Cuatro sobrevivientes de un atropello y la Iglesia católica enfrentarán una audiencia para conciliar o para ir a juicio por el delito de lesiones culposas.
El expediente es el 19-000392-0569-PE contra un hombre de apellido Ramírez, conductor la Nunciatura, y contra la Nunciatura, dueña del carro accidentado.
El caso se tramita en la la Fiscalía Penal de La Unión y la audiencia será el 16 de junio a las 2:30 de la tarde.
Doña Mayrim Alvarado Munguía es una de las sobrevivientes del accidente ocurrido el 16 de junio del 2019 en la autopista Florencio del Castillo. Ese día, ella, su exesposo, Carlos Briceño Rivas, su hija, Nefer Ster, de 8 años salieron de su casa en Montufar, en San Diego en La Unión de Cartago, y caminaron unos cuántos pasos para agarrar el bus.
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“Estábamos en la parada porque íbamos a celebrar el Día del Padre, en eso yo veo que un carro se empieza a orillar, lo primero que pensé fue que seguro se iba a meter a Montufar, pero noto que se orilla más, entonces pensé ‘seguro se va a estacionar’. En cuestión de segundos vimos el carro ya encima de nosotros. El auto se metió en la parada de bus, botando la parada y golpeándonos”, relató.
Mayrim y su hija cayeron en una cuneta detrás de la parada, por donde pasan las aguas negras.
“Quedamos debajo de todos los escombros, el carro completamente volcado y regando no sé si aceite o gasolina, las personas donde escucharon el choque salieron y nos ayudaron a salir de la cuneta”, comentó.
La pequeña Nefer sufrió muchos golpes, se rompió la nariz, la boca, un diente le quedó torcido, y según su mamá pasó casi tres días sin caminar por los golpes.
A ella meses después le hicieron una cirugía ambulatoria en la espalda. Además estuvo cuatro meses en el sicólogo. Mientras que Mayrim tuvo ruptura de meniscos.
“Mi hija no podía ni ver un carro, le empezaron a asustar los aviones, helicópteros, no se podía subir a ascensores al día de hoy, ambas nos da horror ir a esa parada a tomar el bus”, contó la mamá.
“Se me hizo un hueco en la pierna que me quedó cicatriz. Estuve siete meses incapacitada, tuve que volver a aprender a caminar. Además, tengo un desgaste en la rodilla derecha, me operaron y perdí también los ligamentos del dedo índice de la mano izquierda”, contó la afectada.
Doña Mairym contó que sus papás se volvieron ángeles porque la cuidaban a ella y a su hija, también se encargaron de llevarlas a las citas médicas.
A la fecha ella no puede estirar la rodilla, no puede arrodillarse ni agacharse.
“Sufro de calambres qué inclusive me dejan renca hasta por dos días, porque son muy fuertes. No recibí más terapias porque mi pierna es funcional, puedo caminar y con eso es suficiente para no recibir más terapias, no puedo correr, montarme al bus es una pesadilla, subir o bajar gradas es una pesadilla, no me meto al mar por miedo a que una ola me golpee y me caiga y no me pueda levantar. Jamás puedo sentarme en el piso sin ayuda”, dijo.
Un año varado
Mientras que su exesposo, Carlos, sufrió una ruptura completa de tibia y peroné expuesta junto con el tobillo de la pierna izquierda, en la que le realizaron tres operaciones, por lo que le tuvieron que poner dos platinas y 14 tornillos para fijar ambos huesos.
Su recuperación tardó casi un año, en el que sus ingresos se vieron afectados.
Él aseguró que incluso la tercera cirugía le tocó pagarla a él porque los demandados nunca respondieron.
“Incluso las terapias del INS no las recibí por lo mismo, porque no tenía más la cobertura del seguro del vehículo implicado”, dijo Briceño, quien trabaja en soporte de TI de una empresa.
En esta causa también figura otro afectado de apellido Rodríguez, quien también estaba en la parada.
En el carro, según los afectados, iba el conductor, un monseñor cuya nombre no trascendió y tres monjas.
“Cuando nos atropellaron, el chofer dijo que otro carro se le había metido y por eso perdió el control, pero era mentira, no venía ningún carro e incluso una de las monjas le dijo, ni mienta, usted se durmió”, dijo la sobreviviente, quien asegura que la espera por la audiencia ha sido muy larga.
Don Carlos asegura que minutos antes él también observó que no venía ningún otro carro cerca.
El abogado de los afectados, Boris Molina Mathew, aseguró que están contentos de que se señalara la fecha para la audiencia preeliminar para discutir si la causa se eleva a juicio.
“Somos partidarios de la tesis de que la causa se eleve a juicio, ya que hay muchos testigos, afectados, personas que estuvieron ahí, lo importante es que se termine de aceptar lo que es la acusación, la querella y la acción civil resarcitoria no solo contra el imputado sino también contra la Nunciatura Apostólica de las Temporalidades de la Arquidiócesis de Cartago y del INS”, dijo Molina.
La acción civil que exigen los afectados sería por alrededor de ¢143 millones.
La Teja intentó hablar con un representante de la Nunciatura, pero no nos respondieron las llamadas ni mensajes.