A estas alturas del partido, o mejor dicho de la guerra contra el covid-19, las autoridades, todas incluidas: Salud, Fuerza Pública y Judicial deberían modificar por completo la estrategia. Ya les agarró demasiado tarde.
O dejan todo por la libre, al mejor estilo de Nicaragua, y en los centros médicos atienden los pacientes según lo que humanamente y los campos lo permitan, o endurecen las medidas al extremo. Ya es suficiente de paños tibios.
Repaso de lo ocurrido el fin de semana. Las tomaderas clandestinas de guaro ya no están solas, las actividades deportivas también entaron a jugar.
El Ministerio de Salud clausuró, la noche del sábado, un rancho en Pococí, Limón, donde hubo un torneo de artes marciales al que llegaron 120 personas.
El Rancho Guanacaste “tiene permiso para funcionar, pero en este caso se incumplió con el aforo (la cantidad de gente que podía entrar) y en ningún momento se gestionó el permiso para realizar este evento”, detalló Seguridad.
Y como es usual cada fin de semana, durante el sábado y la madrugada del domingo, las autoridades intervinieron 174 fiestas y otras actividades ilegales por todo lado.
Se irrespetaron, como siempre, las medidas sanitarias y hubo pelotas de hasta 300 personas. Y eso que no era fin de semana de pago.
Mientras en las noches y madrugadas ocurren estos desmadres, el centro de vacunación anticovid que la Clínica Jiménez Núñez abrió en la iglesia de Guadalupe, en Chepe, este domingo pasó casi vacío. Hasta las 11 a. m. (dos horas antes de cerrar), solo habían punzado a 14 personas.
Y así queremos salir de la pandemia.