Una de las pasiones de don José Montenegro Zapata, de 68 años, era correr. Sin importar si el día estaba nublado o incluso lloviendo, él cumplía con su disciplina. Una gran enseñanza que le dejó a todas las personas que lo admiraban.
Este viernes madrugó como de costumbre y salió con sus tenis puestas pese a que el día amaneció frío en Ciudad Quesada.
Montenegro es el papá del periodista deportivo José Alberto Montenegro, a quien le heredó la pasión por las carreras, juntos conocieron a muchas personas también amantes del atletismo.
Lamentablemente la fatalidad llegó cuando el señor cumplía con su pasión ya que murió atropellado por un bus de la empresa Coopatrac, conducido por un chofer de apellido Araya.
El atropello ocurrió este viernes a las 5:20 a.m., en el cruce de barrio San Roque de Ciudad Quesada, 400 metros al sur del Hospital de San Carlos.
En un tramo de su recorrido intentó cruzar la calle y fue impactado por el autobús.
Los testigos llamaron a la Cruz Roja y cuando los socorristas llegaron al sitio ya el señor había fallecido.
Al lugar llegó en carro su hijo José Alberto, quien permaneció junto a otros familiares cerca del cuerpo de su ser querido.
El comunicador siempre dijo que desde pequeño vio a su papá correr y por eso fue una pasión que le heredó.
La Policía de Tránsito informó que el bus tiene los papeles al día, el conductor su respectiva licencia y la alcoholemia que le practicaron dio negativo.
La atleta Teresita Arguedas es amiga de ‘Monte’, como le dicen muchos de sus conocidos al comunicador, y él le presentó a su papá, de quien solo puede guardar grandes recuerdos.
“Yo iba a entrenar a La Sabana y ahí conocí a Monte, un día me dijo que su papá estaba formando un equipo para participar en los relevos de San Carlos y que si quería ser parte del grupo, encantada acepté y fue así como conocí a don José, un caballero, amante del deporte. Eso fue ya hace varios años y hoy (viernes) cuando me enteré no pude dejar de pensar que el atletismo está de luto.
“Él era una gran referencia para nosotros. Cuando lo conocí me dijo que me admiraba por mi historia de vida (perdió a sus dos hijos en un accidente de tránsito), pero fui yo quien terminó maravillándose de él y su linda familia”, expresó Arguedas.
“Uno de mis privilegios fue que me llevó al cuarto donde tenía todas sus medallas y trofeos, me contó cada historia de cómo se los ganó y los disfrutó. Ahí fue donde me entró la espinita de tener también mi espacio como él lo tenía, la diferencia en mí es que tiene mis recuerdos con mis hijos y mis medallas”, expresó Arguedas.
Agregó que él contagiaba la energía de esforzarse y ganar, pero ante todo la de seguir siendo un gran ser humano.
“La adrenalina, el amor y la pasión por correr siempre la daba don José, junto a él ganamos la medalla de los relevos en San Carlos, él me demostró la humildad que debe de haber en un atleta, recuerdo muy bien cuando me dijo: ‘Mi chiquita, la admiro tanto, por su historia y no pierda nunca su humildad’, eso me marcó en mi corazón”, expresó Arguedas.
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Muy querido en San Carlos
Muchas personas expresaron en redes sociales el gran cariño que le tenían a Montenegro.
“Un esposo incondicional para doña Edith, un papá ejemplar y un superabuelo. No se quedaba quedito. Siempre haciendo trabajos en su casa, con el carretillo, subido en el techo, trabajando en el patio, pintando… Me va a hacer tanta falta verlo siempre ahí, saludando con una gran sonrisa. Con sus nietas era el mejor abuelito, siempre jugando con ellas, desde chiquititas las sacaba a pasear por el barrio, las llevaba a caballito o subidas en el carretillo, siempre dándoles tiempo de calidad”, escribió una de sus vecinas de nombre Fressia Rodríguez.
Además, los equipos de fútbol de Santos, San Carlos, comunicadores y demás vecinos lamentaron la repentina muerte.
Agregaron que desde que era niño tuvo la disciplina por correr e incluso una de las últimas fotos que su hijo José Alberto publicó en redes sociales junto a su padre decía: “Este viejo de casi 69 años todavía está duro... Recordamos los tiempos en los que papi me despertaba de madrugada en el colegio para ir a correr. El hombre nunca me obligó a nada. Simplemente me dio el ejemplo y me apoyó cuando quise experimentar la disciplina. ¡Fino fino!”, puso.
Don José nació en Turrialba, pero la mayoría de su vida la pasó en San Carlos, Alajuela.