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La función de los rescatistas es salvar vidas, pero no se trata de cifras, sino de salvar a tiempo personas que puedan estar lo más sanas posibles. Esto lo dice Róger Abarca, líder del grupo Unidad de Rescate Urbano (USAR), del Cuerpo de Bomberos.
Abarca fue una de las dos personas que estuvo al mando del rescate exitoso del operario Minor Pérez Castro, de 49 años, en el tajo de La Garita, donde estuvo bajo un terraplén durante 20 horas. Róger señala que es uno de los rescates que más lo ha marcado. Uno de los detalles más sorprendentes es que, en un momento del duro trabajo, tuvieron que tapar de nuevo al operario con tierra para intentar sacarlo por otro lado. Toda una complicación, pero lo lograron.
Pérez perdió ambas piernas, que le debieron ser amputadas este domingo por los médicos debido a los daños que presentaban.
La Teja habló con Abarca para conocer más de la gran labor que llevaron a cabo.
-¿Este es el rescate más rudo que han tenido?
Tal vez no ha sido el más difícil, pero sí el más largo que hemos enfrentado. Tuvimos dificultad por el material que había, se tuvo que coordinar varias técnicas para lograrlo y tomar decisiones arriesgadas para sacar con vida a don Minor y también estar a salvo nosotros, porque teníamos un talud de unos quince metros en posición vertical sobre nosotros y se podía deslizar.
-¿Cuántas personas fueron necesarias?
Creo que estuvimos unas 70 personas, entre ellas los choferes de la maquinaria y los dueños del tajo, quienes estuvieron anuentes en todo lo que necesitábamos y fueron los que aportaron la mano de obra de los muchachos que nos ayudaron a escarbar con la maquinaria y (dieron) el combustible para trabajar todas esas horas.
–¿Cuál fue el momento más difícil?
La decisión de tener que hacer una variación en la estrategia para accesar de una manera segura al afectado. Primero le llegamos por el techo y hablamos con él, pero era muy riesgoso jalarlo por el techo, él nos decía que no sentía las piernas y médicamente no era seguro hacer esa extracción.
Le colocamos láminas de 'plywood' y se decidió enterrarlo de nuevo, las láminas amortiguarían la caída del material y tendría espacio para el oxígeno y las dragas comenzaron a quitar material, pero esta vez por uno de los lados que despejaron la puerta y ahí sí lo pudimos extraer.
–¿Han tenido un rescate similar?
Hemos sacado gente en una zanja y de diferentes lugares, pero esta vez nos topamos con una magnitud muy grande y (material) difícil de remover porque era lastre, tierra y piedra.
-¿En esos momentos de un rescate ustedes también rezan o hablan con la familia?
Fue muy gratificante conversar con uno de los sobrinos de don Minor, porque él nos contó la historia del señor, sabíamos sus características, lo fuerte que es, lo luchador con la familia, lo conocíamos aunque no físicamente en ese momento.
-¿Se enteró que a don Minor le tuvieron que amputar las piernas para terminar de salvarle la vida?
Era una probabilidad médica. Tal vez el daño hubiese sido mayor si lo sacábamos por el techo. Él tuvo durante las veinte horas una piedra que podía pesar lo de una cubeta de 20 galones de pintura sobre las piernas y no tenía para dónde moverla. Otra piedra al lado de sus pies evitó que le cayera más material sobre toda la cabina.
En el rescate también coordinamos con médicos, entre ellos Marco Vargas, quien también nos daba su aporte.
Don Minor continúa internado en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital México. El accidente lo sufrió el viernes anterior a las 3:56 p.m. Los rescatistas lo lograron liberar hasta este sábado a las 12:10 p.m.
