Sucesos

El Sable: El Sable asegura que su captura fue de película

El día que más horrible la vio fue a causa de un ataque de hormigas coloradas

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El Sable se les escapó tres veces a las autoridades. Foto: Albert Marín. (Albert Marein)

El maripepino Henry Marín Quesada, conocido como "El Sable" y quien recibió una condena de 156 años por ser un violador en serie asegura que su captura fue como las películas que veía en la tele.

Él ha estado preso 21 años, desde hace dos está en el Centro de Atención Institucional de Pérez Zeledón, en ese lugar nos dio una amplia entrevista que hemos dividido en capítulos desde el pasado lunes. Hoy nos narra cómo lo detuvieron el 29 de abril de 1999 por las siete violaciones.

–¿Cómo se dio cuenta de que la policía le seguía los pasos?

–Yo no veía noticias, pero mi pareja me había comentado que andaban buscándome, ella sabía que era yo porque en una borrachera le conté lo que había hecho, pero además habían detenido a un modelo que yo conocía que se parecía mucho a mí, y hasta lo tuvieron dos meses preso pero cómo ocurrieron otros casos las autoridades se dieron cuenta de que no era el responsable y lo soltaron.

-¿Usted decidió seguir en lo mismo aunque tenía a la policía encima?

-Yo había decidido no volver más a ese lugar, (a la parada de buses en la que atacaba) porque no quería ir preso, mi pareja no quería que fuera y la verdad yo era famosillo, ganaba bastante plata y con mi cuerpo podía tener mujeres bellísimas.

-¿Qué pasó el día que lo detuvieron?

-Me fui para el gimnasio con mi pareja. Yo andaba siempre armado, ya cuando iba a entrenar le iba a quitar el magazine al arma y se me disparó pero la bala rebotó por todo lado, casi hay una desgracia. Aunque todos me conocían, le dije a mi pareja que mejor nos fuéramos porque capaz llamaban a la policía y ya no quería entrenar.

-¿Para dónde se fue?

Tenía que ir a dejar unos lentes de contacto de un show a una modelo, mi novia me decía que no fuera, que me quedara pero yo no le hice caso, entonces agarré bus para ir a Alajuela, en el camino empecé a pensar en bajarme en la parada del Cariari (ahí siempre atacaba) pero me decía a mi mismo no me voy a bajar porque la ley anda cerca, en eso pasé todo el camino, pero 100 metros antes sin pensarlo mucho agarré el mecate del bus y lo jalé como nunca para bajarme. No había nadie en la parada, me senté ahí solo.

El despelote que causó en la corte lo dejó con esa cicatriz de bala. Foto: Albert Marín. (Albert Marein)

–¿Qué pasó después?

–Llegó un carro de color negro y se bajó una muchacha como de unos 15 años, tal vez un poco más, con una gran "pechonalidad", de buen ver, estuvo varios minutos. Cuando ya la iba a atacar, porque ni siquiera le hablé, el carro se devolvió y la muchacha se subió y se fue. A mí me extrañó, y en ese momento caí en cuentas de que algo no estaba bien. En eso vi que el zacatal se empezó a mover y salió un mae con ropa camuflada y un pistolón con mira, y me dice: 'si la hubiera tocado le vuelo la cabeza' y en eso cayeron todas las patrullas, no había visto tantas en mi vida.

-¿Cuál fue su reacción en ese momento?

De negación, yo les decía que yo era inocente, que por qué me detenían, que se iban a dar cuenta que no era yo.

-¿Cómo lo incriminaron con los casos?

Diay es que yo era amable, no me tapaba la cara, mi cuerpo musculoso, la hablada y todo, el tiempo que me quedaba con las mujeres. Me llevaron al Complejo de Ciencias Forenses para un reconocimiento físico y cuando ellas me veían decían es él, sin ninguna duda, eso me hundió, las siete dijeron lo mismo, fue como si estuvieran pasando lista y solo yo levantara la mano.

-¿El juicio fue rápido, usted reconoció sus culpas?

Sí claro, todo estaba en mi contra (la sentencia fue el 21 de noviembre del 2000).

El Sable agarró como rehén al juez Víctor Mora Bolaños en el año 2000. Foto: Archivo GN

-En su expediente dice que usted trató de fugarse tres veces, dos ocasiones de la cárcel y una de los tribunales... ¿me puede contar?

Bueno yo ya tenía problemas de eso... de fugas, empezando porque me escapaba de la casa de mis papás y siempre terminaba en el reformatorio, no recuerdo las fechas pero estaba jovencito. La primera vez fue cuando estaba descontando la primera sentencia que fue de siete años por violación, secuestro y robo agravado contra una extranjera, (1990-1998) me habían condenado 9 años.

Me había enamorado de una funcionaria de la cárcel, era una cuarentona muy guapa, un día se le cayeron las carpetas y yo le ayudé a juntarlas entonces nos besamos, ese día supe que las cosas iban bien, después me habían asignado a ayudarla porque había un brote de cólera, yo estaba en la escuela de capacitación acomodando unas cosas cuando tuvimos un encuentro amoroso y el guarda nos pescó y se regó la bola.

Yo estaba enamorado de ella y ya no la podía ver más, entonces me enojé y decidí escaparme de la escuela de capacitación, me pegué un carrerón, estaba muy cansado y desorientado, me subí a un bus esperando llegar a San José pero me quedé dormido, cuando me desperté estaba en la parada de la Reforma, había un gran operativo, me había montado en el bus que no era ( se ríe) y la ley me volvió a agarrar.

Me castigaron dos meses en un calabozo en el que habían unas ratas gigantes. Uno iba a hacer las necesidades y las ratas encima.

Esta arma se la metió el sentenciado en el yeso. Foto: Archivo GN

–¿Cómo fue la segunda fuga?

–En esa fuga también estaba en la Reforma, había pedido que me dejaran trabajar en el chapulín de la basura, dije que iba a ir un toque a hacer una necesidad, y me tiré de un guindo como de 75 metros, yo no pensé que fuera tan alto y unos cinco metros antes de caer quedé prensado del pantalón a unos pedazos de carro que había cerca del río Virilla, si no me hubiera matado.

Oiga, empece a escalar y escalar todo asustado, pero me fui como en un pantano, habían unos palos y musgos, me arrescosté a un gran palo y me hundí, como que quedé formando parte del palo, me llené de hormigas coloradas, de esas que son gordotas, eran miles, nunca había rezado yo tanto, durante tres horas no dejaban de picarme, los policías me pasaron varias veces casi que por encima y no me lograron ver.

-¿Cómo salió de ahí?

Fíjese que me metí al río con todo y los zapatos, había mucha espuma y por el peso empecé a ahogarme y a luchar, me sentía bien cansado, me agarré de una piedra, a lo lejos vi a un policía pero me agarré bien duro, y en eso pasó como un bulto y me agarré y dejé que el agua me llevara, tenía dos opciones: ahogarme o que me agarraran, en lo que abracé el bulto me di cuenta de que era un perro que estaba podrido, pero no me podía soltar, necesitaba llegar al otro lado del río. Vea muchacha no sé como no me ahogué porque tragué tanta agua.

Ese día yo estaba salado porque cuando me logré salir y tocar tierra caí donde habían varias moras, me puncé todo y quedé con varias cicatrices, salí hasta la carretera, me subí a un bus pero iba tan sucio y tan hediondo que la gente se quejó y a medio camino me apearon y logré escaparme.

-¿Cuánto tiempo estuvo en fuga?

Un mes y medio, me dieron trabajo en un lugar que se llamaba Hogarama, en San José, como guarda, pero fíjese que la directora del centro penal me vio y otra vez El Sable para la cárcel.

En la última fuga, en los tribunales de Heredia, hubo un gran despliegue policial. Foto: Archivo GN

-¿Cuénteme como fue lo que pasó en los Tribunales de Heredia con un juez?

-(Ocurrió el 13 de junio del 2000) Me estaban llevando al juicio, yo me quería escapar y ya me habían llevado ocho veces, entonces siempre cortaba los barrotes y les ponía goma loca para en algún momento escaparme. Pero ese día hice un desmadre, en la cárcel le compré un yeso a un compañero y también un revólver que me lo metía en el yeso.

Cuando estábamos en la audiencia agarré de rehén al juez (Víctor Mora Bolaños), lo encañoné y me salí de los tribunales, en eso venían todos los del OIJ y empecé a disparar, solté al juez y me fui corriendo hacía la fosforera.

La carrera fue como de 2 kilómetros y los agentes me salían por todos lados, pero yo siempre como que me pierdo y cuando ya iba otra vez en dirección a los tribunales, me subí en una cerca de una casa y salió una señora con una Biblia. Ella decía 'no lo maten', 'no lo maten', aún así me apuntaban a la cabeza, pero logré seguir corriendo.

Los agentes empezaron a dispararme y una bala me pegó a un costado. Vi donde pringó la sangre y me dije 'así me van a matar' y también me dieron en las nalgas, y tuve que dejar que me atraparan, vea aún tengo las cicatrices (se sube la camiseta).

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Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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