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Con apenas 11 años, el pequeño Luis Aguirre López sabía lo que costaba ganarse la platita, por eso ahorraba cada colón que obtenía ayudando a su abuelito en la tapicería que este tiene en Nicoya, Guanacaste.
Con mucho esfuerzo y disciplina, el pequeño ahorró un dinerito que iba a usar para comprarse varios útiles escolares, pues estaba emocionado por volver a clases. Lamentablemente, una tragedia le puso fin a sus sueños e ilusiones.
“Así llegara con mil colones que el abuelo le hubiera regalado, me decía que me invitaba a un fresco, todo era para uno. Él, con 11 años, era muy maduro, siempre ahorraba. Lo último que guardó fue como 15 mil colones, que los iba a usar para comprarse los cuadernos. Estaba muy alegre porque iba para quinto en la escuela San Martín”, dijo Merelyn López, mamá de Luis.
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La vida del pequeño tuvo un triste final, pues la noche del pasado viernes se convirtió en una víctima inocente más de la ola de violencia en la que está sumida el país, pues falleció debido a la balacera desatada por dos sicarios en las afueras de su casa en barrio San Martín de Nicoya.
“De acuerdo con la versión preliminar que se maneja, a ese sitio llegaron dos sujetos en motocicleta y, al parecer, el que viajaba como acompañante disparó en múltiples ocasiones contra varias personas que se encontraban frente a una casa, resultando heridos el menor y un joven apellidado Rosales, de 20 años”, detalló el OIJ.
Ambos fueron llevados de emergencia al hospital La Anexión en Nicoya, pero el niño estaba tan delicado que tuvo que ser trasladado al hospital de Liberia, donde falleció pasadas las 7 a.m., del pasado sábado.
Jugando con el celular
Merelyn contó que la tragedia que tiene a su familia con el corazón hecho pedazos ocurrió la noche del pasado viernes, cuando Luis y su hermanita de 12 años se encontraban afuera de la casa jugando con un celular.
“Estaba afuera, como decir en la acerita, al puro frente del portón de mi casa. Él estaba afuera jugando con el celular con la hermanita y fue cuando llegaron a hacer eso (la balacera). Seguro de los nervios, mi hijo salió corriendo y el muchacho ese (Rosales) salió corriendo detrás de mi hijo y fue cuando les dispararon”.
“Yo desearía levantarme y decir que mi hijo esta vivo, que esto solo es una pesadilla”
— Merelyn López, mamá de Luis.
Doña Jenny Fajardo, abuela de Luis, contó que no solo su familia está de luto, sino que todos los vecinos del barrio, pues el chiquito era muy querido, pues siempre pasaba en su bicicleta saludando a todo el mundo.
“Era muy querido en el barrio, sobre todo porque era un niño que, si tenía algo y debía compartirlo, él lo hacía con mucho gusto. Era un chiquito muy alegre, que le gustaba jugar bola con los amiguitos”, dijo Fajardo.
Ayudaba al abuelito
La mamá de Luis contó que al pequeño le encantaba pasar el tiempo junto a su abuelo en la tapicería, por eso es que había aprovechado muchos de los días de vacaciones para irse a “trabajar”.
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“Me pedía permiso para ir donde los abuelitos, porque ellos viven al otro lado. Siempre me decía que quería ir donde el abuelo para ponerse a trabajar con él y así se iba, a trabajar, decía.
“Él ya hacía bolsitos de los que venden ahí, de los que se andan de lado, los primeros bolsos que hizo fueron los de él y para sus hermanos. Siempre me decía que él iba a seguir con la tapicería del abuelo”, contó la mamá.
Doña Jenny recordó que, pese a su corta edad, Luis ya era muy hábil en ese oficio, pues cocía cosas en vinil con mucha facilidad. Además, recordó que el pequeño le regaló un bolsito que él mismo hizo, el cual ahora guardará como un tesoro.
“Él era la luz de esta casa, la alegría de todo el barrio”.
— Jenny Fajardo, abuela de Luis.
Quería ser policía
A su corta edad, Luis tenía muchas pasiones, por ejemplo, le encantaba el fútbol y hasta formaba parte de un equipito del barrio; sin embargo, a futuro pensaba en dedicarse a otra.
“Lo que me decía es que cuando estuviera grande iba a trabajar, que iba a ser policía, porque nos iba a sacar adelante a nosotros”, contó Merelyn.
La abuelita de Luis confirmó que el chiquito sentía una enorme pasión por ser oficial de la Fuerza Pública, tanto así que “modificó” su bici para que se pareciera a la moto que estos usan.
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“Él tenía una bicicleta y la transformó, porque agarró unas letras, no sé de dónde, y se las pegó, le puso ‘GAO’, porque soñaba con ser policía. Un día estaban los del GAO y se fue a hablar con ellos y a enseñarles su bicicleta.
Los seres queridos del pequeño Luis le dieron el último adiós este pasado miércoles en el cementerio municipal de Nicoya.
La familia del chiquito, especialmente su mamá, aún está afrontando los costos de su funeral, así como otras necesidades que tienen en su casa.
Si usted desea ayudar a esta familia, puede hacerlo por medio de Sinpe Móvil al número 7106-2449, a nombre de Merelyn López Fajardo.
