Sucesos

Niños caminaron junto a sus papás por siete países hasta encontrar un hogar en Costa Rica

Familia se enfrentó al hambre, a la muerte, a la selva y al dolor de separarse de la hermana mayor.

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La familia asegura que ahorita se sienten felices, tranquilos y en mucha paz.

Sus rostros se iluminan cada vez que saben que van a recibir un plato de comida caliente, que pueden conversar con otras personas o que pueden estar dentro de un lugar llamado hogar sin el peligro de que otras personas entren a quitarles lo poco que tienen.

Ellos se sienten parte de una familia que no habla su idioma, pero que hace todo lo posible para que se sientan amados.

En las Obras del Espíritu Santo hay varios niños de Haiti y Colombia.

Así es la vida de una de las familias haitianas que salieron huyendo de su país y que han encontrado un refugio al lado del padre Sergio Valverde, líder de las Obras del Espíritu Santo en Cristo Rey.

En esa comunidad del sur de San José, se ha vuelto común ver a familias haitianas con sus pequeños hijos en las calles, en los centros educativos cercanos, en la iglesia, en el parque, y por supuesto en el comedor de la iglesia.

“Les hemos dado una mano solidaria, de amor y de compañía a varias de familias, tenemos a 180 haitianos entre nosotros, de los cuales al menos 120 son niños, todos con historias distintas, y tan dolorosas como tener que huir del país donde nacieron”, dijo Valverde, quien asegura que algunos ya han seguido su ruta a Estados Unidos.

Los niños de la familia Hermilus Pierre fueron bautizados hace 22 días en la iglesia. (Cortesía)

Una de las familias que ha recuperado la sonrisa es la Hermilus Pierre, una pareja con seis hijos, las dos más pequeñas de 2 y 5 años, ellos caminaron por siete países para llegar a Costa Rica.

Jean Mauris Hermilus, de 51 años, y su esposa Marie Yolene Pierre, de 40, agradecen haber encontrado un techo para refugiar a sus hijos María 16 años, Shnayline de 14, Johnsley de 13, Fedmarley de 5 y Stesie de 2.

“La situación en Haití ha sido más difícil desde el terremoto del 2010, allá hay que pagar por la educación, llegamos a un momento en que no había que comer ni que tomar porque el agua no es potable, el ejército entraba a las casas cada vez que quería, y también muchas veces nos robaron lo poco que teníamos porque los vándalos se metieron en nuestra casa”, contó Marie.

Ella decidió irse a trabajar a Brasil como cocinera para garantizarle a sus hijos un plato en la mesa, su esposo se quedó en Haití, él es carnicero, pero le tuvieron que poner un marcapasos y su situación de salud ha sido delicada.

En Brasil la empresa donde Marie trabajaba cerró y no le pagó ni un cinco, por lo que angustiada y con la esperanza de una vida mejor, ella y su esposo decidieron emprender un viaje junto a sus hijos, sin rumbo con el poquito de dinero que tenían y tomando en cuenta lo peligroso que era caminar tanto para el papá de la familia.

La situación ecónomica, la delincuencia y la falta de trabajo hizo a la familia dejar su tierra.AFP

La hija mayor de 18 años se tuvo que quedar en Haití cuidando de su abuelita, que estaba enferma y ahora el principal anhelo de toda la familia es poder reencontrarse con ella, pues la adulta mayor falleció.

“Salimos como buscando encontrar una mano amiga en alguno de los lugares por donde pasáramos”, dijo Jean.

Esta familia habla criollo haitiano y portugués, la mamá entiende un poco el español y sus hijos también, Johnsley es el que más se la juega con el español y le hace de traductor a sus padres.

Ellos salieron de Haití a Brasil, después pasaron por Bolivia, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, y Panamá hasta llegar a Costa Rica.

“Ese trayecto lo hicimos caminando, tardamos tres meses para llegar a Costa Rica, mi mamá cargaba a mi hermana más pequeña porque mi papá por el marcapasos no podía hacer esfuerzos, mi hermana Fedmarley, de 5 años, sí tuvo que caminar, en algunos trayectos hubo que alzarla”, dijo Johnsley, quien es estudiante del Liceo de Costa Rica y le encanta el fútbol.

La familia asegura no sentir miedo al poder estar en Costa Rica un país del que no conocían nada. (Cortesía)

Su hermana María recuerda que caminaron con un grupo grande de haitianos porque en la selva es peligroso ir solos.

“Hubo muchos momentos difíciles porque nos tocó pasar días sin comer, también en Bolivia nos tocó caminar de frontera a frontera y devolvernos porque no nos dejaban pasar, nos devolvían, no le puedo explicar cuánto caminamos, por ejemplo, en Perú nos tocó hasta cruzar un río”, recordó la joven.

El padre Sergio puso a todos los niños a estudiar.

“En Perú no quieren a los haitianos, cuando pasamos por ahí hubo muchos obstáculos, lloramos demasiado y esperamos no volver a pasar nunca más por ese lugar”, dijo la mamá de la familia.

Aseguran que los caminos más complicados fueron Bolivia y la selva panameña.

“Es un recorrido muy duro, en Panamá una noche dormimos a la orilla de un río y cuando nos despertamos estábamos rodeados de cocodrilos, ahí vimos gente que murió porque no aguantó más, por la selva de Panamá caminamos unos 15 días, incluso nos asaltaron tres bandidos con armas y solo quedamos con la ropa que traíamos puesta, nos dio diarrea y dolor de cabeza, pasamos demasiados días sin comer”, recordó Johnsley.

Los hijos más grandes cuentan que los haitianos no esperan a nadie, los que se quedan en el camino solo se convierten en un pensamiento para ellos de qué les habrá pasado, por lo que los hijos de está familia se esforzaban al máximo para que sus piernitas no los “traicionaran”.

La pequeña Fedmarley de tanto caminar llegó a Panamá con sus pies cortados e hinchados, por lo que necesitó recibir atención médica y debieron esperar algunos días a que se mejorara.

Hermilus Pierre (Cortesía)

“Nunca pensamos en darnos por vencidos, ni devolvernos, ya no queríamos esa vida sobre todo para nuestros hijos”, dijo Marie.

Los Hermilus Pierre nunca habían escuchado de Costa Rica, pero la noche del 24 de octubre del año pasado llegaron al país, pasaron la frontera sin problema y se lograron subir agotados a un bus directo a San José.

“Cuando llegamos a San José le contamos a un señor de un taxi que veníamos llegando y nos dijo que fuéramos a las Obras del Espíritu Santo, no teníamos ropa, pero sí hambre y mucho sueño, no teníamos plata para pagar el viaje, y nos dijo que nos subiéramos todos al carro que nos iba a llevar a buscar al padre”, relató Marie.

“El padre nos dio dinero para pagar un hotelito y nos dijo que todos los días nos iban a dar comida, desde el primer momento nos dio su amor y nos ayudó”, dijo.

En los primeros días, Marie y sus hijos se fueron a pedir plata en San José y les cayó el PANI.

“Nosotros no sabíamos que era prohibido, pero no queríamos molestar, tuvimos que llamar al padre para que nos ayudara”, dijo la mamá.

Toda la familia fue instalada en la casa San Pedro de Betancourt en Cristo Rey, donde el padre y su asociación les da un techo a varias familias.

“Ellos tienen techo, comida, los chicos todos están estudiando en el Liceo de Costa Rica o en el Colegio Superior de Señoritas, en el kínder Nicaragua y en la guardería de las Obras del Espíritu Santo, ellos quieren quedarse en el país y están esperando que Migración los atienda, ellos ahora son familia de nosotros y los amamos”, aseguró el padre Valverde.

Marie y su esposo aseguran sentirse felices, por la vida tan diferente que han encontrado en suelo tico. Ellos están convencidos que Costa Rica es un paraíso, pues ellos saben lo que es vivir con miedo y mucha tristeza.

Esta familia vive en Cristo Rey mientras esperan con mucha esperanza la cita de Migración.

“Durante mucho tiempo lloré mucho por no saber qué hacer, ahora tengo paz, yo por una oportunidad estoy dispuesta a trabajar en lo que sea, soy cocinera, pero también hago decoraciones con flores de papel y hasta limpio casas”, dijo esta valiente mamá.

La familia quiere pedir la residencia, pero Migración les dio cita para dentro de un año, por mientras les dan un carnet y algunos cuentan con permiso para ciertos trabajos, aunque el tema laboral se complica por el idioma, eso sí, todos le están poniendo bonito para aprenderlo.

“En este país hemos visto la mirada solidaria de la gente que nos cuida y que nos apoya”, confesó Marie.

El sacerdote asegura que la situación en Migración es complicada, porque a veces tardan hasta dos días en filas interminables, y además el plazo de las citas es muy lejano.

La pareja asegura que el terremoto del 2010 en Haitíi afectó aún más todo. (AFP)

Muchas veces les dicen que en Migración no cuentan con un traductor aunque Johnsley podría serlo para su familia.

“Muchos haitianos solo quieren seguir su camino, a nosotros nos gustaría quedarnos aquí, tener esa oportunidad, nuestro mayor anhelo es poder garantizar a nuestros hijos un poco de felicidad y libertad, uno hace todo por los hijos, pero sobre todo la paz que la gente en este país tiene, queremos estar juntos y poder reencontrarnos con Fabienne (hija de 18 años) que se tuvo que quedar en Haití”, explicó.

Está familia de extranjeros camina con tranquilidad por Cristo Rey, mientras que los vecinos con un saludo y hasta un abrazo les demuestra su afecto. Incluso, la comunidad celebró el bautizo de los niños hace 22 días y los chiquitos han podido celebrar sus cumpleaños con mucha ilusión de tener la oportunidad de apagar las velitas de un pastel.

Las familias de haitianos que están con el padrecito son fieles colaboradores de la comunidad. (Cortesía)

Haití

Haití es el país más pobre de América, tiene un población de 11 millones, hablan criollo haitiano y francés, más del 60 porciento de la población es pobre.

Los haitianos han enfrentado el asesinato de su presidente Jovenel Moïse el 7 de julio del 2021 en su vivienda, además los sacudieron dos terremotos y viven un incremento en la inseguridad.

Su presidente fue asesinado sin que sus guardaespaldas intervinieran, aparentemente por intentar enviar a EE UU una lista de personas vinculadas al narcotráfico, varias personas han sido detenidas.

El 10 de enero del 2010, un terremoto de 7 grados, con epicentro a 15 km de Puerto Príncipe, causó más de 300.000 muertes y 1,5 millones de damnificados, muchas personas no volvieron a tener un techo.

El terremoto de 7, 2 grados ocurrido el 14 de agosto del 2021 dejó 2.248 personas murieron, 300 personas desaparecidas y otras 690.000 resultaron damnificadas.

La situación económica y desesperación ha provocado un éxodo de haitianos a Chile, Brasil y Estados Unidos.

La delincuencia ha provocado un aumento de pandillas, que asaltan, secuestran y asesinan.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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