentables situaciones que aumentan las probabilidades de una fatalidad.
De allí que las denuncias de la ANEP y Siteco deben ser investigadas con toda rigurosidad.
Mainor Anchía, presidente de la seccional ANEP-Fuerza Pública, aseguró que los oficiales se ven obligados a manejar vehículos dañados porque, cuando notifican las fallas mecánicas, son tachados de “rebeldes” y suelen recibir represalias.
“Ustedes son los responsables de que estos vehículos estén circulando en malas condiciones, y así hay muchísimos en todo el país”, reprochó el sindicalista a los jerarcas de Seguridad.
La ANEP publicó una bitácora escrita dos días antes del accidente por el oficial Arnulfo Barahona, la cual indicaba que las llantas de la unidad 4091 estaban en “pésimo estado”; además, la patrulla ya requería un cambio de aceite y tenía problemas en la rótula de dirección.
Terrible historia de una muerte anunciada.