Henry Marín Quesada, conocido como el Sable, asegura que todas las violaciones que cometió entre 1998 y 1999 y por las cuales lo condenaron a 156 años de cárcel, las cometió siempre en el mismo lugar.
En una amplia entrevista dada a La Teja en el CAI de Pérez Zeledón, donde lleva dos años preso, detalló que tenía una rutina. En San José agarraba un bus hacia Alajuela y se bajaba en la parada cercana al centro comercial Real Cariari, frente al residencial Los Arcos, en la pista General Cañas.
LEA MÁS: El Sable: El maripepino que se convirtió en violador en serie
Fue allí donde, según dice, un amigo suyo violó y asaltó a una estadounidense. Sostiene qué él no participó en el hecho, pero fue detenido y condenado a 9 años de prisión, de los cuales cumplió 8. Cuando salió se fue a Canadá, donde estuvo cinco meses trabajando como estríper. Al regresar a Costa Rica empezó a atacar.
"Yo quedé marcado. Me condenaron por secuestro, robo agravado, y abusos deshonestos y eso me llenó de odio", cuenta.
Afirma que un día sintió desesperación por volver a ese sitio de la pista, que entonces era un charral. Eso fue en el año 1998.
"Esa primera vez me subí al bus y estaba consciente de para dónde iba, cuando la parada estaba cerca, jale el mecate y me bajé sin pensar en nada".
El sitio era solitario pero concurrido a la vez por estar allí la parada hasta donde mucha gente debía ir para agarrar buses hacia Alajuela, San José y otros lugares.
"Ahí siempre había mujeres solas y hasta por largos ratos. La primera vez que ataqué fue a una mujer que llegó en un carro y la bajaron a la fuerza en ese lugar. Era ya tarde y yo la conocía porque era farandulera, le pregunté la hora y me hizo mala cara. Yo le sonreí y le volví a preguntar y otra vez me hizo mala cara. La verdad yo tenía hasta temor y no había pensado en atacarla, pero la agarré, la alcé y la tiré en el charral; en eso pasó un bus y de inmediato el carro que la había dejado se devolvió, pero cómo no la vio se fue detrás del bus", relata.
"La asalté y luego hice la maldad, en ese entonces siempre andaba con un cuchillo. Ese día recordé que no había violado a la mujer por la que me condenaron la primera vez y que me estaba vengando por eso, porque pasé en la cárcel sin haberlo hecho, pero legal que lo que más me enojó fue el enjache que me hizo".
Ese sitio al lado de la autopista se convirtió en el calvario de muchas mujeres. El Sable asegura que fueron 7, pero las autoridades siempre sospecharon que fueron 15 o más pero no todas denunciaron.
Marín asegura que la parada y el charral cercano le daban paz y que se le habían convertido en una obsesión.
El criminólogo Gerardo Castaing conoce muy bien el caso de El Sable y asegura que el violador en serie atacaba a las víctimas en ese lugar porque ya lo tenía estudiado.
El Sable tiene 21 años de estar en el tabo y asegura que no imagina cómo está ahora el lugar en el que atacaba porque han pasado muchos años. Pero dice estar convencido de que la cárcel le ha dado una lección y que aunque pase muchas veces más por ahí, no volvería a cometer otra atrocidad como las que lo mandaron a prisión.
"Ahora tengo madurez, eso fue lo que me hizo falta y no me volvería a equivocar así. No podría ver a mi mamá pasar por todo el dolor que le he causado, ver su cara cada mes que viene me condena más por todo lo que he hecho".
*LEA MAÑANA: LA PESADILLA DE LAS 7 MUJERES A LAS QUE VIOLÓ EL SABLE.