Muchos en la urbanización La Paz, en San Rafael de Alajuela, están sorprendidos. No logran comprender por qué alguien atacaría a balazos a dos muchachos y a una quinceañera que hablaban y oían música afuera de una casa.
A consecuencia del tiroteo fallecieron Carlos Andrés Chinchilla Barboza, de 19 años, y Jersson Quirós Cantillo, de 21 años. La adolescente recibió un tiro en la pierna izquierda y la llevaron al hospital de San Rafael, desde donde informaron que se hallaba estable.
Los agresores viajaban en una moto y fingían ser repartidores de comida. El ataque ocurrió este viernes cerca de las 11 p.m.
A Jersson de cariño le llamaban “Negro”, él quedó sin vida entre la acera y un caño; a Carlos algunos le llamaban “Pipín” y quedó dentro de una cochera donde intentó refugiarse.
Amigos de toda la vida
A ninguno de los muchachos se les conocían problemas. Jerrson trabajaba y estudiaba, Carlos era estudiante y hacía poco había terminado un curso de contabilidad, señalaron algunos vecinos.
Agregaron que Carlos y Jersson se conocían de toda la vida y eran egresados del Colegio Técnico Profesional de San Rafael de Alajuela.
Raquel Quirós, tía madrina de Jersson, contó a La Teja que la adolescente (sobreviviente) era una de las mejores amigas de su sobrino y que el ataque sucedió en una alameda cercana a la casa de ella, por lo cual las familias oyeron los balazos.
“Mi sobrino regresaba del trabajo y del gimnasio, cuando llegó a la casa y vio a sus amigos, lo invitaron a que se quedaran hablando y él les dijo que solo dejaba las cosas y salía; mi sobrina (hermana de Jersson) incluso le dijo que no saliera porque este sábado tenía que madrugar para ir a trabajar y no le gustaba levantarse temprano, entonces lo presionábamos con eso, pero él le dijo que ahorita vendría”, afirmó la madrina del joven.
“Nos estábamos acostando y no pasaron nada de minutos cuando se escucharon los balazos. Jamás imaginamos que fuera contra un familiar de uno, luego nada más escuchamos que nos querían botar el portón de la casa para avisarnos de la tragedia. Solo nos decían ‘Negro está ahí, está ahí' y salimos corriendo”, expresó la tía.
Aseguró que desde ese momento no pudieron dormir más, les robaron la tranquilidad.
“Jersson trabajaba en un call center (centro de llamadas) y estudiaba Administración de Finanzas en la universidad; era un muchacho muy callado y no hablaba para no ofender. Recuerdo que desde pequeño, cuando le llamaba la atención porque estaba haciendo algo mal, me escuchaba y nunca fue de responderme de una manera malcriada.
“Él amaba la música y su único vicio era comer comida chatarra cada vez que podía; trataba de superarse porque tenía muchos sueños”, dice la tía.
La señora considera que Jersson alcanzó a despedirse de su mamá y de su hermana porque el miércoles anterior las invitó a comer.
“Mi Negro seguro nos decía que ya no iba a estar más con nosotros, solo nos quedan estos recuerdos de sus actos de amor con la familia; incluso con sus dos perros, Cooper y Toby, a los que siempre pasaba acariciando”, dijo.
Los confundieron
Doña Raquel, y muchos en la comunidad, creen que los jóvenes fueron confundidos con otras personas.
“Un cien por ciento lo creemos; tanto a Jersson como a Carlitos (los confundieron), porque conozco a la familia e inclusive hemos recibido llamadas de los profesores y los compañeros del colegio en el que estuvieron. Jersson tenía un entrenador de halterofilia (alzar pesas) que nos han dado sus muestras de cariño y están sorprendidos por lo ocurrido. Estos hechos dicen mucho, estoy segura de que eran muchachos de bien y que sí, los confundieron”, aseguró.
Los muchachos serán sepultados este domingo. Hasta este sábado a la 1 p.m. las dos familias no habían conversado y, según doña Raquel, cada una estaba afrontando su dolor en sus hogares.
Concluyó diciendo que en los últimos días han ocurrido muchas balaceras en la zona, pero desconocen quiénes son los responsables y las razones. Eso sí, temen que haya más víctimas inocentes.