Una familia vivió una experiencia triste y sorprendente luego de mandar a botar un ataúd que creían vacío, pero que aún conservaba los huesos de un ser querido.
Luego de darse cuenta del tortón que se habían jalado, los allegados del muertico llegaron todos acongojados a las oficinas del Organismo de Investigación Judicial de Sarapiquí para pedir que les entregaran los restos.
Al parecer, el cadáver es el de Román Murillo Delgado, quien falleció a los 93 años. Los familiares dijeron que cuando el ataúd fue sacado del cementerio, en abril pasado, habían pasado entre siete y nueve años desde la muerte del anciano.
La Policía Judicial investigaba desde el 19 de abril el hallazgo de un ataúd con huesos que apareció en una propiedad localizada detrás del Colegio Finca Seis, en la carretera a Finca de Agua de Horquetas.
En la caja había un pantalón negro de vestir, una camisa blanca y la osamenta. Los restos fueron llevados a la morgue.
Los investigadores quedaron tan desconcertados que empezaron a buscar en cementerios cercanos si alguna tumba había sido profanada, pero no encontraron nada raro, por lo que llegaron a creer que el cuerpo había sido enterrado en ese lugar años atrás.
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Los familiares de Murillo se acercaron recientemente a las autoridades judiciales y les explicaron que a ellos los llamaron para decirles que ya se había vencido el tiempo que podían ocupar el nicho en el que habían sepultado a don Román y debían desocuparlo.
Al no saber qué hacer con el ataúd se les ocurrió pagarle a un taxista para que lo “desapareciera” sin fijarse si aún había restos del viejito. El transportista habría usado una microbús para cargar la caja y la habría dejado muy cerca del cementerio donde la recogió.
Los agentes del OIJ se encuentran haciendo pruebas científicas para comprobar si la historia es real y si los huesos pertenecen a Murillo.
Si la versión se llega a confirmar los oficiales les entregarán los restos para que ellos los lleven a algún cementerio y don Román pueda continuar con su sueño eterno.