A Henry Marín Quesada casi nadie lo conoce por su nombre, pero cuando alguien dice "el Sable", viene a la memoria un maripepino famoso en los noventa porque de los bailes eróticos para mujeres pasó a convertirse en violador en serie.
Por esos hechos fue condenado a 156 años de cárcel. El Sable abusó de siete mujeres en el mismo lugar y siempre las buscó parecidas: bonitas y de pelo negro. Agarrarlo fue un reto para el OIJ y su caso destaca como uno de los más célebres resuelto por ese cuerpo policial.
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Ya lleva 21 años preso y asegura haberse ganado el respeto de los otros presos. Ha estudiado y sostiene que pronto volverá a la calle. Ahora tiene 45 años.
La Teja conversó con el Sable, detenido desde hace dos años en el Centro de Atención Institucional de Pérez Zeledón. A lo largo de esta semana, comenzando hoy, les contaremos lo que hablamos con él tras las rejas.
"Me he portado tan bien que me dejaron escoger a qué centro quería venir porque ocupaban mi campo para otro chusma más malo que yo. Estuve en Máxima Seguridad en La Reforma y luego en Mediana Cerrada, es donde tienen a los peligrosos", dijo.
Marín es oriundo de San Juan de Dios de Desamparados, sus padres aún viven y tiene dos hermanos.
–¿Quién era usted antes de ser El Sable?
–Era un joven rebelde, no pasaba en mi casa porque siempre me agarraba el patronato y me llevaban al reformatorio. Me les escapaba a mis papás para andar de vago, no les hacía caso, era la oveja negra de la familia porque mis padres y mis hermanos sí son buenas personas.
-¿Cuándo fue la primera vez que tocó la cárcel?
–A los 18 años, tenía 14 días de haberlos cumplido. Andaba metido en vicios y mi papá me iba a pegar, mi mamá siempre me salvaba, pero esa vez me iban a dar durísimo, entonces, antes de que me agarrara, me escapé y me encontré a un amigo que había estado conmigo en el reformatorio, se apoda: Chayanne. Yo quería irme para Puntarenas pero no tenía plata, entonces él me dijo que me fuera y él me ayudaba.
Él se dedicaba al robo de cadenas y a veces cuidaba carros. Nos fuimos para Cariari, en San Antonio de Belén, nos bajamos en la parada y esperamos a que llegara alguien. Y llegó una muchacha gringa, muy bonita, mi amigo la agarró, la metió en el charral, le quitó todo lo que tenía y la violó. Luego me dijo que hiciera lo mismo.
Yo no quise, la verdad nunca había hecho eso y me dio asco. Hasta le dije a la muchacha que estuviera tranquila, que todo iba a estar bien. Por eso me condenaron a nueve años, los delitos fueron secuestro, robo agravado y abusos deshonestos. Sentí mucha ira porque legal que no la toqué.
-¿Cómo fueron esos primeros años en la cárcel?
–De esa condena estuve ocho años en la cárcel (de 1990-1998) y fue complicado porque yo era joven y solo quería salir para vengarme porque yo no había tocado a esa mujer. En ese tiempo hacía mucho ejercicio, casi durante todo el día, por lo que el cuerpo se me formó, estaba musculoso, guapo, bien parecido. Pero no tenía yo consciencia de nada y mucho menos de las estupideces que más adelante iba a cometer.
–¿Qué hizo cuando lo liberaron?
–No sabía qué hacer, estaba de vago, pero tenía que ponerme a buscar trabajo y un hermano mío era taxista y me dijo que porqué no me ponía a trabajar como "stripper" o, mejor dicho, bailarín exótico, que con el cuerpo que tenía fijo me iba bien. Al principio me dio bañazo, pero él tenía los contactos. Empecé a bailar en varios lugares y le agarré el toque.
-¿Cuándo y por qué le pusieron El Sable?
–Yo tenía buen cuerpo y a las mujeres les gustaba, entonces me ofrecieron trabajo en Canadá, en un club de Ontario que se llama Studio 4. En ese tiempo había un bailarín muy conocido en Costa Rica al que le decían "El Cóndor", a mí se me ocurrió que quería que me dijeran igual, pero yo no hablaba inglés ni francés, que es lo que hablan allá. El maje que animaba me entendió "condón" y esa noche así me anunció y claro los que entendían se rieron de mí fue un bañazo. Yo había visto una película que me gustó mucho que se llamaba El Sable, entonces le pedí que me siguieran diciendo así y hasta la fecha, solo así me conocen. Ya después usaba un sable con fuego en el show y todas como locas.
-¿Cuánto estuvo en Canadá?
-Cinco meses, volví al país convertido en un monstruo porque ya me inyectaba esteroides. Siempre andaba bien chaneado, con tanta experiencia estaba más cotizado y me sobraba la buena plata, pero empecé a portarme mal y a hacer daño. Me sobraban las mujeres que querían estar conmigo, modelos conocidas con las que cualquiera querría estar, pero a mí no me importaban.
¿Y porqué empezó a atacar mujeres?
-Yo ahora creo que estaba muy loco por los esteroides, pero tenía una sed de venganza que no me dejaba en paz, me perturbaba. Yo siempre pensaba que me iba a vengar de que me tuvieron ocho años preso por un abuso que no cometí, pero que ahora si iba a cometer y tomé la decisión. Le voy a contar cómo empezaron la serie de ataques...
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