Haciéndose pasar por empleados de cableras, dos bichos se llenaron los bolsillos al robarse 75 baterías de gel que estas compañías tenían colocadas en los postes del tendido eléctrico.
Con sus fechorías, los maleantazos causaron un daño económico de más de ¢27 millones.
De acuerdo con Manuel Salazar, ingeniero eléctrico, estas baterías son usadas para mantener el flujo de corriente y apoyar el sistema de distribución de la señal de cable a varias casas.
El OIJ le puso fin al negociazo de los maleantes este martes 14 de mayo; sin embargo, fue hasta este jueves que dieron a conocer las detenciones de los bichos, que se dieron por medio de dos allanamientos realizados en San Rafael Arriba de Desamparados y Piedades de Santa Ana.
Las autoridades identificaron a los sospechosos con los apellidos Artavia Granados, de 44 años y con antecedentes por fraudes, tentativa de violación y conducción temeraria; y Padilla Rodríguez, de 39 años.
Wálter Espinoza, director del OIJ, explicó que estos dos hombres venían haciendo de las suyas desde noviembre del año pasado, cuando empezaron a cometer los robos en Moravia, Coronado, Guadalupe, Calle Blancos y el centro de San José.
“Se recibieron al menos treinta y dos denuncias relacionadas con la ejecución de este tipo de actividades, en las que nos plantearon la sustracción de aproximadamente setenta y cinco baterías de gel, lo que estaba causando daños en el servicio público y pérdidas importantes para las empresas que ofrecen servicio de cable”, añadió.
Bien planeado
De acuerdo con el OIJ, los vivazos cometían los robos a plena luz del día y, para no ser descubiertos, se disfrazaban como funcionarios de una empresa de cable, específicamente del departamento encargado de arreglar las averías.
“Ellos usaban un vehículo muy parecido al de estas empresas, llegaban y se parqueaban a la par del poste del tendido eléctrico e incluso colocaban conos alrededor. Luego se subían al poste y extraían las baterías de gel que estaban dentro de una caja metálica”, detalló Espinoza.
El director de la Policía Judicial, además, señaló que estos bichos no actuaban a lo loco, de hecho Artavia sabía muy bien cómo abrir la caja y sacar la batería, esto debido a que tiempo atrás trabajó para una empresa cablera y se encargaba de esta clase de labores.
Venta rápida
Una vez con las baterías en su poder, los vivazos empezaban a mover sus contactos en el mercado negro para deshacerse de los aparatos lo antes posible, por este motivo es que solían venderlas a un precio muy por debajo del que se maneja en el mercado legal.
“Esas baterías eran luego colocadas en el mercado con distintas orientaciones, algunas se podían instalar en vehículos de carga liviana mientras que otras eran usadas para darle soporte eléctrico a otros aparatos o sistemas”, manifestó Espinoza.
Además de detener a los falsos empleados, el OIJ también logró decomisar el carro y las herramientas que estos usaban, como por ejemplo una escalera metálica y los conos de huele que ponían alrededor del chuzo. Finalmente ambos hombres fueron puestos a las órdenes del Ministerio Público.