Una nueva masacre golpea a Guanacaste. Entre febrero del 2016 y este sábado han sido asesinadas 15 personas en crímenes múltiples. El caso más reciente se inicia con el hallazgo, este sábado, de cinco personas muertas en lugar llamado Monte Plata, en La Cruz de Guanacaste, cerca de la frontera con Nicaragua.
Las víctimas son miembros de una misma familia y fueran identificados inicialmente por la Fuerza Pública como Isaías Bonilla Bonilla, de 81 años (dueño de la finca donde ocurrió el crimen); su esposa Paula del Socorro Romero Romero de 89, y los hijos de ambos, Walter, de 24 años y Wilbert, de 26; la quinta víctima se llama Carlos Pacheco, de 21 años.
Este crimen hace recordar el descubierto el 16 de febrero del 2016. La Policía encontró aquel día una escena de terror en una casa de Matapalo, en Santa Cruz: cinco personas habían sido masacradas. Se trataba de tres niñitos y dos adultos. Las autoridades llegaron a la vivienda alertadas por vecinos, quienes informaron que se oía llorar una chiquita de forma desconsolada.
Cuando las autoridades llegaron las niñas se encontraban deshidratadas. La de 4 había sido golpeada y herida, pero se hallaba fuera de peligro.
Una hija de la mujer le había contado a La Nación que Yeimmy se había distanciado de la familia por la relación con Salmerón, quien, se dijo, consumía drogas. Pero Durán siempre defendió su derecho a estar con él.
En el juicio en su contra se conocieron los detalles espeluznantes de la salvajada que cometió después de haber estado bebiendo licor. "Mai los mató a todos", dijo (por medio de una videoconferencia en el juicio) la chiquita de 4 años.
Odio y sangre en Liberia
La dolorosa noticia se supo el 19 de enero de 2017 en la mañana. Aquella madrugada fueron degollados Joseph Briones, de 22 años; Ariel Vargas, Stephanie Hernández, Dayana Martínez e Ingrid Méndez, estos últimos de 24 años. Únicamente logró sobrevivir una colegiala de 14 años, quien después dio datos claves del agresor y el 26 de enero logró salir del hospital de Liberia, adonde había sido llevada porque el criminal también había tratado de matarla.
El sospechoso desde el inicio fue Alonso Ríos Mairena, de 33 años y detenido el 3 de febrero. Además de la información dada por la adolescente que sobrevivió, otros hechos fueron de gran importancia para encontrar al responsable.
“Eso (la huella) significa que tuvo que ver con ese fluido fisiológico (sangre) que había en el sitio y que de alguna manera mantuvo contacto con los cuerpos o con la sangre ”, explicó Walter Espinoza, director del OIJ.
Para llegar hasta Ríos, los investigadores también analizaron llamadas y el Internet que usó el hombre el día del ataque. Los agentes judiciales hicieron un retrato hablado pocos días después del crimen. Estas evidencias y otras apuntaron siempre hacia Ríos.
Los investigadores sabían que el jueves 19 de enero, día del crimen, el hombre usaba una pantaloneta blanca y unas tenis grises. Durante el allanamiento a la casa de Ríos los agentes judiciales encontraron una pantaloneta y unas tenis de esos colores. Todo estaba ya lavado, pero el perro Aquiles (de la K-9) indicó que había rastro de sangre en las dos piezas.
También fue decomisado un cuchillo de cocina con el que, al parecer, mataron a los jóvenes. Trascendió que este cuchillo seguía siendo usado en la casa para las labores diarias.
“De acuerdo con los estudios, el hombre atacó a los estudiantes a la 1:09 de la madrugada y los homicidios ocurrieron entre las 2:10 y 2:49”, dijo Espinoza.
Ríos entró a la casa de los estudiantes de forma agresiva, les habló fuerte y obligó a uno de los hombres a amarrar a los demás. Ríos Mairena había trabajado para los dueños de la vivienda alquilada por los jóvenes haciendo arreglos y en mantenimiento. Eso le permitió tener acceso a una llave, lo que explica porqué entró con tanta facilidad en la madrugada.
“Después comenzó a matar, primero ultimó a los hombres y luego a las mujeres, todos (los crímenes) ocurrieron en un mismo cuarto”, sostuvo Espinoza.
Luego Ríos salió de la casa e incluso se fue hacia Carrillo, en Guanacaste, donde se quedó varios días, pero después regresó a Liberia.
Cuatro días después del crimen, el lente de La Teja captó al sospechoso de la masacre mientras pintaba la casa frente al apartamento en el que murieron los jóvenes.
La imagen la tomó Rebeca Álvarez, corresponsal del Grupo Nación en Liberia y quien le estaba dando seguimiento al caso.
Ella recordó que el sujeto tenía la cara tapada con un trapo y cuando él vio que le estaba tomando fotos le dijo: “No, no, no, yo así no juego, hágase para atrás” y después de eso se metió a la casa.
En junio de este año la Fiscalía Adjunta de Liberia incluyó una acusación por abuso sexual contra el sospechoso, que cumple un año de prisión preventiva.