Con tan solo 12 años, Lian Arroyo afronta una de las pruebas más difíciles de su corta vida: la triste ausencia de su hermano Samuel, el chiquito de 8 años que murió luego de ser impactado por una bala perdida mientras dormía en su casa, en Zapote.
La trágica muerte del pequeño fue un golpe sumamente duro para toda su familia, pero en especial para Lian, pues ambos compartían el mismo cuarto y por eso se volvieron inseparables.
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Así lo contó a La Teja Luis Arroyo, papá de Samuel, quien explicó que a pocos días de que se cumpla un mes de la muerte de su hijo, él y su familia siguen agarrándose de Dios para no desfallecer ante la tristeza.
“Tengo tres hijos más, con el de 12 años, que es el más pequeño, es con el que nos ha costado más, porque era el más apegado a Samuel. Una noche él se me acercó y me dijo: ‘Papi, Valeria (la hija mayor de 17 años) está haciendo tarea en su cuarto, Caleb (el otro hermano) está durmiendo en su cuarto y me vine al cuarto mío y yo me imaginaba a Samuel jugando conmigo’, en esos casos a uno se le quiebra la voz, porque siempre nos va a hacer falta él”, dijo Arroyo.
El hecho que tiene a esta familia con el corazón hecho pedazos ocurrió la madrugada del lunes 27 de febrero en el barrio La Gloria, de Zapote, lugar donde se dio una balacera, al parecer por un enfrentamiento entre bandas.
Uno de esos disparos impactó el pecho de Samuel mientras este dormía tranquilamente en su casa. La bala causó graves lesiones en el corazón del chiquito, las cuales provocaron que muriera un día después.
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Por este caso, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) detuvo a un menor de 15 años como sospechoso de participar en la balacera. La captura se dio el pasado 2 de marzo, mismo día en el que Samuel fue sepultado.
Lo extrañan mucho
No hay ni un solo día en el que don Luis y su familia no piensen en el niño, su ausencia se siente en cada rincón de su casa, especialmente en el cuarto que compartía con Lian.
“Mi hijo de 12 años, que era el que dormía con Samuel, en la noche llora, entonces nosotros le damos palabra, le decimos que él está con Dios y que algún día lo vamos a ver de nuevo, que está en un mejor lugar”, contó Arroyo.
“Era un niño que no tenía ninguna maldad en su cabeza, las únicas travesuras que hacía era esconderles los juguetes a los hermanitos”.
— Luis Arroyo, papá de Samuel.
En una situación como la que viven Luis y su familia, muchos se dejarían llevar por el odio y el rencor, pero este no es su caso, pues ellos más bien buscan promover un mensaje de amor y paz, para que la violencia que les quitó a su hijo no vuelva dañar a otros.
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“Nosotros somos una familia creyente, desde que Samuel cumplió su primer año de vida se lo entregamos a Cristo, además estamos constante en la iglesia, de hecho mi esposa y yo somos consejeros en la iglesia Monte de Dios y lo que sí sabemos es que la violencia desata más violencia”.
Aunque su rostro no lo refleja, Luis no ocultó que en muchos momentos se ha sentido abrumado por la tristeza, pero es ahí cuando se ha acercado más a Dios.
“Es inevitable que la tristeza y la soledad toquen la puerta de nuestras vidas, pero la fortaleza viene de Dios, porque sabemos que Él es justo”.
Esperan justicia
Arroyo y los suyos creen firmemente en que Dios se encargará de hacer justicia por lo que le sucedió a Samuel, pero también esperan que haya justicia terrenal contra los que participaron en la balacera que cobró la vida de su hijo.
Luis también comentó que una de las cosas que más lo sorprendió fue enterarse que un muchacho de apenas 15 años es sospechoso por la muerte de su hijo.
“Se lo digo como padre de cuatro hijos, uno de ellos en el cielo, me sorprende en cierto sentido, no la edad, porque seamos sinceros, ellos vienen de un lugar complicado, lo que me sorprende es qué está haciendo la familia, los papás de un muchacho de 15 años que, al parecer, andaba de madrugada disparando con una AK-47, es algo preocupante”.
De momento, el quinceañero es el único detenido por la muerte de Samuel, pues otro joven que se presentó con su abogado a los Tribunales de Justicia de San José, pues al parecer era investigado por el OIJ, fue dejado en libertad.
“Creemos que hay otros (involucrados), porque son reconocidos en el barrio, sabemos quiénes son y los vemos caminando campantes para arriba y para abajo, pero estamos esperando que Dios les dé la sabiduría a los del OIJ para que detengan a los implicados”, dijo Arroyo.