Dos fotografías, una en un retablo y otra en un portarretrato tienen el mismo valor que una mina de oro para Kenneth Barrantes Gómez, de 32 años.
Esas son las únicas imágenes que le quedan para mantener vivo el recuerdo de su mamita, Gladys Gómez Cartín, quien al morir tenía 23 años.
Barrantes tenía tan solo 4 años cuando su madre se convirtió en una de las 27 personas que perdieron la vida en Costa Rica, por las secuelas del paso del huracán Juana.
El fenómeno meteorológico tocó tierra justo al sur de la costa del municipio de Bluefields, en Nicaragua, el 22 de octubre de 1988, lo que provocó lluvias torrenciales e inundaciones en la zona sur y el Pacífico Central de Costa Rica.
Estas fotos decoran la casa de doña Ana María Campos, quien fue la suegra de Gladys. Allí Kenneth sabe que están bien cuidadas y le gusta que su familia la tenga presente.
Kenneth sobrevivió a la tragedia aquel sábado 22 de octubre de 1988, gracias a que su abuelito Eusebio Barrantes Zamora lo alzó y se lo llevó para donde su abuelita Ana María Campos.
Cuando regresó a ayudar a Gladys vio que una cabeza de agua había arrasado varias casas, entre ellas la de la joven mamá y de donde hacía escasos minutos había sacado a Kenneth.
En esta fatalidad también murió Marjorie Gómez Cartín, quien para ese entonces tenía 17 años y era la tía de Kenneth.
"Mi tía Marjorie también vivía con nosotros y para ese entonces mi papá se dedicaba a vender pan, por lo que siempre salía de madrugada para repartirlo", agregó el muchacho.
Don Luis Antonio debía cumplir con su trabajo, a pesar de que desde la tarde del viernes 21 de octubre anterior comenzó a llover muy fuerte y durante la madrugada del sábado el mal tiempo no había cesado y más bien se veía que el río se iba a desbordar.
"Me cuentan que mi papá había salido desde las 4 de la mañana, dos horas después mi abuelo Eusebio llegó hasta la casa y habló muy rápido con mi mamá, él quería sacarnos de ahí. Al primero que se llevó fue a mí, dicen que cuando llegamos a la casa de él, el agua ya le llegaba por el pecho", mencionó.
Luego de ese momento todo se convirtió en desgracia, destrucción, dolor y luto para este hogar. Doña Ana María Campos, abuelita de Kenneth y suegra de Gladys, aún recuerda las plegarias de los vecinos y los gritos que daban en la desesperación.
Ese lugar se había convertido en una bomba del tiempo, nadie podía seguir ahí, porque el río también los podía arrastrar.
"Mis abuelos, en compañía de otros tíos, se reunieron y decidieron que había que salir, nos agarramos de las manos formando una cadena y cruzamos una pequeña zanja, luego atravesamos un puente de madera sobre una quebrada. Por la misericordia de Dios no caímos al agua, sino tampoco estuviéramos", expresó Kenneth.
La familia se refugió en un cerro donde el río no llegaba y los dueños de una casa les dieron posada.
Esposo estuvo a punto de tirarse al río
Hasta ese momento Luis Antonio Barrantes, el papá de Kenneth, no sabía de la desgracia que había pasado en su casa.
La familia cuenta que no recuerdan cómo fue que lograron avisarle a Luis Antonio del lugar donde estaban refugiados, pero él se reunió con ellos.
"Cuando llegó preguntó que cómo estábamos, le dijimos que bien, luego preguntó por su hijo y tuvimos que mostrárselo, pero cuándo preguntó por su amada y se dio cuenta que no estaba y le contaron la verdad, no había manera de controlar a Luis, él quería tirarse al río para buscarla", recordó doña Ana María, mamá de Luis.
Los parientes lograron detener al joven papá para que no se produjera otra desgracia. Luego los sobrevivientes tuvieron que pasar varios días en un albergue. Afirman que solo la unión entre ellos los mantuvo fuertes.
Nunca la pudieron sepultar
Cuando los cuerpos de rescate llegaron, comenzaron a buscar a los cuerpos, que aparecieron debajo de árboles, piedras y gran cantidad de barro.
"El cuerpo de mi tía Marjorie la encontraron al siguiente día, cerca de la casa. Pero a mi mamá nunca la encontraron, duraron unos 15 días buscándola", manifestó Kenneth.
Doña Ana fue quien se hizo cargo de su nieto, nunca le escondió la historia de su madre y más bien mantiene las fotos a la vista para mostrarlas con orgullo de una mujer que quiso mucho y que le dio uno de sus mayores regalos: su nieto Kenneth.
Esta abuelita, tiene 72 años, vive en la ciudadela Veintidós de Octubre en Ciudad Neily, mientras don Eusebio murió en febrero de este año.
Kenneth se casó casó hace cinco años y trabaja para la Junta de Pensiones, en una sucursal en Ciudad Neily.
El papá de Kenneth, rehízo su vida, volvió a encontrar el amor, se casó y tuvo otros hijos. Sin embargo el recuerdo de Gladys siempre está presente en esta familia.