Cada año el Inamu asesora a 13.500 mujeres –solo en las oficinas centrales– porque van en busca de ayuda, cansadas de ser víctimas de violencia.
La institución les da asesoría legal, charlas y apoyo para que corten las situaciones de agresión. En los casos más extremos incluso les dan refugio.
Una de estas víctimas de violencia –a quien identificaremos como Andrea– nos habló de su caso. Ella tiene hoy 39 años.
“Mi exesposo y yo tenemos tres hijos. Cuando nació el último él empezó a tomar y a pegarme por cualquier cosa. Yo siempre lo justificaba, él me decía que iba a cambiar y yo lo perdonaba, le creía. Yo soy profesional, pero él no me dejaba trabajar ni salir con mis amigas ni nada, mi obligación era atender la casa. Una, cegada, pensaba que eso estaba bien. Cuando éramos novios si no le gustaba cómo me veía me decía vaya y se cambia de ropa y yo accedía”.
Asegura que su esposo le pegó tantas veces que perdió la cuenta. Además la agredía verbalmente y emocionalmente.
“Un día me pegó frente a mis hijos. Quise ser valiente y lo enfrenté y ni para qué le dije pégueme. Sin saberlo estaba yo embarazada y me agarró a patadas en el suelo. Pasé varios días sin poder moverme, cuando ya no tuve golpes me llevó al médico porque yo me sentía mal y sangraba. Me dijeron que había perdido al bebé”.
Ya no más
Lo que la llevó a buscar la forma de salir de su casa fue que le pegara a uno de los hijos.
“Era como estar viviendo con un desconocido, empezó a decirme que me iba a matar una noche y entonces yo ni dormía. Me daba golpes como de boxeador, a puño cerrado, incluso una vez me pegó con el palo de la cortina del baño", relató.
Andrea se había alejado de sus amigos y de la familia. Su pareja se llevaba entonces su celular para que ella no pudiera llamar a nadie y lo mantenía encendido para que pensaran que ella no quería contestar.
Un día algo empezó a cambiar.
“Mi hijo le contó a la maestra que papá le pegaba muy fuerte a mamá y que siempre le decía que la iba a matar. Ella vino a mi casa, pero no le pude abrir, por una ventana le pedí que se fuera, le dije que todo estaba bien”, recordó.
Y añade: “Días después me agarró del pelo y me pegó la cabeza contra la pared, trató de asfixiarme, mis hijos gritaban pidiéndole que no me pegara más. Al día siguiente mi hijo otra vez le dijo a la maestra y ella volvió, le pedí que buscara a mi hermano y le contara todo”.
El hermano de Andrea lo hizo y además logró sacarla de su casa con los niños.
“Recibí ayuda, pero las órdenes de alejamiento no servían. Él me perseguía, una vez incluso me pegó en la calle, conseguí un trabajito y me hacía escándalos, me despidieron y sé que fue por eso.
“El acoso era mucho, yo ya no quería vivir, mi hermano hasta de golpes se dio con él para protegernos, ya no podía salir sola. Y él me juró que el día que me encontrara sola me iba a matar junto a mis hijos”, dijo.
Andrea acudió al Inamu y fue llevada a un refugio al que van mujeres cuya vida corre peligro.
“Ya ha pasado mucho tiempo, fuimos protegidos, teníamos años de no sentir esa paz. Nos ayudaron y nos orientaron, nos ayudaron a enfrentar la vida sin temor. Ahora trabajo y veo a mis hijos sola, él nunca más supo de nosotros, mis hijos no preguntan por él".
Hoy Andrea tiene un mensaje claro para quienes pasan por pesadillas como la que ella vivió: "Suplico a quienes están sufriendo que busquen ayuda o a quienes conozcan a alguien que no la dejen (sola)”.
Ana Hidalgo, coordinadora del Departamento de Violencia de Género del Inamu, nos contó lo que se puede decir de los refugios.
“Son espacios de protección que tienen como fin principal garantizar la vida de las personas. Quienes pueden entrar son aquellas mujeres que están en un alto peligro de muerte por violencia y agresiones de pareja y que no tienen ninguna opción más para proteger sus vidas.
En esos lugares las mujeres junto a sus hijos reciben compañía y apoyo. Allí están a salvo.
Para Hidalgo es indispensable que toda mujer sepa que puede llamar al 911 y pedir que la comuniquen con el operador del INAMU.
“La gente cree que al 911 solo se llama cuando a la mujer ya la están agrediendo o ya pasó la agresión, pero en esta línea las pueden escuchar y darles asesoría legal. También pueden ir a las oficinas para que un especialista en Derecho las atienda o buscar a las trabajadoras sociales en los centros de salud, ellas también les pueden dar una guía”, dijo.
Doña Ana asegura que lo mejor es pedir ayuda desde el primer momento.
“Si pasó algo que la hizo sentir mal o que la trataron mal o la golpearon, no deje pasar la situación, la violencia se previene desde el primer momento”, dijo.