A Raquel Vargas, de 20 años, le encantaba andar con el pelo amarrado y, como cualquier persona, disfrutaba mucho dormir.
Sin embargo, esos dos gustos le cambiaron de un momento a otro, por culpa de un accidente en el que por poco pierde su vida.
Ella es la asistente de una buseta a quien le cayó encima un portón de la escuela José Ana Marín, en Coronado, San José.
Raquel y una niña de 8 años sufrieron lesiones graves tras recibir en seco todo el peso del portón metálico, que además las tiró a un caño, por lo que se golpearon con el filo del cemento.
El abogado Carlos Cartín representa legalmente a las víctimas, quienes denunciaron el pasado jueves 13 de octubre al Ministerio de Educación Pública (MEP) y al director de la institución ante el Tribunal Penal de Goicoechea.
Terribles sueños
La muchacha asegura que su vida cambió por completo.
“Es algo muy complicado porque, desde que sucedió este accidente, yo paso soñando que me muero, que me pasa de todo. Dormir es lo peor y paso muy tensa, muy estresada, con miedo de todo, a pesar de que no me acuerdo (del accidente) es un trauma”, afirma.
La veinteañera era la asistente de una buseta estudiantil desde febrero anterior.
“No me acuerdo de nada, ni siquiera me acuerdo de levantarme a alistarme para ir al trabajo. Mis recuerdos comienzan como a las seis de la tarde de ese día, cuando me desperté en el hospital, asustada y una enfermera me preguntó: ‘¿Se acuerda de algo?’, yo le dije: ‘No, ¿qué fue lo que pasó?’, yo estaba muy desubicada y asustada.
“Me explicaron que me cayó un portón y que me tuvieron que hacer una cirugía, que estaba en recuperación, me hicieron 33 puntadas entre la cabeza y la cara”, contó la sobreviviente.
Raquel vio el video y asegura que fue muy impactante.
“Creo que ni siquiera pude terminar de verlo, claramente si no fuera porque me conozco, yo diría que esa no soy yo, porque no me acuerdo, es difícil, para mí fue un total impacto, no me logro explicar cómo es que pasan estas cosas. Uno queda muy asustado”, manifestó.
Ese accidente ocurrió el miércoles 21 de setiembre anterior y al día siguiente le dieron la salida del hospital.
“Solo tengo el seguro del Estado que es de los 18 a los 25 años, me dijeron que no me cubría como para incapacidad, me operaron el miércoles y el jueves a las 11 de la mañana ya me habían sacado del hospital, no me han dicho si estoy bien, si tengo alguna otra fractura o algo”, señaló.
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Su vida cambió por completo
La muchacha, quien sueña en convertirse en enfermera, no ha vuelto a trabajar porque hasta salir de su casa le da temor.
“Todavía no me siento en condiciones, no siento la cabeza, la memoria la tengo muy mal, tengo muchos mareos, mucho dolor de cabeza, la vista se me anula de un pronto a otro, claramente por seguridad de los niños y por la mía prefiero evitar”.
Su herida física es visible y esto generó que ahora ande el pelo suelto, tratando de ocultarse la cicatriz, ya no lo anda amarrado como le gustaba.
“Me cuesta mucho, no quiero verme en videos porque mi cara no era así y aunque no son muchos los cambios, yo no era así y realmente es un un trauma, prefiero no verme en el espejo o tomarme fotos.
“Paso llorando, esta ya no es mi vida, no sé qué hacer, me estreso porque tenía una rutina de la cual ya no puedo ser parte, estaba acostumbrada a un estilo de vida, pero me pasó esto y ya no puedo seguir”, afirma.
Los médicos le han dicho que ella es un milagro.
“Los doctores lo que sí me dijeron es que estar aquí y hablar es un milagro, no sé me fracturó el hueso del cráneo, lo único fue que se me desprendió toda esta parte (se toca parte de la frente), o sea, a mí se me veía el hueso de la cabeza y todo, pero gracias a Dios no se fracturó, solamente me tuvieron que reconstruir todo y ahí se nota con una cicatriz grande”, manifestó.
La joven además quedó con granos por todos lados, moretes en la espalda, el cuello, las piernas y los brazos.