Para Mónica Zelaya ver una moto es como ver al mismísimo Diablo.
Esta mujer de 34 años sufrió un accidente de tránsito el 14 de octubre del año pasado y aunque iba con su esposo, Berni Castro, de 43 años, ella fue la que llevó la peor parte pues perdió parte de la pierna izquierda.
Por ese motivo es que ahorita no se monta en una bicha ni loca.
De hecho, en su casa están los pedazos de lo que quedó de la moto, pero ni ella ni su marido, el montador de toros conocido como Lechuza, tienen planeado repararla.
La pareja iba de regreso a su casita ubicada en Kilómetro 16 de Golfito, Puntarenas. El accidente ocurrió en Caracol, en la zona sur del país.
Su esposo no perdió ninguna extremidad, pero sí sufrió lesiones muy graves en su pelvis, cadera, brazos y piernas, por lo que tuvo que estar internado durante 2 meses y 27 días en el hospital San Juan de Dios.
“Mi esposo y yo veníamos de la fiesta de cumpleaños de mi hermana, todo iba normal hasta que de pronto un tipo adelantó un carro que venía de frente e invadió el carril de nosotros y nos impacto”, recordó Zelaya.
Es muy poco lo que Mónica recuerda del choque, solo sabe que varias personas los ayudaron para que fueran llevados de emergencia hasta el hospital de Pérez Zeledón.
“Ellos (los médicos) intentaron reconstruir mi pierna porque quedó desbaratada, pero al cuarto día de estar ahí me dijeron que me había entrado una bacteria y que el riesgo de amputación era muy alto, entonces tomé la decisión de que si había que amputarla, que lo hicieran”, contó Zelaya.
Voluntad divina
La joven no ocultó que perder una de sus piernas fue uno de los golpes más fuertes que se ha llevado en la vida, pero en lugar de lamentarse por lo sucedido decidió verlo como una segunda oportunidad.
Además, dice que ni ella ni su esposo hubiesen podido salir adelante de no ser por la ayuda de Dios.
“Lo primero fue aceptar que esta es la voluntad de Dios. Cuando salí del hospital muchos familiares y amistades me ofrecieron quedarme con ellos pero no quise, decidí afrontar la realidad y venirme para mi hogar, para así aprender a llevar este nuevo estilo de vida.
“Mi pensar de ir siempre hacia adelante, atrás ni para agarrar impulso. Yo le digo lo mismo a las demás personas que pasan por algo así, Dios le da las batallas más duras a sus mejores soldados”, comentó.
Ayuda necesaria
Aunque con el paso de los meses Mónica aprendió a jugársela con las muletas, uno de sus sueños es contar con una prótesis que le ayude a recobrar un poco de la vida que tenía antes del accidente, sin embargo, de momento ella y su esposo están muy limitados económicamente.
“Como mi marido es montador de toros nosotros nos ganábamos la vida con eso, pero dadas las circunstancias ya no pudimos seguir. Los pasados meses estuvimos a la voluntad de familiares y amistades que nos han ayudado para mantenernos”, añadió.
La prótesis que necesita Mónica tiene un valor de aproximadamente ¢2 millones, por lo que está pidiendo ayuda para recolectar el dinero que aún le hace falta.