Las imágenes brotan en las redes sociales a cada rato. Debido a la emergencia nacional por el COVID-19 y a la cantidad de tareas que han recaído en los distintos cuerpos policiales, las probabilidades de enfrentamientos entre las autoridades y los malamansados han aumentando significativamente.
Si respetáramos las órdenes giradas por el ministro de Salud, Daniel Salas, pues ni un solo policía necesitaríamos, sin embargo, como bien sabemos hay un deporte nacional que se llama “voy a jugármela” , aunque estos irresponsables también jueguen con su vida y con sus familiares.
Además de las tareas cotidianas a los oficiales les cayó velar por el distanciamiento social, el respeto de horarios de los locales, cantidad de clientes, y el desplazamiento regulado de vehículos.
Y a ese montón de tareas los mandan a la guerra. Es así como hemos visto una pandemia de insultos, con mujeres y menores de edad incluidos; golpes, botellazos y enfrentamientos a mano limpia en los que los oficiales son superados en número por los agresores, y en los casos “menos graves”, hasta burlas reciben.
Estoy muy orgulloso de vivir en un país de derecho, con altos valores por los derechos humanos, pero todo extremo es malo, tampoco es sano vivir en un país donde los antisociales tienen más derechos que los ticos honrados, pulseadores y respetuosos.
Ojalá que gobernantes y diputados analicen profundamente los retos que enfrentan los oficiales de la Fuerza Pública, Tránsito y Policía Municipal, para armarlos con leyes mas drásticas.