“Cuando vi sus cuerpos, los toqué, vi donde las balas los atravesaron, los besé, les dije cuánto los amaba, que estaba brava con ellos. Al primero que regañé fue al papá. Le dije ‘¡echaste a perder mi vida!’ y no lo quise ver más”.
Estas fuertes palabras son de Ana Lorena Fuentes Delgado, mamá de los dos muchachos que murieron en el intento de asalto a clientes de la sucursal del BAC en Coronado. Con ellos murió el exposo de Ana Lorena, y papá de los jóvenes.
El lugar donde los vio sin vida fue en la morgue, cuando le entregaron los cuerpos a la familia.
Jessy Roberto Quesada Fuentes, de 29 años; Daniel Quesada Fuentes, de 21 y Carlos Roberto Quesada Ramírez, de 46, fueron abatidos a balazos por el guarda del banco el jueves 3 de enero del 2019.
En enero anterior, los jueces II Circuito Judicial de San José cerraron el caso contra el guarda de apellido Garbanzo responsable de evitar el asalto.
Los jueces acogieron la solicitud hecha por la Fiscalía en agosto anterior al indicar que el oficial actuó en legítima defensa y por eso no sería acusado por las muertes de los tres hombres.
El caso queda cerrado.
El 29 de enero de este año Ana Lorena salió del silencio que había mantenido y habló en el programa “¿Y ahora qué?”, de los psicólogos Rafael Ramos y Yaxún Víquez que se trasmite por Multimedios.
Ana Lorena, de 48 años, contó su historia, dijo cuál fue su reacción al ver a sus seres queridos por última vez y cómo ha sido su vida en el último año y dos meses.
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Así describió el momento en el que estuvo con los cuerpos de sus dos hijos mayores.
“Me despedí de ellos, los besé, les ayudé a mis nueras a vestirlos, ¡fue algo tan difícil!. Fue espantoso el sentimiento de ver sus cuerpos ahí, saber que ya no los podía escuchar, estaban totalmente fríos. Ese olor a la morgue es horrible”.
En el programa hizo un gran esfuerzo para contener las lágrimas, pero en su voz se oía aún el dolor de la pérdida.
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Cenizas y árboles
Ana Lorena contó que los restos de sus hijos y de su exesposo fueron velados solo por la familia. No permitieron que llegaran amigos.
“Muchos conocidos de ellos me dijeron ‘¿por qué no nos dejaron despedirnos?’, les dije que no queríamos que los vieran así. Los sacamos (velaron) en una capilla que estuvo cerrada, solo la familia pudo entrar, dejamos que mis nietos se despidieran de sus papás”.
Agregó que Jesse dejó dos varones: uno de 8 años y otro de 10; Daniel dejó una niña de 3 años.
Los tres cuerpos fueron cremados y en sus cenizas fueron sembrados tres árboles, a los que visitan con regularidad y les dan mantenimiento.
“Cada tres o seis meses hacemos un acto conmemorable con ellos, el día del padre o el cumpleaños de cada uno de ellos, los visitamos y compartimos en familia”, mencionó.
La visita más reciente fue el 1 de enero de este año, a doce meses de las muertes.
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No sabe por qué lo hicieron
Ana Lorena contó en el programa que hasta esa fecha (29 de enero) el OIJ no la había contactado aunque sabe dónde vive y dónde trabaja.
Dijo no comprender por qué sus hijos participaron en el intento de asalto y reveló que su expareja siempre estuvo en malos pasos.
“No sé qué los llevó a tomar esta decisión (a sus hijos), todavía a esta fecha me lo pregunto, pero ya no están y no puedo hacer más, simplemente seguir adelante. Si Dios me tiene en esta tierra es por un propósito”, señaló.
Ella sabía en qué andaba su exmarido, a quien --contó- le gustaba la plata mal habida.
“Cuando los veía hablando (se refiere a padre e hijos), me acercaba y siempre le decía ‘nunca me involucre a los muchachos en nada de sus cosas'. Ellos eran hijos normales, trabajadores”.
Contó que Jesse y Daniel trabajaban en un restaurante McDonalds.
“Daniel era supervisor y Jessy acababa de entrar, tenía poco de haber salido de Correos de Costa Rica, también había trabajado en el IMAS (Instituto Mixto de Ayuda Social)”.
Luego de las muertes, ella fue a recoger el pago y las horas extras que les correspondían. Allí habló con el jefe de Daniel y le preguntó si el OIJ había ido hablar con él; el jefe le dijo que sí y entonces ella le pidió que si la llamaban a juicio él, como jefe que había sido de sus hijos, sería testigo de ella.
"Él (jefe) me dijo ‘el mejor empleado que tuve era Daniel’. Eso me llenó de satisfacción porque yo lo sabía. Me dijo 'el día libre él lo trabajaba, en todo era supertrabajador, no tengo queja de él”.
“Eso me hizo sentir orgullosa a pesar de que tomaron una mala decisión, habían heredado algo de la madre, ser trabajadores”.
Aún ahora, pasado un año desde la muerte de los tres, sigue prenguntándose por qué intentaron asaltar a esos clientes.
“La ambición, la idea loca de su papá de tener plata mal habida, tal vez, los llevó a eso”.
Ana Lorena también dijo que antes y después de este atraco su vida ha sido muy difícil, pero que siempre ha salido adelante con la ayuda de Dios.