Doña Elizabeth Vargas Coronado sobrevivió a la mordedura de una terciopelo.
Ella asegura que está viva gracias a un milagro de Dios.
Doña Elizabeth, a quien sus conocidos le dicen Eliza de cariño, nos contó que se van a cumplir seis años de lo ocurrido (25 de abril del 2016), momento que recordó para La Teja.
Esta valiente paveña recuerda que fue a visitar a un sobrino que vive en Valle La Estrella, en Limón, donde ocurrió su ruda experiencia.
“Un sábado en la noche mi hermana, mi sobrino y su esposa, que estaba embarazada en ese momento y yo regresábamos de la iglesia. Ellos tenían otro bebé que iba en el coche que yo llevaba. Íbamos por la orilla de la calle y sentí que algo me mordió. Fue algo inexplicable que se siente desde adentro, un dolor terrible que solo una persona que es mordida por una serpiente podría saber de lo que habló, porque no hay otro dolor igual.
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“Yo grite: ‘¡me mordió una culebra!’, sin saber que era verdad. Estaba muy oscuro entonces mi sobrino llegó a ver qué era. Él pensó que se me había metido una rama y cuando empezó a buscar vio a la serpiente”.
Doña Eliza piensa que eso sucedió porque cuando iba caminando majó sin querer a la serpiente con el coche del bebé y esta la mordió.
“Me mordió el tobillo de la pierna izquierda, en ese momento todos empezaron a correr, mi sobrino les pidió a dos muchachos que mataran a la serpiente mientras él iba a buscar a una enfermera y a un doctor que viven detrás de la iglesia. Mi hermana me agarró para ver si podíamos irnos para la iglesia, pero yo no aguantaba el dolor y, además, no podía caminar, así que me desesperé. Ella me decía: ‘no se ponga así porque se le sube’ (el veneno), ya que dicen que si uno se desespera el veneno avanza más rápido”, relató.
A esta mamá la llevaron a la iglesia y le hicieron un torniquete.
“Ahí empezaron a orar por mí y a reprender todo mal, al ratito un carro me llevó a la clínica de Valle La Estrella. Me pusieron suero y algo para el dolor, pero yo me revolcaba, yo en mis adentros le pedía a Diosito que me ayudara. En la madrugada decidieron pasarme al hospital (Tony Facio en Limón), me montaron en la ambulancia y mi sobrino les dijo a los socorristas que necesita pasar a la iglesia por mis papeles, pero en ese momento me quiso dar un paro, me estaba ahogando, mi cuerpo como que estaba rechazando el suero”, dijo esta paveña.
Los socorristas la lograron estabilizar y la llevaron al hospital donde le pusieron morfina para el dolor.
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“Mis familiares pensaban que me iban a cortar la pierna porque casi siempre eso es lo que ocurre.
“Ellos me marcaron la pierna hasta la pantorrilla. No sé cómo podían saber por dónde iba el veneno, pero ya en el hospital empecé a sentirme bien, al punto que me dieron la salida, pero mi calvario empezó cuando salí del hospital, porque a los días empezaron las alergias”, relató.
Doña Eliza no dejaba de rascarse la piel, por lo que se le inflamada y se ponía roja, hasta las yemas de los dedos se le ponían así. Para ella era una desesperación, porque era más lo que duraba en llegar al hospital para que le pusieran algo, que lo que tardaba en llegar a la casa y que le volviera a dar.
“Nadie se puede imaginar la cantidad de dexametasona (para reacciones alérgicas) que me han puesto. En la clínica del Valle de La Estrella, donde me estabilizaron, para ellos la situación con las mordeduras de serpientes es más común, pero cuando llegué a San José y me ponía mal era muy complicado, porque aquí para los doctores las mordeduras de serpientes no son algo que vean con frecuencia. Cuando me ponía mal me desesperaba, me hinchaba y parecía un monstruo. Pasé casi un año así, solo Dios me tiene con vida porque hay gente que por menos ha fallecido”, dijo la mamá.
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Vargas asegura que en Pavas hay un médico cubano que le dijo que ella vive con rastros del veneno y que por eso le dieron esas alergias y el pie todavía se le inflama.
“Si camino me tengo que sentar y colocar el pie en alto y ponerme hielo porque se me hincha y me duele mucho. Por las alergias fue tanta la dexametasona que me pusieron que la doctora me dijo que mi cuerpo no aguantaba una dosis más, de hecho cuando me pusieron las últimas sentía que me quería dar un infarto. Fue entonces que empezamos a probar con la calamina 8medicamento para tratar la irritación), me empecé a bañar con eso y me funcionó mucho”, dijo.
Doña Eliza nos contó que desde aquel momento les agarró pavor y fobia a las serpientes y que no volvió más al Valle La Estrella, aunque su familia siempre la espera.