Diego Quesada Hernández tiene fresco en la memoria el momento que vivió la mañana de este viernes cuando él y otras personas encontraron en la catedral de Cartago a una bebita recién nacida metida en una bolsa.
Quesada, profesor de Estudios Sociales y Cívica en el Colegio República de México, en San José, contó que él acostumbra ir a la iglesia muy seguido y el viernes llegó para confesarse. Al ver a la bebé solita se le vinieron las lágrimas.
“Yo entré a la iglesia como a las 9:35 de la mañana, había unas seis personas esperando para confesarse. Eran como las 10:15 de la mañana cuando escuchamos el llanto de un bebé como seis bancas atrás de donde estábamos esperando, nos fuimos todos a ver qué pasaba, el muchacho que limpia la iglesia nos acompañó. Había un saquito como en los que venden el arroz , era blanco, y adentro tenía trozos de cobija, nos asomamos y estaba la bebé llorando y desnuda”, relató Diego.
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Diego vio el papel de la mamá en el que decía renunciar a todos sus derechos sobre la niña.
”Todos hicimos como un círculo alrededor de la banca. Una señora alzó a la bebé y yo la acompañé, nos fuimos a buscar al sacristán, primero habíamos pensado que era un niño, pero no, era una chiquita. Tenía el cordón umbilical con una prensa médica, se veía que estaba recién nacida”, comentó el educador.
Diego asegura que él no pudo aguantar las ganas de llorar, incluso la abrazó y le dio una bendición.
“Le dije que era una bebé muy hermosa y que me gustaría ser su padrino, fueron muchas emociones juntas, no aguanté las ganas de llorar. En la iglesia nunca vimos nada, ni a a la mamá, además estábamos de frente al altar. Fue increíble, la bebé dejó de llorar apenas la alzamos, tenía frío”, recordó.
El vecino de El Tablón de El Guarco añadió que llamaron al 911 y que los policías y paramédicos llegaron muy rápido.
“Ha sido una experiencia muy fuerte. Estás orando y rezando y no esperas que algo así ocurra. He visto animalitos que dejan abandonados por la casa de uno, pero no un ser humano. Es una gran sensibilidad y todos los que estábamos ahí lloramos”, añadió.
El educador piensa ir al hospital a preguntar por la bebé y va a ofrecer ayuda para llevarle algunas cositas independientemente de que después la den en adopción.
Afirma que no ha podido dejar de pensar en la pequeñita que, por dicha, está de lo más bien.