Cristina Anderson Arroyo es una valiente mamá, de 34 años, que por poco pierde la vida por defender a sus hijos de un hombre de apellidos Gyles Jiménez.
A Anderson le tuvieron que amputar la mano izquierda porque Gyles, de 28 años, y más conocido como Boty, la hirió con un machete, aunque ella asegura que las intenciones de él eran peores.
“Él lo que quería era cortarme la cabeza, pero al agacharme y poner la mano detuve un poco el machete y este no pegó en el cuello”, aseguró la mamá, quien se recupera de sus heridas.
Los médicos del hospital de Guápiles le hicieron 18 puntadas en el cuello y 12 en el brazo por la amputación.
La terrible agresión ocurrió la noche del jueves 21 de abril de este año, frente a la casa de ella, en la urbanización Lenca, en Carambola de Río Jiménez de Guácimo.
Estuvo internada una semana y el 28 de abril le dieron la salida.
“Tuve dolores insoportables, las primeras noches luego de salir del hospital no pude dormir del malestar, los doctores le llaman ‘dolor fantasma’, porque uno siente que la mano aún la tiene y que se la están triturando, me explicaron que esto es porque el cerebro aún no acepta que esa parte del cuerpo ya no está”, explicó.
La Fiscalía de Pococí investiga el caso como tentativa de homicidio y al supuesto agresor lo dejaron en prisión preventiva, lo que tranquiliza a Cristina y a su familia.
El supuesto agresor es primo de Jeiner Hernández, esposo de Cristina, quien evitó que la situación pasara a más. Ella asegura que Gyles también amenazó a su esposo.
Cristina dice que aunque Gyles siempre la saludaba, sabía que él tenía sangre en el ojo con ella porque lo descubrió haciendo fechorías en la comunidad.
“Boty estuvo en la cárcel y siempre andaba armado con machete o algo, él se metía en las casas por las noches para robar y hace unos meses le dije a una vecina que tuviera cuidado, él se dio cuenta y entonces yo trataba de cuidar lo de mi casa y por las noches siempre alumbraba con un foco para que él viera que alguien estaba despierto”.
La víctima dice que el sujeto primero ofendió a sus hijos y luego la atacó.
“Él insultó a mi hijo de 14 años y a mi hija no le gustó, ella le reclamó y Boti se molestó, mis hijos corrieron hacia la casa y me dijeron que ahí venía él, salí al frente, porque pensé que me iba a reclamar lo que le dijeron mis hijos, pero solo preguntó, ‘¿por qué me dicen cosas?’ y luego agarró impulso, pensé que me iba a meter un chinchonazo y por eso me agaché.
“No sentí nada, pero cuando abrí los ojos vi cuando mi mano cayó, sentí un viento detrás de la oreja y le dije a mi esposo que creía que me había cortado la oreja, pero más bien me habría cortado la mitad de la nuca”, recordó.
La amputación fue de unos cuatro dedos más arriba de la muñeca.
Agradecida por estar viva
Pese al dolor y al miedo, Cristina fue la que le dijo a sus familiares qué hacer.
“Desde que vi caer mi mano lo que me dije fue: ‘Dios me tiene con vida’, incluso le ayudé a mi familia y les decía que llamaran al 9-1-1, que buscaran mi cédula, que no se desesperaran, porque sino sería peor”, recuerda.
Mientras esto pasaba, Boty huyó, sin embargo, minutos después la Fuerza Pública lo detuvo.
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La ambulancia tardó media hora en llegar y aunque sus allegados intentaron mantener la muñeca, los doctores no pudieron salvarla.
“A mi hermana los médicos le dijeron que la mano no me la pegaron porque desconocían el herrumbre del machete, ni del aseo de la palangana en la que la habían hechado, así como el hielo que le pusieron, tampoco el tiempo que la mano quedó sin meter en hielo”, expresó.
Ella espera que la herida sane bien y rápido, para luego usar prótesis.
“Me siento fortalecida porque yo he visto personas que no tienen piernas o brazos y han hecho su vida normal y yo me digo, ‘¿cómo no lo voy a hacer si solo me falta una mano?’, tengo la otra y veo que puedo, no hay por qué afligirse por perder una parte del cuerpo, uno primero tiene que intentar hacerlo, Dios siempre le da la fuerza para uno lograrlo.
“Es difícil, vienen otros procesos, como aprender hacer las cosas sin una parte de uno, pero Dios me está dando la oportunidad de tener vida y mis hijos aún están conmigo, ellos no sufrieron nada, que es lo principal”.
Cristina asegura que siempre defendería a los suyos, pero tiene la fe de que la justicia no la desampare y que no dejen al agresor andar por la libre.