Sucesos

Nate abre heridas en La Lima de Cartago

300 familias de La Lima de Cartago vivieron una situación muy dolorosa en el 2007 cuando una cabeza de agua las afectó

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La Tormenta Nate ha dejado destrucción, dolor y muerte en ese 2017, en el invierno del 2007, vecinos de Cartago vivieron también un invierno de terro. Archivo. (La Teja)

La tormenta tropical Nate les abrió a vecinos de La Lima de Cartago una herida que tenía diez años de estar cicatrizando.

A principios de octubre del 2007, los integrantes de 300 familias vivieron en carne propia lo que significa que una cabeza de agua arrasara sus casitas y las mandara a dormir en albergues porque lo perdieron todo en menos de tres horas.

Las noticias en los periódicos y las tomas recientes de televisión de las llenas y las cabezas de agua en lugares como Guanacaste, el mismo Cartago o el sur del país, significan para estos vecinos de La Lima un regreso al 3 de octubre del 2007, cuando las fuertes lluvias provocaron que el río Reventado creciera como no lo había hecho desde el 10 de diciembre de 1963, cuando incluso mató a seis personas.

En total, 300 casas tuvieron pérdidas grandes y de esas, según explicó en aquel momento Daniel Gallardo, de la Comisión Nacional de Emergencias, 40 tuvieron daños tan severos que obligó a declarar pérdida total. Los vecinos no tuvieron tiempo de sacar nada de sus casitas, solo pudieron salir corriendo y salvar sus vidas. A pesar del gran daño material, dichosamente no hubo vidas qué lamentar.

Volvimos a La Lima diez años después para hablar con algunos brumosos luchadores que lograron salir adelante a pesar de haberlo perdido todo. Lo primero que nos quedó claro fue que Nate, al igual que lo hizo Otto, renovó los nervios a los grandes aguaceros, tanto así que incluso hay quienes en La Lima se asoman constantemente por la ventana cuando algún baldazo dura mucho.

En el 2007 don Filadelfo González, le ayudó a su hermano Óscar, porque el barro en la casa les llegó hasta la cintura. Archivo. (La Teja)

Óscar González Fallas jamás olvidará el 2007. La crecida del Reventado se le destrozó la casa casi en su totalidad, no pudo salvar absolutamente nada. Él y su familia se quedaron con lo que andaban puesto.

“Era cerca de la 1:30 de la tarde, no estaba lloviendo, yo me encontraba en Cervantes trabajando cuando me llamaron y me avisaron lo que estaba ocurriendo", relata.

“Se vino un terraplén del lado de Tierra Blanca que nos afectó a todos, desde Llano Grande, Quircot, Taras y La Lima. Mi casa se inundó de lodo como a metro cincuenta de altura y el carro no lo pudimos salvar. Perdí los gallos y las gallinas y prácticamente se perdió todo lo de la casa. Recuerdo que nos dieron una ayuda como de 200 mil colones pero, a pesar de esa ayuda, tuvimos que comenzar a reconstruir”, nos contó don Óscar.

Diez años después don Óscar González nos enseñó el gavión que tuvo que poner en su propiedad para evitar que el río Reventado lo vuelva a inundar. Keyna Calderón. (Keyna Calderón Masís)

En aquel tiempo vivían en la casa ocho personas; la esposa de don Óscar, los hijos, sus señoras y los nietos. Cerca de don Óscar había unas 20 familias (ahora viven muchas más).

“La casa se tuvo que reconstruir porque todo lo que fue la base quedó falseado. Tuvimos que hacer tuberías, conexiones de agua y tanques nuevos porque todo quedó aterrado. Hicimos un muro para que nos diera protección y de manera que tampoco afectara la naturaleza. Desde esa vez por dicha no volvimos a pasar nada así. A la mayoría de mis vecinos les dieron vivienda, solo dos personas de este sector (de las más de 25 familias) fuimos las que no quisimos recibir el bono porque la Comisión Nacional de Emergencias iba a desaparecer 160 casas por ser zona de alto riesgo. Prácticamente el corazón de La Lima iba a desaparecer”, agregó don Óscar.

Así informamos en el 2007 sobre la cabeza de agua del río Reventado. Archivo. (La Teja)

Doña María de los Ángeles Quirós vivió un amarguísimo momento a la hora de que el Reventado se cargó de agua. Ella se quedó atrapada con su esposo, don Rafael Durán (quien ya falleció), y por algunos minutos la vieron horrible para poder salir de la casa. Llegaron a pensar que aquel día morirían.

Doña Marielos nos recibió con los brazos abiertos en su casita; diez años después ya su esposo no nos acompaña en este mundo. Keyna Calderón. (Keyna Calderón Masís)

Nos explicó doña Marielos que cuando comienza a llover ella tiene la maña de cerrar la puerta del frente y la de atrás (por atrás de la casa pasa el Reventado) y que aquel día del 2007, cuando se dio cuenta, ya el agua le llegaba a la cintura.

Como las puertas estaban cerradas se quedaron atrapados porque la fuerza del río les impedía abrirlas. Cuando ya el agua la tenían hasta el pecho, ella le dijo a su esposo que se agarraran bien duro de las verjas para evitar que la correntada se los llevara.

“Estuvimos atrapados como entre media y una hora. En eso vino una nuera y uno de los nietos se brincó el portón y empujó la puerta y abrió. Así fue como nos sacaron. Todo lo perdimos: muebles, ropa, colchones, el fregadero, la cocina, todo... Nos sacaron ahí para arriba y nos dejaron en la acera de una casa, después llegó una nieta por nosotros y nos llevó para Tejar", recuerda.

Aquel día de octubre del 2007, doña Marielos casi pierde la vida junto a su esposo don Rubén (quien ya falleció). Archivo. (La Teja)

“Nadie (ninguna institución) nos brindó ningún tipo de ayuda. Cuando veo esto de estas personas sufriendo por las inundaciones (causadas por Nate), recuerdo todo lo que yo viví y sufrí. Una de mis hijas vivía en La Isla (de Cartago) y también perdió todo, solo que gracias a Dios hace diez años no hubo muertos", dice doña Marielos.

Mientras recuerda, doña Marielos está segura que lo que están viviendo los afectados por Nate, es mucho peor que lo que ella y su difunto esposo vivieron, a pesar de que casi se ahogan, por eso entiende tan bien el dolor que viven centenares de compatriotas en la actualidad en muchas partes del país.

“Para recomenzar la vida a los afectados por Nate les va a tocar lo mismo que yo viví, enjaranarse. Uno no tiene el dinero para comprar todo nuevo de contado, así que se debe hacer a pagos; sin embargo, les digo que sí se puede porque Dios los acompaña”, afirmó muy positiva esta sobreviviente.

La cabeza de agua en el río Reventado afectó 300 familias. Archivo. (La Teja)

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