Una imprudencia separó para siempre a una familia estadounidense que vino a pasar sus vacaciones en Costa Rica y estaba apunto de volver a su país.
Enisha Lashelle Roberson, de 38 años; su esposo Anthony Schawn Robert, de 54 y el hijo de ambos, Cannon Anthony Roberson, de 6 años, vinieron al país a pasar unos días tranquilos y este lunes tenían planeado volver a casa, pero una tragedia los detuvo.
Los tres estaban hospedados en un hotel de Guanacaste y a eso de las 4 de la mañana de este lunes los recogió una microbús manejada por Allan Pereira Leiva, quien los llevaría al aeropuerto Daniel Oduber para que tomaran su vuelo.
Cuando iban por Guadalupe de Curubandé, en Liberia, un pick up que iba en sentido contrario y que, al parecer, invadió el carril contrario y se estrelló contra la microbús.
El Cuerpo de Bomberos recibió el reporte del suceso a las 4:29 a. m. El accidente fue exactamente un kilómetro al norte de la escuela de Guadalupe.
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Cuando los cuerpos de socorro llegaron se encontraron con un dramático escenario. Enisha, su hijo Cannon y el chofer de la micro, Allan, estaban muertos; el esposo de Enisha estaba malherido.
Los paramédicos de la Cruz Roja atendieron al hombre y lo llevaron de emergencia al hospital Enrique Baltodano Briceño, en Liberia.
Las autoridades de emergencia dijeron que el chofer del pick up era un joven de 20 años y de apellido Dávila. También fue llevado al centro médico porque estaba muy golpeado.
La Policía de Tránsito detalló que los tráficos que atendieron el accidente le hicieron a Dávila la acoholemia y en un primer momento dio 0,13 miligramos de alcohol por litro de sangre. Media hora después se la volvieron a hacer y dio 0,9.
El límite permitido por la ley es de 0,38 y aunque en este caso la cantidad de guaro no era mayor, Dávila fue llevado al hospital bajo custodia policial. Enfrentará un proceso legal por las tres muertes.
Un papá entregado
Alberto Pereira, hermano de Allan, contó que él se enteró de la muerte de su allegado por medio de un desconocido.
“Me llegó un mensaje a mi celular poco antes de las ocho de la mañana, me decían que era urgente que llamara a ese número y cuando lo hice me contaron que mi hermano había muerto. Tuve que salir corriendo del trabajo para ir a mi casa y contar lo que había pasado.
“Allan era un hombre muy alegre, servicial y amoroso con su familia; tenía dos hijas a las que amaba con todo su ser, una tiene dieciséis años y la otra seis”, contó Alberto.
Dijo además que trabajaba en turismo desde hacía aproximadamente siete años.
“Le gustaba mucho lo que hacía, pese a que era un trabajo muy absorbente. Él vivía con su familia en Palmares de Alajuela y hace como un mes tuvo unos días libres y se vino para la casa de mi mamá, en Tres Ríos de La Unión, para pasar con la familia.
“Lo que estamos viviendo es muy fuerte, es un golpe muy grande y todo parece ser por la irresponsabilidad de un muchacho de veinte años. Cuando uno ve las noticias jamás imagina que podría llegar a vivir en carne propia una situación como esas.
“Es necesario que la gente sea consciente del daño que puede causar a los demás por irrespetar las leyes. Si alguien quiere ir a tomar puede hacerlo, pero que por favor no maneje para que no lleve dolor a otras familias”, dijo.
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Alberto opinó que la educación que dan los papás en los hogares es fundamental para que los jóvenes crezcan con la consciencia de que es muy peligroso manejar bajo los efectos del licor o de cualquier otra droga.
El familia del chofer aún no tiene definido el día y la hora del funeral, pero sí tiene claro es que será en la iglesia católica de La Unión.