Hace hoy exactamente tres años que el país amaneció con una noticia tristísima.
Cinco universitarios habían sido asesinados de una manera atroz en una casa del barrio La Victoria, en Liberia.
Hoy aún surgen datos nuevos de aquella terrible masacre. En una conversación con La Teja, autoridades del OIJ revelaron detalles en relación con el asesinato llevado a cabo por Gerardo Ríos Mairena, el llamado “Monstruo de Liberia”.
Los funcionarios del OIJ cuentan que fue necesario proteger a una mujer que había tenido una relación con Ríos Mairena porque él la había amenazado de muerte.
El hombre le había dicho que si llegaba a andar con otro hombre la iba a tasajear (cortar en pedazos) a ella, a la hija y a la persona con quien anduviera.
Los investigadores se dieron cuenta de esas amenazas cuando Ríos Mairena era ya el sospechoso principal de la masacre de los estudiantes. La decisión que tomaron fue proteger a la mujer de día y de noche pero sin que ella lo supiera.
Así lo explica Flavio Quesada, actual secretario general del OIJ y quien hace tres años estaba en la Unidad de Recolección de Información Policial de la Oficina de Planes y Operaciones, cuerpo en encargado de dar apoyo cuando lo requieran otras delegaciones judiciales.
Quizás por temor, la mujer amenazada por Ríos Mairena nunca lo denunció, pero sacó a su hija de Liberia. Las autoridades supieron de la amenaza cuando entrevistaron a personas cercanas a esa mujer, hasta quienes llegaron por haber descubierto, durante la investigación, que había tenido una relación con Ríos Mairena.
Aunque no hubiera denuncia, las autoridades no podían pasar por alto la amenaza y por eso una pareja de agentes judiciales empezó a protegerla en secreto para evitar que fuera asesinada.
“Ya teníamos seis víctimas, cinco fallecieron por heridas de puñal, además cuando Gerardo Ríos estuvo en la cárcel apuñaló a una persona, entonces uno como investigador piensa ‘esta muchacha está en riesgo’”, recordó Quesada.
La sexta víctima a la que se refiere es la menor de edad que sobrevivió al ataque y cuyo testimonio fue clave para identificar a Ríos y luego para condenarlo.
La vigilancia se extendió por aproximadamente nueve días y la mujer nunca se dio cuenta de que la estaban cuidando.
Quesada explica que no podían informarle a la mujer que la estaban protegiendo. Temían que ella se lo contara a alguien más, que la información llegara a Ríos y la investigación se fuera al piso.
“Debíamos tener los ojos puestos en él (Ríos Mairena), pero cuando se nos perdía otro equipo la tenía a ella ubicada veinticuatro horas porque teníamos que tener la seguridad de que a ella no le iba a pasar nada”, recordó el investigador.
Quesada detalla que solo tres personas del equipo investigador sabían de la existencia de la expareja. El funcionario evitó decir en qué parte de Liberia vivía entonces la mujer y cuánto tiempo convivió con Ríos.
“Incluso había compañeros que no sabían por qué la estábamos cuidando, solo se les indicaba que siguieran ‘este objetivo’ sin oportunidad de preguntar la razón”, añade el investigador.
A 25 metros de cruzar la frontera
Otra de las novedades que podemos conocer ahora es que Ríos Mairena pudo haber escapado hacia Nicaragua por la frontera norte.
“Fueron momentos angustiantes, cuando nos dimos cuenta de que iba para la frontera nos teníamos que adelantar sin que él se diera cuenta para vigilarlo”, detalla Quesada.
El episodio se dio así. Un día, a eso del mediodía, Ríos llegó a estar a solo 25 metros del límite y los investigadores estuvieron a punto de tomar la decisión de arrestarlo para evitar que se fuera, pero tuvieron que frenarse.
“Nosotros investigamos para detener, él era el objetivo principal, tuvimos que seguirlo y cuando los compañeros lo vieron tan cerca de la frontera decían: ‘¿lo detenemos?, está cerca de la raya, ¿lo detenemos?!’".
Quesada recuerda que la respuesta fue contundente: “‘¡Negativo, no se puede!’. Temíamos que cruzara y que el caso se acabara, pero si lo deteníamos aún no teníamos suficiente pruebas".
Además de eso el fiscal no estaba para dar la orden. Hoy en el OIJ piensan que fue la mejor decisión.
Aquel día Ríos se acercó hasta la frontera, habló con un hombre unos minutos y luego dio media vuelta y se devolvió.
El alivio que sintieron los investigadores fue enorme.
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Al fin cazado
La investigación avanzó y los agentes fueron acumulando pruebas que señalaban siempre a Ríos como responsable de los cinco asesinatos y el ataque a la jovencita que sobrevivió.
Cuatro días después del asesinato, una periodista del Grupo Nación lo descubrió pintando la casa donde vivía con la mamá y el padrastro.
Eran las 3:16 de la tarde. Ríos Mairena tenía la cara tapada con una camisa y daba brochazos a una pared al frente de la puerta del apartamento donde habían sido asesinados los jóvenes.
Al ver que se le estaba fotografiando, Ríos Mairena reaccionó: “¡No, no, no; así no juego, váyase para atrás!" y de inmediato se metió a la casa.
Fue detenido el 3 de febrero del 2017, quince días después de la masacre. Lo agarraron en la casa de los abuelos durante un allanamiento que empezó a las 6 de la mañana.
Los agentes lo encontraron escondido debajo de una cama.
Ríos Mairena había entrado de madrugada a la casa de los jóvenes. Pudo meterse con facilidad porque como hacía trabajos de mantenimiento para los dueños del apartamento alquilado a los muchachos tenía una llave.
La casa de los abuelos era vecina del apartamento y era sencillo pasar de una propiedad a la otra pues había una puerta que las comunicaba.
Para detenerlo fue de gran importancia el testimonio de la joven que sobrevivió al ataque.
En el 2018 fue condenado a 126 años de prisión. Insistió en su inocencia, pero el 12 de julio del 2019 la Sala III confirmó que era el único responsable del crimen.
Debe cumplir la pena máxima en el país, que es de 50 años de prisión.
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Las víctimas mortales de Ríos Mairena Joseph Briones Solís, de 22 años y estudiante de Dirección de Empresas y Administración Aduanera; Stephanie Hernández García, de 23 años y estudiante de Educación y Dirección de Empresas; Dayanna Martínez Romero, de 24 años y estudiante de Educación y Dirección de Empresas; Ingrid Massiel Méndez, de 24 años y estudiante de Psicología (ellos cuatro eran alumnos de la UCR) y Ariel Antonio Vargas Condega, de 24 años y estudiante de Gestión Empresarial de la Universidad Técnica Nacional (UTN).
La joven que logró sobrevivir luego de ser apuñalada fingió estar muerta y una vez que se sintió a salvo pidió ayuda.
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Memoria de universitarios seguirá viva
Los universitarios eran estudiantes con notas excelentes, incluso eran becados, no tenían vicios y soñaban con ser profesionales para ayudar a sus familias.
Freddy Obando, el papá de Joseph, cuenta que la ausencia de todos es muy difícil, pero deben continuar adelante por los demás familiares que tienen alrededor.
Claro, no dejan de imaginar cómo serían los muchachos en la actualidad y que quizás ya estarían ejerciendo sus profesiones.
“Ellos nunca se irán de nosotros, permanecerán en nuestro corazón por siempre”, dijo Obando.
Los papás de los cinco muchachos ya se conocían, pero luego de la tragedia han permanecido en comunicación más constante.