La familia de Karolay Serrano ahora tiene una partecita de ella en su casa, en Heredia.
Su mamá, doña Rosmery Cordero, ha tenido que pasar por muchas pruebas durísimas desde hace año y medio, sus heridas no logran cerrarse porque constantemente ocurren cosas que aunque le dan paz también la lastiman.
“A veces ya no sé de dónde logró sacar fuerzas para seguir”, dice la valiente señora.
A principios de noviembre el OIJ le avisó que encontraron otros huesos de su hija en el sitio donde hallaron los primeros restos, en las faldas del volcán Barva, en Heredia, por lo que le tocó pasar dos veces por una despedida para su amada Karolay.
Aunque le habían dicho que se trataba de la cadera, aseguró que era el hueso de la quijada y una pierna.
Esta semana nos contó la situación que vivieron hace unos días para despedir nuevamente a su hija, el dolor que esto le provoca y la necesidad de justicia que tiene en su corazón, no solo para ella sino para las mamás de otras muchachas asesinadas que ha conocido.
Los primeros restos de Karolay fueron incinerados en marzo y depositados en un árbol de vida en camposanto La Piedad, de Santo Domingo de Heredia. Los investigadores dieron con ellos el 6 de febrero de este año.
“Esa primera vez mi esposo se encargó de ir por los restos, yo no podía porque no tenía esa fuerza, no iba aguantar ese dolor, pero esta vez mi esposo tenía que trabajar y me tocó ir, cuando llegué la muchacha me enseñó una foto en la computadora y luego me dieron los restos y me vine en el carro del camposanto La Piedad porque los iban a incinerar”, dijo.
Doña Rosmery asegura que de camino decidió abrir la cajita para ver lo que le entregaron.
“Lloré mucho, mucho, el muchacho de la funeraria me dio apoyo en ese momento porque sentí tanto dolor, yo le decía ‘Karolay, ya Amanda es mía, ya usted puede estar tranquila, yo la estoy cuidando como usted siempre había dicho’.
“Los huesitos fueron cremados gracias al apoyo que me ha dado la funeraria porque sola no hubiera podido, guardé un brazalete, como los que le ponen a uno cuando nace un hijo, que venía con los huesitos, mi bolso aún tiene ese olor que no le puedo explicar lo que me hace sentir”, contó la mamá.
“Ese día cuando llegué a la casa, Amanda (hija de Karolay) me dijo ‘mami, ¿andaba por los restos de mi mamá?’ Yo me quedé impactada y le dije que sí”.
Fiesta de bienvenida
Cordero y su familia organizaron un culto que, según asegura, fue como una fiesta para darle la bienvenida a su hija a la casa.
“El 8 de noviembre mi hija regresó a casa, una parte de ella, a mí me tocó revivir todo al igual que aquel 12 de agosto del 2019 cuando desapareció, esta es una herida que parece que nunca se va poder sanar, o por lo menos no mientras no encuentre todos los restos de mi hija, a mí me atormenta saber que en esa montaña aún están sus huesitos”, comentó.
Esta abuelita trató de que la llegada de las cenizas a su casa fuera algo especial para su nieta, hasta hicieron el arroz con pollo favorito de Karolay para compartir con quienes llegaron a orar.
“¿Cómo le puedo explicar a la gente este dolor? Cuando trajimos las cenizas llame a Amanda y le dije que ahí estaba un pedacito de su mamá y ella me dijo, ‘mami ábrame eso para ver a mamá’, en esos momentos son en los que yo me quisiera morir del dolor, le expliqué que los restos de su mamá eran una arenita y ella entendió, ella sabe que su mami está en el cielo”, dijo.
“Las cenizas están en mi cuarto, en un altar, le oramos y esperamos que poco a poco vaya apareciendo lo que falta, a Karolay me la volvieron a matar, ese es el sentimiento que tengo y ella no deja de alzar su voz, tenerla aquí me llena de paz, cuando yo me muera, si Amanda está de acuerdo, espero que la entierren conmigo”, dijo.
Tamales de amor
En medio de todo ese dolor doña Rosmery no afloja para sacar a su nieta adelante, aunque cuenta con el apoyo del papá de Amandita, ya está fajada vendiendo deliciosos tamales y chileras que llevan la foto de su hija, pues además debe enfrentar el proceso contra los sospechosos.
Si usted quiere apoyarla puede llamar al teléfono 8348-1589.
El sospechoso del asesinato es un hombre de apellido Cubillo, con quien se dice Karolay tenía una relación, él es sospechoso de pagar ¢50 mil a dos sicarios para que mataran a la joven y así evitar que la mujer con la que él vivía se enterara de la relación que tenía con Karolay.
Una menor de 16 años fue condenada el 21 de setiembre como responsable de conseguir el arma y contratar a los sicarios; ella aceptó los cargos.