Obligar a un estudiante a darle besos, además de pedirle y mandarle fotos de los genitales, fueron razones suficientes para que el exdirector de una escuela en Jericó de Desamparados fuera condenado a 12 años de cárcel.
El condenado fue identificado como Rolando Sequeira Villagra, de 34 años, a quien le dictaron la sentencia este lunes en la mañana en los Tribunales de Desamparados.
“Se declara autor responsable de tres delitos de abuso sexual agravado contra persona menor de edad y un delito de difusión de pornografía”, dijo el juez Willy Escalante Quirós en compañía de sus colegas Freddy Sandí Zúñiga y Wendy Montero Vargas.
Al docente lo enjuiciaban por cinco delitos de presunto abuso sexual y dos de pornografía contra el menor al que le dio clases hace cinco años, en setiembre del 2014, cuando el estudiante tenía 11 años.
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Pero los jueces finalmente solo lo sentenciaron por tres abusos sexuales agravados y uno de pornografía. La pena quedó en 12 años.
“Hemos determinado que sí existe material suficiente para tener acreditadas por lo menos tres oportunidades en las que usted de forma abusiva besó a este menor de edad, quien era uno de sus alumnos y dirigidos, los hechos se agravan por el hecho de que el menor en ese momento tenía 11 años”, le expresó Escalante al sentenciado.
El tribunal recalcó que, además, tomó en cuenta el testimonio de la víctima, el cual dijeron fue muy claro.
“El menor habla que precisamente esta situación ocurre una semana antes de su cumpleaños número doce... 'Eso me hacía sentir a mí intimidado, yo apenas tenía 11 años de edad, no sabía qué hacer, mi pensamiento era muy rudimentario’", relató el juez sobre dicho testimonio.
Además, los jueces valoraron la prueba técnica, informática y telefónica que les presentaron.
“De la misma logramos obtener una serie de mensajes vía WhatsApp, en los que efectivamente se aprecia este tipo de comunicaciones de contenido sexual y erótico.
“Usted era el docente y director, había una relación de poder y autoridad sobre este menor”, le señaló el tribunal.
Además, declararon con lugar la acción civil resarcitoria de ¢18 millones por daño moral.
“Mi hijo no volvió a ser el mismo”
Los jueces dijeron que también investigaron si había alguna intención oculta o montaje por parte de la familia de la víctima y si había veracidad en lo dicho por parte del menor.
“No hemos encontrado que haya algún motivo secundario para generar que un menor venga (al juicio) bastante años después, aproximadamente cinco años después, a sostener una mentira, la cual el tribunal considera que no la hubo, aquí el menor y sus familiares declararon con el ánimo de buscar un pronunciamiento judicial”, concluyeron los jueces.
A la mamá del menor se le salieron las lágrimas al escuchar la pena.
“Vamos a evitar que otros menores sean víctimas de él, mi hijo no volvió a ser la misma persona que era antes de los abusos que sufrió, él ahora desconfía de todo el mundo y muchas veces se siente culpable de cosas por las que no debería sentirse así”, expresó.
Mientras que el padrastro de la víctima manifestó que todo este proceso fue muy difícil.
“En la comunidad donde vivimos (donde ocurrieron los abusos) creyeron que mentíamos, no nos apoyaron, ahora los jueces demostraron que no le vinimos a levantar ningún falso a nadie”, argumentó.
El defensor del sentenciado prefirió no manifestarse sobre la sentencia, mientras que la abogada de la familia del menor dijo que ningún adulto debe meterse con menores.