Doña Rosa Agüero perdió su casa y todas sus cositas en un incendio, pero lo que más le dolió es que las llamas destruyeron 498 angelitos que coleccionaba desde hace 36 años.
“Yo tenia una colección de 500 angelitos de distintos materiales, como cerámica, barro y madera, y casi todos se quemaron. También tenía como 50 pasitos y solo me quedó uno, pero incompleto”, contó.
El hecho ocurrió hace aproximadamente 22 días en Purires de Turrubares. Afortunadamente, ese día la señora, de 58 años, y sus familiares no se encontraban en la vivienda.
Agüero estaba trabajando en una peluquería en Puriscal y recibió una llamada de su suegra, quien le dijo que su casita se estaba quemando.
“Cuando me avisaron jamás creí que fuera tan grave el asunto, yo me imaginé que era solamente la cocina, pero cuando llegué estaba a fuego vivo. Incluso intenté meterme para sacar alguito, pero los bomberos me agarraron”, recordó.
En cuestión de minutos, doña Rosa, su esposo Roberto González, de 64 años; y su hijo Víctor, de 32, lo perdieron todo, solo les quedó lo que llevaban puesto.
“Mi casa quedó destruida, tuvieron que apearla toda porque los bomberos dijeron que las paredes que quedaban estaban como perforadas y eran muy peligrosas”, añadió.
Según la señora, el incendio se habría dado por un cortocircuito en un de las regletas que su esposo tenía en el cuarto.
Dos sobrevivientes
El fuego no tuvo piedad y lo devoró todo. Agüero dijo que ni siquiera un zapato les quedó. Toda la ropita, los muebles, las herramientas que su esposo usaba para trabajar en el campo y sus ollitas quedaron inservibles.
Sin embargo, todas esas cosas pasaron a segundo plano para la señora, pues ella tenía el corazón hecho un puñito por algo que era más importante a nivel personal.
“No me ha dolido por la ropita mía o las joyas, ni por la platita que tenía ahí guardada, me ha dolido más que todo por todos mis angelitos”, contó.
El incendio fue tan bravo que doña Rosa se resignó a que de su colección de 500 angelitos solo quedaran cenizas; sin embargo, dos de sus hijos le dieron una inesperada noticia que le devolvió un poquito de alegría.
“Cuando ellos estaban sacando el material quemado, en una esquinita encontraron dos angelitos. Llegaron donde estaba yo y me dijeron: ‘vea mami, algo le quedó’. Me lo dijeron con lágrimas pues ellos saben lo que significan para mí”, detalló.
Además de los dos angelitos, entre las cenizas también encontraron uno de los 50 pasitos de Agüero. Lamentablemente ya no había nada que hacer por el resto de las figuras.
Empezar de nuevo
Doña Rosa dijo que perder su colección le dolió en el alma, pues tenía casi una vida adquiriendo estas figuritas, las cuales limpiaba a diario e incluso las tenía dentro de una urna para que se vieran más bonitas.
“Cuando me casé una señora me llevó un San Martín y así me empezaron a gustar los santos, luego nació mi hija y me regalaron un ángel, de ahí en adelante la gente me empezó a regalar más angelitos, yo también compraba algunos cuando salía”, recordó.
Según Agüero, antes del incendio su casita parecía el cielo, pues en cada esquina había un angelito, incluso el baño y la cocina estaban adornados con estas figuritas.
Todavía no sabe si iniciará una nueva colección, pues le da mucho temor pasar de nuevo por algo similar, aunque ya varias personas la están apoyando para que siga adelante.
“La gente me dice que cuando tenga una casita me van a llevar angelitos para que empiece de nuevo”, dijo.
En cuanto a los dos angelitos chamuscados, doña Rosa dijo que los va a guardar tal y como están, pues le van a quedar como un recuerdo de todo lo que tuvo.
Necesitan ayuda
De momento doña Rosa, su esposo y su hijo se están quedando donde una hermana, a la espera de que otro de sus hijos les ayude con una casita que tenía en alquiler.
Agüero dijo que les ha costado mucho hacerse de nuevas cositas, ya que ella es la única que tiene un trabajo estable; su esposo había sufrido un cáncer y ahora se dedica a sembrar en un pedacito de tierra que le había dado la mamá de él.
Por este motivo es que la familia está buscando ayuda por todos los medios, incluso se han puesto a vender tamales para recaudar algo de platita.
“Nos urge una cocinita, aunque sea una plantilla y unas camitas para que podamos dormir, yo no pido mucho, solo lo más básico para poder empezar de nuevo”, añadió Agüero.
Pese a todo lo que ha pasado, doña Rosa no ha perdido la fe y está segura de que Dios le ayudará a salir adelante luego de este trago tan amargo que sufrió con el incendio.