¿Teme por su vida en algún momento? Preguntó el fiscal Ricky González.
“Todos los días hasta el día de hoy”, respondió Carlos Humberto Salazar Salazar, conocido como Beto, de 38 años.
Beto es el tercer testigo que se recibe en la continuación del juicio por el homicidio del finquero sancarleño Jorge Jiménez Berrocal, conocido como Macho Jiménez, a quien asesinaron de múltiples balazos en Tibás.
Salazar era la mano derecha de Macho Jiménez y habría presenciado y escuchado múltiples amenazas que recibió su patrón, en apariencia, por uno de sus hermanos también de apellidos Jiménez Berrocal, conocido como Luigi.
Beto detalló frente a las juezas Laura Chaves Lavagni, Amelia Robinson Molina y Cinthia Ramírez Angulo cómo fue que conoció a Macho Jiménez y parte de los problemas que él conoció que tenían los hermanos Jiménez Berrocal, en Florencia de San Carlos.
Aseguró que, además, ha recibido muchas amenazas solo por el hecho de ser empleado de Macho Jiménez.
Él tiene que andar armado y ya no camina con la tranquilidad de antes, pues teme que en cualquier momento lo ataquen por la espalda.
“Siempre lo he sentido (se refiere al temor), pero diay ¿para dónde agarra uno?, yo no me puedo ir a esconderme ni nada, porque tengo que ir al trabajo. La vida a usted le cambia (a raíz de las amenazas), ya usted no es la misma persona que anda tranquilo en la calle, porque usted ya tiene amenazas”.
“Usted llega a una soda y no anda con la tranquilidad, tiene que sentarse hacia el frente viendo hacia afuera por si en un momento dado llega alguien y lo va a joder, de hecho tuve que sacar permiso de portación de armas por lo mismo, por mi seguridad, la vida te cambia, no es bonito andar un arma guindando, la vida le cambia a uno”, expresó el testigo en el Tribunal Penal.
¿Cómo conoció a Macho?
El testigo dio detalles de cómo fue su acercamiento con Macho y cómo comenzó a trabajar con la familia hace casi dos décadas.
“Desde los 17 años empecé a trabajar con Jorge Jiménez Berrocal, era a mediados del 2004, inicié como bodeguero los primeros seis meses y luego aprendí sobre mecánica.
“Entre el 2005 y 2006 seguí trabajando en el taller (también de Macho) y conocí a (nombre del imputado) sabía quién era porque era del mismo pueblo. Sabía que entre Jorge y los hermanos había problemas”, relató el testigo.
Aseguró que vio como su patrón se adjudicaba algunas propiedades en disputa con sus hermanos y las cuales el Juzgado le daba.
Recordó que cuando tomó la finca de Cuatro Esquinas hubo balazos. También hubo otros problemas con otra propiedad conocida como Pavón.
“En el 2006 Luigi se acercó a su hermano Macho Jiménez y es ahí donde a Luigi lo ponen como encargado de las fincas de Macho por un lapso de dos años y medio”, recordó el testigo.
Durante ese tiempo Macho incluso habría ayudado económicamente a su hermano para que explotara el tajo Ron Ron que Luigi había comprado. Además este último se había casado y la esposa tuvo problemas de salud por lo que los empleados de Macho la recogían en los hospitales de San José, además le daban dinero para comprarle ropa y muebles.
Sin embargo, los problemas no tardarían en llegar y se rompieron las relaciones entre los hermanos.
“Comenzaron los primeros problemas internos entre ellos dos. Se perdían las planillas, se las tomaba en guaro (el testigo se refiere al dinero de los peones), se perdía el dinero”, detalló.
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Sostuvo que su patrón se enojó porque su hermano Luigi trabajaba unos días y se iba otros, en ese momento Macho Jiménez decidió quitar a su hermano de la administración de las fincas y esta función se la ordenó a Carlos Humberto Salazar.
Sostuvo que desde ese momento Luigi inició las constantes amenazas de muerte contra Macho Jiménez y hasta le habría dicho que contrataría sicarios por hacerlo.
En el 2011 atentaron contra la casa de Macho en Florencia de San Carlos, pero esa vez no lo encontraron, no obstante golpearon a sus peones; 15 días antes el testigo aseguró que vio a Luigi junto a unos hombres armados rondar esa propiedad.
Macho Jiménez fue asesinado de múltiples balazos el 30 de enero del 2015, en un parqueo frente a la clínica Clorito Picado, en Cinco Esquinas de Tibás. En ese momento tenía 56 años.