La pesadilla que vivían las familias de cinco universitarios panameños asesinados tuvo este lunes un cierre porque el responsable fue condenado en suelo canalero; sin embargo, el principio del fin de esta historia de sangre empezó a escribirse en Costa Rica el año pasado.
Fue en Jacó donde agarraron al dominicano Gilberto Ventura Ceballos, de 42 años y quien entre el 2010 y el 2011 secuestró y asesinó a Jessenia Loo Kam, Yuon Jian Wu, Samy Zeng Chen, Joel Liu Wong y Georgina Lee Chen.
Por estos hechos es que el Segundo Tribunal Superior de Panamá lo condenó a él y a su socio, Alcibiades Méndez, a 50 años de prisión por los delitos de homicidio agravado y secuestro.
Al escuchar la decisión de los jueces, Judith Chen, madre de Georgina Lee Chen, dijo al medio Panamá América que esperaban una condena mayor contra Ventura por el dolor que han tenido que cargar todo este tiempo.
Las autoridades ticas tuvieron un papel determinante en el final de este caso por el trabajo hecho para agarrar al asesino.
Negocios con plata mal habida
A Ventura lo agarraron el viernes 22 de setiembre del 2017 cuando un grupo de agentes del OIJ, con colaboración de personal de la DIS.
Wálter Espinoza, director del OIJ, explicó entonces que tenían más de cuatro meses de seguirle la pista al dominicano, quien ingresó al país luego de haberse fugado de la cárcel La Joyita, en Panamá, en diciembre del 2016.
Estaba preso por ser sospechoso de las muertes de los muchachos.
Una vez en territorio nacional Ventura agarró fama de empresario. Al parecer, usó los $243 mil que obtuvo de las familias de los universitarios para poner supermercados pequeños en distintos puntos de Jacó.
La Policía Judicial indicó que con el fin de mantener su verdadera identidad en secreto, Ventura se había quemado las yemas de los dedos y usaba documentos falsos a nombre de Carlos Alberto Aguirre Valencia.
Ventura había obtenido plata después de secuestrar a los jóvenes y exigir rescate para liberarlos. Pero cuando tenía el dinero igual los mataba. Los cuerpos universitarios fueron enterrados en una propiedad que, al parecer, le pertenecía en un lugar llamado El Trapichito.
Ventura se fijaba en los estudiantes porque conocía a sus familias ya que, al igual que él, se dedicaban a la venta de celulares en Panamá.