Doña Marta Rodríguez y su esposo, José Ramón Cerdas, hicieron un altarcito en su casa para pedirle a Dios que les dé fuerzas que les permitan entender la dura experiencia que viven después de que su hijo matara a la esposa y se suicidara, en Tilarán.
Esta familia de un poblado llamado Solania no termina de comprender lo ocurrido el miércoles en un tajo de Tilarán, donde José Barahona Rodríguez, de 39 años, degolló a su esposa, Meylin Alvarado Quirós, de 36 años, frente a la hija de ambos, de 2 añitos.
“Nunca imaginamos una tragedia así. Mi hijo era amoroso y muy unido a la familia”, dijo doña Marta.
Los cuerpos fueron encontrados al mediodía y dentro de un carro por los peones de una construcción ubicada a unos 150 metros del tajo. Llegaron atraídos por el constante llanto de la niña.
“En el asiento trasero estaba el cuerpo de la mujer con una herida profunda en el cuello, la degolló. En el asiento delantero estaba la niña, quien les señaló a los trabajadores con su dedito que su papá estaba en un lote, a unos cien metros, ahí lo encontraron, guindando de un árbol”, dijo en conferencia de prensa Michael Soto, subdirector interino del OIJ.
Las autoridades encontraron un cuchillo en el carro.
Doña Marta nos contó en su casa, en el barrio San Juan, en Los Ángeles de Tilarán, que se siente destrozada. Ella y su esposo pasaron horas esperando que su hijo y su nietita llegaran pues se iban a quedar con ella, algo que se daba todos los días.
“No entiendo qué pudo haber pasado. Mi hijo era muy cariñoso con su esposa y con todos, ha sido muy duro. Esto nos ha golpeado demasiado y en lo más profundo. Él iba a ir a dejar a la esposa al trabajo en la mañana y luego iban a venir a la casa, los llamamos montones de veces para ver qué había pasado y el teléfono timbraba, estábamos muy angustiados y a eso de las 3:30 de la tarde nos avisaron”, dijo la señora.
La familia de José está muy angustiada por los hijos de la pareja, la pequeña que fue testigo y un joven de 16 años.
“Para nosotros es duro perderlos y para ellos más quedarse sin sus papás. Ahora vamos a luchar por ellos, son nuestra mayor preocupación, solo nos queda pedirle a Dios que nos dé fuerzas y, sobre todo, mucha fortaleza. Esto es muy difícil”, dijo doña Marta.
Las causas del homicidio no están claras todavía; sin embargo, se presume que los celos tuvieron que ver.
En la casa de la familia Meylin los familiares prefirieron no hablar de lo ocurrido. La mujer trabajaba en la Mutual Alajuela de Tilarán, donde sus compañeros estaban muy afectados y colocaron un lazo negro. En otros negocios también lo hicieron como muestra de solidaridad.
José se ganaba la vida como taxista formal y sus compañeros lo recordaron como un hombre pasivo.
“Es muy lamentable, era un buen amigo. Él y yo nos hacíamos muchos favores, a la señora la conocía, pero mi amistad era con él, no sé si tenían problemas, pero sí estamos consternados, jamás esperábamos algo así”, dijo Merly Aguilar, taxista de Cañas.