“Soy una madre destrozada, ya no es lo mismo para mí un amanecer o un atardecer, pero tengo que seguir mi camino y esperar que me lleve pronto (la muerte), porque eso es lo que me queda y ya no hay remedio.

"Ella no va a volver, ni vamos a estar juntas nunca más, a pesar de los felices que éramos”.

Esas desgarradoras palabras se las dijo doña Clara Durán, cara a cara, a un hombre de apellidos Mora Monge, acusado de atropellar y causarle la muerte a su hija Lucía Mata y tres ciclistas más.

Cuando doña Clara terminó de dar su declaración en el juicio, los jueces suspendieron por algunos minutos para tomar un respiro, ella y Mora se toparon en las afueras de la sala número 6 de los Tribunales de Goicoechea y esta valiente mamá caminó hacia él y le dijo lo mucho que su familia ha sufrido, pero que a pesar del gran sufrimiento no le guarda rencor, que ella lo perdonaba, pero que les pedía a los jueces justicia.

Mora guardó silencio, no le dijo nada, tragó grueso y no pudo contener las lágrimas, lloró frente a la señora de 77 años.

Este fue uno de los momentos más emotivos la mañana de este miércoles en el inicio debate por la muerte de la ciclista. Este se realizó debido que los papás de Lucía no quisieron conciliar con el acusado como sí lo hicieron las familias de los otros tres ciclistas fallecidos Mario Enrique Retana Pérez, Lenin Manrique Ortiz Quesada y Pablo Enrique Alcócer Alcócer.

Este miércoles la mujer fue la primer testigo, ella ingresó a la sala y le sostuvo la mirada al acusado, sin decir ninguna palabra. Esta fue la primera vez que la mamá tuvo de frente a Mora desde lo ocurrido.

Doña Clara relató con mucho dolor lo que ella ha vivido junto su esposo Jenaro Mata por la muerte de su amada Lucía, sus palabras le pusieron la piel de gallina a los presentes.

A pesar de mostrarse como una mujer fuerte durante las declaraciones, no soportó y soltó en llanto mientras respondía las preguntas de los abogados.

Incluso la valiente mujer llevaba contados los días en los que su hija luchó por vivir, dijo a los jueces que fueron 56 los que estuvo hospitalizada y cada mañana durante ese tiempo la fue a visitar.

“Le pedí a Dios que me diera fuerza para darle fin a ella. Vi a mi hija alentada y luego verla muerta. Es un dolor para toda la vida. Era mi mano derecha, fue una hija ejemplar y nunca, nunca la voy a olvidar”.

Añadió: “Él no sabe que me arrancó todo el corazón, porque no solo fue un pedazo. Ella (Lucía) era mi vida, mi despertar, mi caminar, como dice la canción: ‘dónde quiera que ande los recuerdos van conmigo’", fueron algunas de las frases que utilizó la señora para dirigirse a Mora.

La mamá recordó que un día antes del accidente estuvieron en el parque de Coronado frente a la iglesia. “¿Quién iba a decir que luego ya no iba a estar?”, expresó.

Doña Clara mencionó que su hija la acompañaba a un club para adultos mayores, también la llevaba a paseos y además era la que se encargaba de las compras y el pago de recibos para la casa. “Desde que ella no está no volví al club”, comentó.

Durante esas declaraciones el acusado permaneció viendo hacia el suelo y por ratos cerraba los ojos, pero por las vueltas de la vida, minuto después estarían frente a frente en las afueras de la sala.

Además durante su testimonio doña Clara dio a conocer una carta que le había escrito a su hija el 25 de diciembre del 2007, en ese momento la madre luchaba contra el cáncer de seno y en la carta se despidió de Lucía.

“Le pedía que no flaqueara por mi ausencia, nunca me imaginé que fuera ella la que iba morir” expresó la mamá llorando mientras veía el escrito.

Siempre pensaba en los más necesitados

Está mamá quiere que a su hija se le recuerde por lo buena que era, ya que siempre pensaba en los más necesitados.

“Si andábamos en San José ella se me desaparecía y cuando se me acercaba yo le preguntaba: '¿Lucy, en dónde andaba usted?’ y ella me respondía: ‘Diay es que aquél señor no tiene nada que comer’. Todo lo que ella compraba era para regalar o agarraba las verduras o cosas de la casa para regalar a los pobres”, mencionó.

“Ella sufría cuando alguien pasaba hambre, buscaba ropa para los pobres, nunca le negó nada a nadie”, dijo la mamá.

Lucía fue atropellada la madrugada del 29 de enero del 2017 y permaneció en coma en el hospital Calderón Guardia durante casi dos meses, ya que murió el 21 de marzo de ese año.